Patadas voladoras que tranquilamente te podrían volar todos tus dientes. Potentes puños y codazos capaces de romperte una costilla y perforar tu pulmón. Saltos acrobáticos, estéticamente impecables, que convierten al mosh en una suerte de ballet extremo. Uno donde los cuerpos desfogan su energía, chocan, se golpean y quedan pintados con morados durante una semana. Un ballet que se aprecia en cuanto se experimente. Cada golpe que se da, cada golpe que se recibe, es una creación potente e irrepetible.
El estiramiento básico
Ejercicio de calentamiento. Pequeños saltos donde las piernas y los brazos se sueltan para no ir a lesionarse, más allá de los trancasos entre ceja y ceja que te metan los demás.
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Patada de mono volador (La Miyagi)
Mano al piso y patada al aire tumba muelas. El señor Miyagi estaría orgulloso.
La tumbametacho
Pausa y ataque sorpresa. De la fracción de segundo en que actúes depende tu victoria contra ese metacho que te está retando.
La tramadora (porque no le pega a nadie)
Salto con las dos piernas y patada voladora, seguido de puñetazos en helicóptero y una patada giratoria. Todo un espectáculo con el que te vas a hacer sentir en el mosh, pero que seguramente no le atinarás a nadie.
El chavito
Cárgate de poder chavístico con estos pasitos clásicos que te van a sacar con todos los poderes para salir a romperle la madre a todo el mundo.
Backspin potro desbocado
Que no te cojan mal parado en el mosh. Con este movimiento vas a vencer desde todos los ángulos.
Este artículo fue publicado originalmente en Noisey, nuestra plataforma de música.