Palmeras elegantes cuelgan de los jardine s simétricos de casas color durazno alineadas sobre el barrio Orangecrest de Riverside, California. Pero, de acuerdo con el departamento de policía de Riverside, el 21 de diciembre un pequeño y ruidoso dron despegó de un patio, cruzó la calle, recorrió una cuadra, y dejó un paquete con drogas a sus clientes que esperaban en el estacionamiento de una iglesia cercana.
Los vecinos no fueron los únicos que lo notaron. Los agentes encubiertos antinarcóticos vieron de dónde salió el pedido y, tiempo después, arrestaron a Benjamin Baldassarre y Ashley Carroll, el padre y la madrastra de una pequeña de 9 años, bajo la sospecha de que fueron ellos que volaron el dron de su residencia en la cuadra 8700 de Chesapeake para distribuir drogas a sus clientes en el área.
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Desde hace tiempo, Motherboard ha informado del incremento de vehículos aéreos no tripulados para transportar drogas de contrabando —sabemos de los drones hackeados hechos en casa que los cárteles usan para pasar cocaína al otro lado de la frontera con los Estados Unidos, y aquellos que los mafiosos de Lituania usan para contrabandear cigarros a Rusia—. El caso de Riverside es peculiar porque se trata de un changarro de distribuidores de drogas, y no una organización criminal compleja, que usa drones para transportar su mercancía a los suburbios.
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Las autoridades recibieron varias denuncias de Baldassarre y Carroll, y han estado investigando a la pareja desde principios del mes pasado, según un comunicado de la policía de Riverside. El agente Ryan Railsback, representante de dicho departamento de policía, me dijo que la Unidad Antinarcóticos se sorprendió al enterarse del uso de un dron. Ya que fueron testigos del intercambio de drogas, la Unidad de Narcóticos presentó una orden para catear la residencia de donde despegó el dron, a un cuarto de milla de la iglesia.
Dentro de la casa, los detectives confiscaron metanfetaminas, dulces con LSD, y fentanilo en polvo, pero, en particular, un dron.
Railsback destacó que este caso no es diferente a uno donde no está involucrado un dron. “El mecanismo o la forma en que distribuyen las drogas es nuevo e innovador en cierto sentido, pero no cambia nada”, dijo. “No existe un crimen específico por el uso de un dron o algo diferente a un intercambio de drogas mano a mano. No hay cargos adicionales”.
La pareja recibió cargos por posesión de substancias controladas, posesión de drogas ilegales con el propósito de venta, conspiración para cometer un crimen, y poner en riesgo la vida de un menor, ya que su hija de nueve años vive en la casa.
Railsback dijo que la policía de Riverside nunca había lidiado con un caso de drogas donde se utilizara un dron.
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“Nada parecido”, dijo mientras reía. “Es la primera vez que experimentamos algo así. Si los chicos malos empiezan a innovar, entonces tendremos que hacer cambios para estar siempre preparados”.
De cualquier forma, volar un dron ruidoso a baja altura con una carga de drogas por todo el vecindarios no es la mejor idea cuando tus vecinos ya sospechan de ti.
Sucesos como este podrían ser más comunes, pero Railsback añadió que este caso en específico no ha incitado a las autoridades de Riverside a pensar que se trata de una práctica generalizada.
“Solía tener un dron”, admitió. “Pero lo dejé de usar”. Mencionó que si se tratase de un dron controlado por un padre y su hijo no hay nada de qué alarmarse.