Fiel a la polémica que rodeó sus años de futbolista, Cuauhtémoc Blanco ya tiene lanzada en su contra a la prensa política de México que señala el modo bizarro en que fue postulado y electo alcalde de Cuernavaca. Columnas y publicaciones coinciden en que, en pos de mantener el registro, el partido que lo lanzó vio en él a un ídolo de masas sin el descrédito de la mayoría de los políticos, capaz de garantizar una buena cantidad de votos. A partir de ahí están las que dicen que recibió ocho millones de pesos por contender, que ni siquiera reside en el municipio que ahora gobierna y que quienes están detrás de él truquearon el papeleo para acreditarlo como candidato.
Si la prensa de fútbol solía presentar a Blanco como un genio capaz de lo mejor y lo peor dentro y fuera de las canchas, la prensa de política ya comienza a presentarlo como un títere chabacano, ignorante e inexperto que tarde o temprano se acomodará a los vicios de su nuevo ambiente para poder gobernar. El “Cuauh” político, dice esta narración, nació de la manipulación para propósitos electorales del éxito del “Cuauh” futbolista y este escenario es la peor de la golizas contra sus gobernados los próximos tres años.
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El caso del ex jugador del América y del Tri al menos de inicio se parece al del protagonista del clásico de Hollywood, Mr Smith goes to Washington. La cinta comienza narrando el problema surgido a la muerte de un senador proveniente de un estado gobernado por un político vendido al servicio de un magnate llamado Mr Taylor. El gobernador, en contubernio con Taylor y con otro senador del mismo estado, Mr Payne, deciden reemplazar al congresista muerto con Jefferson Smith, el idealista e inocente líder de los Boy Rangers (un grupo parecido a los boy scouts) tan querido por todos como inexperto en asuntos legislativos. Pero eso no importó a quienes lo designaron: había que escoger a un títere manipulable para votar a favor todo aquello que beneficiase los negocios de Mr Taylor. Smith llega a Washington e inmediatamente los periodistas lo humillan tachándolo de Christmas Tiger, un senador de adorno más, un payaso incompetente elegido por dedazo.
Herido en su dignidad por la revelación de la prensa, Smith decide redactar una iniciativa propia para demostrar su valor como representante del pueblo. Su propuesta consiste en usar la ley federal de egresos para construir un campamento nacional de verano para jóvenes sobre terrenos ubicados en su estado. Sin embargo, los terrenos son parte de un esquema corrupto de Mr Taylor, quien planea venderlos para levantar una presa injustificada que le costará de más a los contribuyentes. Smith entra así en conflicto con el poder corrupto de Taylor y con Mr Payne, su verdadero títere en el Capitolio.
El mensaje esencial de Mr Smith goes to Washington es que el único requisito indispensable para ostentar un cargo público es tener valor cívico. Como el “Cuauh”, Jefferson Smith carecía de la formación y experiencia necesarias para ser profesional de la política. Y aunque Smith llegó a Washington por designio de verdaderos “políticos profesionales”, el ex líder de los Boy Rangers puso en práctica en la capital los valores que lo hicieron volverse un personaje apreciado por la comunidad en su estado.
Quizá el “Temo” nunca pensó que ser alcalde le traería burlas y problemas aún más graves que los que enfrentó cuando le fracturaron la tibia en el Azteca, lo mandaron a la banca en España o lo exiliaron del América rumbo al Necaxa o al Veracruz. Sus gestas futbolísticas le dieron notoriedad entre los mexicanos pero sus andares políticos pueden mandarlo al anonimato o a la irrelevancia. Como Smith, no obstante, Cuauh podría dejar huella en la política si conserva ese algo que lo encumbró para así cortar los hilos con los que están arriba y detrás de él.