Artículo publicado originalmente por Motherboard Estados Unidos.
El incendio ocurrido hace más de una semana en Notre Dame ocasionó que el techo de madera de la icónica catedral quedara incinerado y provocó daños incalculables.
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Pero una colonia de aproximadamente 180,000 abejas que viven encima de la sacristía de Notre Dame sobrevivió a las llamas, a pesar de que el humo consumiera sus colmenas.
“¡Un gramo de esperanza!”, escribió el martes el apicultor residente de la catedral, Nicolas Geant, en Instagram. “¡Las fotos de los drones muestran que las 3 colmenas todavía están en su lugar y parecen estar intactas!”
“Humo, calor, agua”, agregó. “Veremos si nuestras valientes abejas siguen con nosotros tan pronto como tengamos acceso al sitio, lo que puede llevar mucho tiempo”.
Geant se ha hecho cargo de la colonia desde 2013, cuando tres colmenas, contenidas en cajas de madera, se colocaron sobre una sección de piedra del techo cerca del extremo sur de Notre Dame, informó la Associated Press.
El jueves pasado, Geant publicó una actualización emocionante: “¡Nuestras abejas en la catedral de Notre Dame todavía están vivas! Confirmaron los administradores del sitio”.
El dióxido de carbono del humo, en lugar de matar a las abejas, “las emborracha, las pone a dormir”, dijo Geant a Associated Press. (Soplar humo a las abejas es en realidad una técnica utilizada por los apicultores para calmar a los insectos).
Geant explicó que cuando las abejas se enfrentan al fuego, “engullen” toda la miel que pueden y permanecen inmóviles para proteger a su reina. Y si bien las abejas no pueden morir por la inhalación de humo, no son inmunes a las llamas. Si el fuego hubiera derretido la cera protectora alrededor de sus colmenas, habrían perecido.
Los apicultores parisinos, llamados apiculteurs, han estado cultivando colmenas en algunos de los monumentos más históricos de la ciudad, como la Ópera Garnier, el Museo de Orsay y el Grand Palais, escribió Atlas Obscura el año pasado.
Geant llamó a la tragedia, que quemó gran parte del techo de Notre Dame y destruyó su aguja, “un buen día” para las abejas.
“No lo llamaría un milagro”, dijo, “pero estoy bastante feliz”.