Comida

Necesitamos cambiar la agricultura para adaptarnos al cambio climático

Banyak lahan pertanian mengering atau mengalami gagal panen akibat perubahan iklim.

Artículo publicado originalmente por Motherboard Estados Unidos.

Una nueva investigación afirma que no estamos manejando nuestras plantaciones para soportar las necesidades nutricionales globales: de hecho, usamos una cantidad desproporcionada de tierra destinada para cultivar cereales, grasas, y azúcar, y no la suficiente tierra para cosechar las frutas y verduras que necesitamos para sobrevivir.

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El cambio climático ha vuelto más crucial que nunca el producir comida tan eficientemente como sea posible. No solo el cambio climático amenaza la productividad de los cultivos alrededor del mundo, sino que el sector agrícola es una de las fuentes más grandes de gases invernaderos (superado únicamente por la quema de combustibles fósiles).

Los investigadores compararon el perfil nutricional ideal de una dieta humana con el uso de tierra y las emisiones de gases invernaderos relacionadas con la fabricación de esas comidas. Encontraron que para cultivar los nutrientes que necesitamos para nuestra dieta, tendríamos que reducir la cantidad de tierra usada para cultivar cereales en 150 hectáreas, 105 hectáreas de grasas y aceites, y 30 millones de hectáreas para azúcares.

Mientras tanto, la tierra destinada para cultivar frutas y vegetales tendría que aumentar en 171 hectáreas. (Para perspectiva, una hectárea son 10.000 metros cuadrados).

Los investigadores usaron el modelo del Harvard Healthy Eating Plate como base de un prototipo ideal de nutrición. Al hacerlo, sugirieron que por persona, necesitamos cultivar tres porciones más de frutas y vegetales, dos porciones más de proteína, así como seis porciones menos de cereales y granos, y cuatro porciones menos de azúcar.

Sin embargo, sus recomendaciones no definen qué tan grande es una porción de acuerdo con el equipo de Harvard Nutrition Source del Departamento de Nutrición, el cual diseñó el sistema del Healthy Eating Plate. “Los tamaños relativos de las porciones no se basan en cantidades específicas de calorías, y no están pensadas para prescribir un número determinado de calorías o porciones por día, dado que las necesidades de calorías y nutrientes de los individuos varían con la edad, el género, el tamaño corporal, y el nivel de actividad”, dijo el Departamento en una declaración.


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Aún así, la narrativa general de que necesitamos cambiar drásticamente nuestra producción de comida se mantiene. Así como la población mundial ha crecido, también lo ha hecho la cantidad de gases invernaderos emitidos al producir la agricultura necesaria para alimentar a todos. Desde 1993 hasta 2013, las emisiones de gases invernaderos a causa de la agricultura se inflaron en más de una gigatonelada.

La investigación señala que producimos la comida suficiente en una base anual para lograr las necesidades calóricas (no las necesidades nutricionales) de cada persona. Sin embargo, el problema que tenemos es usualmente un manejo agrícola pobre.

Una solución es comer menos carne, dice un nuevo reporte del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), un grupo de científicos climáticos trabajando para las Naciones Unidas. Pero aunque eso obviamente ayudaría a reducir las emisiones, los investigadores admiten que no es realista. “Para un cambio completo a una dieta vegetariana, donde la proteína viene de cultivos leguminosos, la agricultura global necesitaría 80 millones [de hectáreas] de tierra más arable y 360 millones [de hectáreas] de menos tierra pastizal para alimentar la población de 2050”, dice el estudio.

Dado que el hecho de que todos renuncien a la carne está fuera de discusión, los investigadores mencionaron una variedad de aproximaciones que resuelven el problema para compensar la diferencia. Por ejemplo, podríamos mejorar la eficiencia de la producción ganadera al criar animales que liberen menos gases de invernadero (las vacas liberan una cantidad excesiva de metano en sus gases, y el metano es un gas de invernadero más peligroso para la atmósfera que el carbono), o restringir el pastoreo a un área más pequeña de tierra por un período de tiempo más corto.

Los investigadores también recomendaron aumentar nuestra dependencia en proteínas alternativas como los hongos, las algas, o los insectos, así como aumentar el consumo de pescado (lo cual viene con su propio conjunto de problemas medioambientales, pero es mejor en términos de emisiones de gases de invernadero).

El reporte tiene en cuenta innovación científica y tecnológica, como los organismos genéticamente modificados, que nos han ayudado a cultivar la comida suficiente para la población global actual. Los investigadores asumen que inventaremos una nueva forma tecnológica de aumentar las cosechas de frutas y vegetales en 1 por ciento a lo largo de los 50 años siguientes—que sigue siendo lejano al 8 por ciento que sugieren para adaptarse al crecimiento de población mientras todos sigamos la dieta apropiada del Harvard Healthy Eating Plate.

“En realidad, es probable que el aumento de cultivos sea más variable debido a factores como el cambio climático y otros cambios no previstos por el sistema agrícola”, dice el reporte. Por ejemplo, desastres naturales como tifones y huracanes, que son más probables debido al cambio climático, pueden tener efectos devastadores para las cosechas de cultivos. Este año, granjeros de Florida y Georgia han perdido un estimado de 4 billones en comida debido al daño del Huracán Michael.

Otros expertos también han argumentado que deberíamos etiquetar las comidas en términos de su impacto climático para que los consumidores entiendan el impacto de sus elecciones alimenticias.

Los resultados de esta investigación hacen eco a algunos de los señalamientos realizados en el impactante informe del IPCC de los 1,5 grados: necesitamos repensar por completo la forma en que administramos nuestra comida, métodos de transporte, gobierno, y producción si tenemos alguna esperanza de mantener la población humana en un escenario climático atroz, pero igual optimista en el que solo podamos calentar el mundo un 50 por ciento más de lo que ya hemos hecho.