Entras a este espacio con paredes de ladrillo y ambiente húmedo lleno de divisiones laberínticas. Ves palabras en griego que flotan y que generan formas geométricas. Luego, percibes unos paneles llenos de paisajes abstractos rodeados de paredes con colores muy vivos. Pronto vas a oír un murmuro de gente y no entiendes bien lo que dicen. Pero cuando te acercas deduces que es una lista de palabras en varios idiomas:
“Dios”
“Hombre”
“Tinieblas”
“Luz”
“Carne”
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¿Qué significan?
Nada y tantas cosas a la vez. El sentido aquí no está sujeto a una sola palabra sin posibilidad de cambio o interpretación. En la obra ARCHE-TYPOS: el sonido de la palabra más allá del sentido, la artista colombiana Monika Bravo busca abrir, a través del camino artístico, múltiples lecturas al lenguaje bíblico.
El gran recorrido artístico de Mónika Bravo incluye más de cuarenta y cinco obras que han sido presentadas en espacios como el New Museum de Nueva York, el MOMA, el Museo de Brooklyn, Museo de Arte Contemporáneo de Roma, el Tate y en el Museo Reina Sofia. Por este trabajo y por sus creaciones que cuestionan el lenguaje, el universo, lo absoluto y lo objetivo, esta reconocida artista bogotana de 51 años estará presentando su obra en la 56ava Bienal de Venecia como invitada de la Ciudad del Vaticano. Su obra se exhibirá en en el pabellón del Arsenal, uno de los escenarios más bellos e importantes de este evento, junto a otros dos grandes artistas: Mario Macilau fotógrafo mozambiqueño de treinta años que retrata las condiciones y transformaciones de grupos sociales marginados alrededor del mundo; y Elpida Hadzi-Vesileva, artista macedonia que crea impactantes instalaciones con materiales orgánicos para desarrollar temas alrededor de la naturaleza.
En esta ocasión, los tres artistas fueron convocados para desarrollar libremente sus creaciones a partir de pasajes bíblicos con el ánimo de reconciliar la religión con el arte. La exposición estará abierta al público desde el 9 de mayo al 23 de noviembre de 2015. Antes de la preinauguración de su obra, que es hoy miércoles 6 de mayo, conversamos con la artista sobre las ideas de ayer y hoy que inspiran esta creación que se basa en lo abstracto y que propone nuevos e infinitos sentidos al prólogo del Evangelio según San Juan.
Vice: Hola Monika ¿Cómo estás? ¿Me oyes?
Monika Bravo: [Después de 28mil intentos de llamadas logro oír a Mónika desde el otro lado del mundo]. ¡Bien! Corriendo para que todo esté listo mañana.
Estudiaste diseñado de modas, fuiste fotógrafa y profesora y en alguna ocasión quisiste ser intérprete simultánea y astronauta. ¿Cuál es la historia de este recorrido interdisciplinario?
Salí de Colombia cuando tenía 18 en busca de otras maneras para expresarme y comunicarme. Hice de todo, estudié fotografía, la enseñé, estudié diseño de modas, viajé muchísimo y aprendí siete idiomas. Mi objetivo siempre fue explorar y aprender de mi curiosidad. Pero no sabía bien cómo aprovechar todo esto y solo cuando cumplí treinta años me di cuenta que quería hacerlo a través del arte visual. Entonces decidí vivir en Nueva York. Todo lo que hice antes lo entiendo ahora como caminos diferentes que tomé para llegar a un solo lugar: el arte visual.
IN-SITU (2012). Mónika Bravo. Imagen vía.
Tus obras están llenas de colores vívidos, imágenes eclécticas, geometrías y abstracciones a gran escala. ¿Qué tipo de materiales utilizas para lograr estos efectos visuales que caracterizan tus creaciones artísticas?
Hago muchas proyecciones. Trabajo con animaciones y hago secuencias muy cortas, que proyecto en diferentes materiales, como paneles de vidrio. Además intento en mis obras cambiar la idea de proyección como evento casi cinematográfico, que pasa en un cuarto oscuro y silencioso y, en cambio, creo proyecciones como si fueran esculturas que necesitan espacios grandes y bastante luz. Sin embargo, creo que el material más importante en mis obras es el tiempo. Creo que la cultura canónica occidental concibe el tiempo como una narrativa lineal que siempre tiene un principio y un final. Lo que propongo, entonces, es que el tiempo pueda ser percibido como un material circular, con ciclos intangibles que dimensionan tanto como el espacio. Basada en esta idea, el tiempo para mí se convierte en un material artístico fundamental.
La filosofía (como doctrina que estudia las grandes preguntas de la existencia humana)rodea tu arte visual ¿Cuáles son las preguntas que acompañan tus obras?
En términos generales me centro en la idea de la arquitectura emocional, en el proyectar, diseñar y construir sensaciones y emociones. ¿Qué estoy haciendo en este universo? ¿Para qué sirve estar aquí? ¿Para dónde vamos? ¿De qué está compuesto el destino? Lo que hago se basa en este tipo de grandes y complejas preguntas que han acompañado a la humanidad. Por eso mis obras siempre están rodeadas de interrogantes e hilos filosóficos sobre el ser y el universo.
¿Cómo aparece esta reflexión sobre el ser y el universo en tus obras pasadas, como Landscape of Belief (2012) y Weaving Time, 2013)?
En todas las obras siempre desarrollo ese tema dependiendo del momento. Por ejemplo, en Weaving Time, obra que monté en Colombia hace un año en NC-arte, y que también ha estado en España y en Nueva York, tiene que ver con el tejido como metáfora. Estuve visitando una comunidad arhuacapor un tiempo y me di cuenta que en el viaje enhebraba el paisaje que veía con Bogotá, el lugar donde nací. Así, utilicé el tejido como una alegoría para conectar estos puntos y proponer otra manera de ver y sentir el paisaje emocional al cual pertenecemos, pero también creamos. Así, en Weaving Time desarrollé la idea de tejer un texto, como un lenguaje abstracto y antiguo usado por todas las culturas primitivas para conectarse, representar y definir su relación con la naturaleza. En ella, el hilo, el acto de tejer toma forma a través de la inmaterialidad. Por otra parte, en una obra anterior, Lanscape of Belief la cuestión fue: ¿de qué está hecho el destino? ¿Es algo que está heredado o se crea? Son preguntas existenciales que siempre me estoy haciendo y luego utilizo los materiales para materializar estos cuestionamientos.
En efecto hemos estado aquí antes-mucho antes.
¿Pero por dónde comenzar?
En el principio estaba la palabra, está escrito.
Pero la palabra en este lugar no es una palabra, y no es siquiera
un comienzo. Octavio Zaya
En el caso de ARCHE TYPOS, ¿podrías explicarnos cómo se ve y cuál es el sentido de esta exposición?
Llegué a la 56ava Bienal de Venecia porque me contactó Micol Forti, la curadora del Museo de Arte de Vaticano, y me invitó a participar con otros dos artistas (Elpida Hadzi-Vesileva y Mario Macilau) en el pabellón del Arsenal. Cuando me extendieron esta invitación, les pedí que me dejaran estudiar un poco la idea para ver cómo mis propios conceptos podían hacer parte de un tema tan religioso y específico: el prólogo del Evangelio de San Juan. Era un texto desconocido para mí pero es muy popular, es el que comienza con esa famosa frase ” El Verbo hecho carne 1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 1:2 Este era en el principio con Dios…” Yo me quedé en las primeras dos frases porque me parecía muy interesante la idea de que este texto, que simboliza la palabra escrita, lograra fundar toda una historia de la religión y le diera forma a millones de vidas.
¿Por qué es importante hablar del lenguaje y del poder de la palabra a través de la creación artística?
Para mí, este poder de la palabra es conflictivo y esto es lo que me motiva: todas las guerras, en especial religiosas, que estamos viviendo ahora, y las que se han vivido, tienen que ver con la interpretación de la palabra. Yo me cuestiono en ARCHE-TYPOS qué es la palabra de Dios y, sobre todo, quién la define ¿el Evangelio como texto? ¿sus lectores? A través de mi propuesta quiero crear múltiples lecturas sobre este evento lingüístico para el espectador, para que desde su propia historia y contexto decida qué significa. Quiero que la audiencia se enfrente al problema de la definición que rodea al texto religioso, porque esta depende de la experiencia subjetiva, de las vivencias personales y no es, aunque parezca, una cosa rígida o absoluta.
¿Cómo influye todo esto en la curaduría de la exposición?
El significado nunca es ni recto ni cuadriculado, sino infinito y depende de cada uno. Por eso, la instalación es laberíntica y está compuesta por varios paneles que no tienen un orden específico y puedes entrar de cualquier manera al espacio. Cada panel tiene colores muy vivos (rojo, rosado, verde, azul) y están acompañados por unos monitores de 75 pulgadas que emiten secuencias, que duran 90 segundos, de paisajes geométricos (por lo general son imágenes de agua y de Venecia). La arquitectura del pabellón tiene una columnas enorme que yo quise integrar a través de tres paneles laberínticos, pero me quedaron tres paredes sueltas. Entonces decidí utilizar allí columnas con altavoces que proyectan el sonido como si fueran un proyector de luz. Cuando pasas por ahí suena una composición de voces, que es el texto del evangelio pero sacado de contexto. Le pedí a la gente que leyera el prólogo en varios idiomas como si fuera una lista, sin retórica o entonación. Luego hice un revoltijo sonoro con todas estas palabras y logramos una composición muy interesante en estas tres columnas.
¿Por qué este juego constante entre letras, colores, abstracción y geometría?
Para mí fue muy interesante cuando leí el prólogo en Griego, idioma que aprendí hace algún tiempo. Me impresionó que palabra en el evangelio original es logos, que en realidad no traduce ni verbo, ni palabra. Ahí es cuando me doy cuenta que la traducción propuesta por la iglesia es solo una, que es adaptada para un uso político muy específico y que el sentido del texto puede ser tan variado como se quiera.
Por todo esto, decidí que la parte formal de este trabajo estaría basada en el trabajo del pintor de la vanguardia rusa del siglo XX y creador del suprematismo, Kazimir Malevich. Desde la pintura, este artista del siglo pasado desarrolló la abstracción como un nuevo lenguaje que pretende una conexión con lo sublime. La Biblia siempre ha definido la figura de Dios como humana y corporal. El prólogo, por ejemplo, habla de cómo: “en el principio, la palabra se vuelve carne” o, en otras palabras, Dios se encarna en Jesucristo y el hombre puede iluminarse. Pero la abstracción, como corriente artística, se aleja de esta idea de corporalidad y propone la “no-objetividad” como la base para hablar de aspectos sublimes. Por esta razón, quiero usar ese lenguaje de la subjetividad y de la no-figuración para hablar de algo tan abstracto y aparentemente tan absoluto como es la idea de “Dios”. ¿Por qué no podemos decir que Dios, lo absoluto y la verdad son algo abstracto y subjetivo? ¿Por qué no dejamos que cada ser humano asuma su propia responsabilidad y, en vez de que los grandes cuestionamientos sean resueltos por la iglesia o por el Estado, cada uno, a partir de su punto de vista y de su percepción asuma lo que es la conexión con lo divino o lo espiritual? ARCHE-TYPOS: el sonido de la palabra más allá del sentido es entonces una propuesta personal dirigida a cada uno de los espectadores como individuos que interpretan de maneras infinitas y que pueden asumir su propias formas de ver las cosas. Esta es mi intención, que en realidad no solo funda esta obra, sino mi trabajo artístico en general.
¿Cómo explicas entonces el título de tu exposición: ARCHE-TYPOS : el sonido de la palabra más allá del sentido ?
Usé ARCHE-TYPOS más como un juego de palabras, porque en griego arjé o arkhé, es el principio y typos es la clase de las cosas. Quería jugar con el título diciendo que es el principio de estos tipos, o de estas formas, tratando de definir una imagen o una idea que es a su vez el infinita. La segunda parte del título “el sonido de la palabra más allá del sentido” refuerza el argumento de que el sentido no es literal a las cosas, sino que su simbolismo es experimentado por cada uno.
¿Cómo fue la curaduría de la obra?
La verdad es que estaba bastante nerviosa porque visité el espacio por primera en enero y tuve solo una tarde para descifrarlo. Pero estaba el reto de tener que compartir el pabellón con otros dos artistas. Pude entender rápidamente el orden de lo que quería y después traté de dedicarme más al trabajo en mi estudio y no pensar tanto en el espacio. Pero la verdad es que tuve mucha suerte, porque técnicamente no tuve ningún reto que no pudiera resolver y tuve la fortuna de trabajar con un gran equipo. Por ejemplo, pude invitar a Octavio Zaya, un gran crítico español y curador de arte, a que me hiciera el texto del catálogo y el resultado fue increíble. Estoy muy contenta porque complementó la idea de una manera escrita. La experiencia ha sido inolvidable.
¿Veremos algo de ARCHE-TYPOS en Colombia? ¿Cómo es tu relación actual con nuestro país?
Empecé a viajar a Colombia hace como cuatro años y empecé a mostrar mi trabajo. Presenté una exposición basada en Landscape of Belief en el museo del Banco de la República el año pasado. También expuse, bajo la curaduría de la gran investigadora y galerista de arte contemporáneo, Beatriz López, una obra que tenía que ver con las mochilas arhuacas y su lenguaje. Y, bueno, en julio de este año voy para Cali a montar una obra que, tal vez, incluya partes de este proyecto de la Bienal. Expondré junto a Juan Sebastián Ramírez, artista y curador dueño de un espacio muy interesante que se llama Bis. También voy a exponer en Medellín y en Barranquilla. Aunque no me gusta mucho la clasificación de una cosa es una cosa y otra es otra, me parece que Colombia está viviendo un buen momento en el mundo del arte: activo, consciente y con buen rollo.
Imagen cortesía de Mónika Bravo.