Artículo publicado originalmente por Motherboard Estados Unidos.
Las criaturas oceánicas tienen el doble de probabilidades que los animales terrestres de perder sus hábitats debido al cambio climático, según un documento publicado el miércoles en Nature.
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El estudio sugiere que las especies marinas pueden ser más vulnerables a las extirpaciones —extinción en un hábitat local— en parte porque no pueden buscar refugio de las temperaturas extremas tan fácilmente como los animales terrestres.
Liderados por Malin Pinsky, un ecologista de la Universidad de Rutgers, los autores calcularon la tolerancia al calor de 318 especies terrestres, incluidas mariposas, arañas y lagartijas, y 88 animales marinos, como peces, moluscos y crustáceos.
Los 406 animales se incluyeron en el estudio por ser de sangre fría —dependen de fuentes externas para regular la temperatura de su cuerpo— y son particularmente sensibles a los cambios climáticos.
Pinsky y sus colegas calcularon el “margen de seguridad térmica” para cada especie, una métrica que cuantifica un rango de temperatura de supervivencia. El margen es la diferencia entre la tolerancia al calor de una especie y las temperaturas de su cuerpo durante las condiciones anuales más calurosas que encuentran, y el “refugio térmico” accesible más fresco.
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Un refugio podría ser áreas boscosas con sombra en el caso de los animales terrestres o aguas más profundas y frías en los océanos.
El equipo también proyectó diferentes escenarios climáticos para los hábitats de las especies durante el siglo XXI, para tener una idea de las vulnerabilidades a largo plazo de cada animal.
Los resultados mostraron que las especies marinas tienen márgenes de seguridad térmica mucho más estrechos que los animales terrestres. Los habitantes de los océanos tropicales son particularmente susceptibles a la extinción relacionada con el clima, ya que muchos ya viven en temperaturas que infringen sus máximos térmicos.
“Los [márgenes de seguridad térmica] más pequeños para las especies marinas sugieren que el calentamiento continuo podría haber impulsado ya la extirpación de la población en el océano”, señalaron los autores en el estudio.
“Probamos este efecto [y] encontramos que las extirpaciones en las fronteras cálidas de los rangos de las especies eran dos veces más comunes en el océano (56 por ciento) que en tierra (27 por ciento)”, aclararon.
A las criaturas terrestres les puede ir un poco mejor, pero no están protegidas. Los animales terrestres estarán particularmente en riesgo si la infraestructura humana continúa fragmentando sus hábitats, lo que restringiría el acceso a las áreas de refugio térmico que necesitan para refrescarse.
Existen algunas limitaciones en la investigación, como la proporción desigual de la muestra de animales terrestres en comparación con los marinos. Pero los autores señalan que el registro fósil valida la idea de que el cambio climático puede causar eventos de extinción oceánica al empujar a las especies más allá de sus márgenes de seguridad térmica.
Al final del período Pérmico, el calentamiento global llevó a una muerte masiva de animales marinos de latitudes altas, mientras que la era de enfriamiento del Ordovícico tardío eliminó decenas de especies ecuatoriales.
“El registro paleobiológico muestra que el cambio climático puede causar graves extinciones marinas locales y globales, pero la historia no tiene por qué repetirse si la humanidad mitiga los efectos del cambio climático”, dijo el equipo.