Artículo publicado originalmente por Motherboard Estados Unidos.
La “cueva del dios jaguar”, un tesoro subterráneo de antiguos artefactos mayas, ha sido explorada por primera vez desde que fue tapiada deliberadamente hace más de 50 años.
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Ubicada bajo la antigua ciudad de Chichén Itzá, el sistema de cuevas está repleto de cientos de artículos que datan de más de 1,000 años, como platos decorativos, piedras para moler, incienso y figuras de Balamkú, su dios jaguar homónimo.
“Balamkú ayudará a reescribir la historia de Chichén Itzá”, dijo Guillermo de Anda, codirector del proyecto Gran Acuifero Maya (GAM) y arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en una conferencia de prensa en la Ciudad de México, el lunes. Los cientos de artefactos arqueológicos “se encuentran en un extraordinario estado de preservación”, agregó.
La cueva fue descubierta originalmente por agricultores locales en 1966, quienes alertaron a un arqueólogo llamado Víctor Segovia Pinto. Por alguna razón desconocida, Segovia decidió no explorar la cueva con mucho detalle y en cambio bloqueó la entrada con rocas.
James Brady, co-director de GAM y profesor de antropología en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles, ha estado desconcertado sobre la decisión de Segovia de sellar la cueva.
“Estoy tratando de resolverlo”, le dijo a Motherboard en una llamada telefónica. “[Segovia] pudo haber estado comprometido con otros proyectos y sabía que no tenía el tiempo ni los recursos para hacerlo. Tal vez por eso les dijo que lo cerraran y lo dejaran”.
Segovia, quien ya falleció, presentó un pequeño informe interno sobre el descubrimiento al INAH. Sin embargo, la cueva se pasó por alto durante cinco décadas hasta que Luis Un, un residente local, le avisó a de Anda.
Luis, de 68 años, fue una de las personas que exploró Balamkú por primera vez en 1966, cuando aún era un adolescente. El año pasado, llevó a de Anda y sus colegas a la entrada de la cueva, donde el equipo reconoció rápidamente la condición prístina de los artefactos.
“Nunca habíamos tenido una oportunidad como esta donde todo está intacto y protegido y no es una operación de rescate”, dijo Brady. “Por lo tanto, queremos ir despacio y hacer de este un proyecto modelo de cueva”.
Balamkú se encuentra a unos 24 metros debajo de las ruinas de Chichén Itzá, un importante centro de Yucatán que floreció desde el 600 hasta el 1200 dC y es famoso por la pirámide de El Castillo, ubicada a unos 1.7 kilómetros de la cueva.
Chichén Itzá se encuentra sobre un complejo sistema de agua subterránea que incluye sumideros llamados cenotes. Estos cuerpos de agua proporcionaban agua potable a los pueblos antiguos, pero también funcionaban como espacios rituales para ceremonias y ofrendas de sacrificio.
La importancia religiosa del sitio se demuestra mediante un “sacbe”, un camino blanco que conecta el hundimiento con la ciudad principal. Los mayas reservaban sacbes para los lugares más sagrados de sus comunidades.
“El sacbe indica que este era un sitio extremadamente importante”, dijo Brady.
Los investigadores ya han ingresado y mapeado muchos de los pasajes claustrofóbicos de la cueva sobre el nivel freático, atravesando espacios pequeños de solo 40 centímetros de ancho en algunos lugares. Finalmente, también planean explorar las partes submarinas de la cueva.
“Nunca se termina hasta que llegas al último callejón sin salida”, dijo Brady, “y aún no llegamos ahí”.