Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Sentado en un sofá con el brazo alrededor de su abuela, el actor e influyente, Curly Velázquez habla sobre el impacto que tuvo en él uno de sus ídolos: Walter Mercado.
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“Imaginen a un joven de 20 años en la actualidad que dijera, ‘Les leeré el horóscopo. Soy no-binario y asexual’. ¿Bromeas? Sería famoso en Instagram”, dice. Aunque saltó a la fama en los 90 y murió el año pasado, el querido astrólogo y sus famosas lecturas de horóscopos parecían una premonición de un mundo donde la fluidez de género y la sexualidad, y la fascinación por las cartas natales y los ascendentes se debatían con regularidad. De hecho, podría decirse que él fue el modelo de esta forma de vida cósmica y sin ataduras.
Mucho Mucho Amor, un nuevo documental de Netflix trata sobre la vida de Mercado, un hombre cuyo sentido de la moda extravagante y andrógino, su entusiasmo por la vida y sus mensajes genuinos de amor, lo convirtieron en más que un ícono en los hogares latinos. Era como una deidad, amada y venerada, tanto una personalidad televisiva como una fuerza de poder de otro mundo.
Dirigida por Cristina Constantini y Kareem Tabsch, el documental captura los últimos dos años de la vida de Walter Mercado, los cuales pasó principalmente dentro de su opulenta fortaleza en Puerto Rico antes de su muerte en noviembre de 2019, a la edad de 87 años. La película culmina con la visita de Mercado a una exposición sobre su vida y obra llamada Mucho, Mucho Amor: 50 Years of Walter Mercado en el HistoryMiami Museum, que se inauguró en agosto de 2019. Fue en la inauguración del evento que Mercado dio su última característica oración de despedida dramática a su adorado público. Murió tres meses después.
La cinta captura maravillosamente la esencia del hombre con cabello rubio y capas incrustadas de diamantes. Su título es un recuerdo de su famosa frase de despedida al concluir sus lecturas televisadas, que se emitían en varios programas de entretenimiento y noticieros vespertinos como Primer Impacto, durante su carrera de cinco décadas. Mercado oscilaba las manos sobre su corazón como un ritual espiritual mientras pronunciaba las palabras “mucho, mucho amor”, luego se llevaba las manos a los labios para enviar su mensaje con un beso.
Al igual que muchas personas latinas en todo el mundo, Constantini y Tabsch crecieron viendo Mercado en televisión: Cristina en Wisconsin rodeada de su familia argentina y Tabsch en su hogar cubano-libanés en Miami. El productor Alex Fumero los presentó hace tres años, después de que ambos cineastas se habían comunicado con él de manera independiente para hacer un documental sobre Mercado.
Un día después de que se conocieron, Constantini le dijo a VICE que ella y Tabsch fueron a Puerto Rico para encontrarse con su ídolo. Constantini recuerda una sala estilo setentera forrada con una decoración extravagante. Esperaron 45 minutos hasta que, finalmente, Mercado entró a la habitación, vestido de lino blanco y lentes Yves Saint Laurent.
“Era como si flotara, como si se deslizara, y caminara por encima de nosotros”, dijo Constantini, “Se veía majestuoso y magnífico, sostuvo nuestras manos y nos miró profundamente a los ojos. Te veía el alma”. Contrariamente a su exuberante personalidad pública, Tabsh recuerda a Mercado como alguien genuinamente amable, cariñoso y con los pies en la tierra, como la persona que salía en la televisión, pero con “un octanaje más bajo”. “Tenía una mirada intensa que te hacía sentir no solo que eras la persona más importante del mundo, sino que eras la única persona en el mundo en ese momento”, dijo Tabsch. “Diría que [conocer a Mercado] es lo más cercano a una experiencia religiosa que he tenido”, explicó Constantini.
El hecho de que la historia de Mercado tardara tanto en ser contada es decepcionante considerando la magnitud de su fama e importancia en la cultura latina. “Teníamos una especie de chip en nuestros hombros de que teníamos que ser nosotros los que lo hiciéramos porque parecía muy obvio”, dijo Constantini. “Es un ícono. Todo lo relacionado con él merece ser memorizado y capturado”. La visibilidad que ofrece una producción de Netflix como esta (la película se traducirá a 30 idiomas y se mostrará en 190 países) es un paso en la dirección correcta, no solo porque le da a Mercado el reconocimiento que merece, sino también por la oportunidad que presenta para contar una historia más rica y llena de matices del ícono latino, solidificándolo como un símbolo de esperanza para las personas queer en Latinoamérica.
“Yo, un joven queer que tal vez no entendía lo que significaba, pero sabía que era diferente, de repente, vi a una persona de otro mundo y diferente de la misma forma que yo esperaba ser –aunque yo no era tan fabuloso como Walter Mercado”, le dijo Tabsch a VICE. “Mi familia lo amaba, y nuestra cultura lo amaba, y si podían amarlo a él por ser diferente y estar ahí afuera, tal vez podrían amarme a mí también. Eso era impresionante para un joven queer”.
La sexualidad de Mercado ha sido durante mucho tiempo un tema de fascinación y burla en los medios de comunicación latinos. Después de que saltó a la fama, los presentadores de televisión latinoamericanos lo bombardeaban con preguntas sobre su vida amorosa; los comediantes se burlaban de él con ademanes exagerados y doble sentido. Dentro del contexto súper católico, homofóbico y misógino de la cultura latinoamericana dominante, era una anomalía, en parte porque su identidad de género y su sexualidad no eran fáciles de identificar. “La primera vez que vi a Walter Mercado en la televisión fue un shock”, dice Eugenio Derbez, un famoso comediante mexicano que aparece en el documental. “Pensé, ‘¿Qué es lo que estoy viendo? ¿Es mujer? ¿Es hombre? ¿Es un hechicero?’”. En un video de archivo de los años 90, vemos a Derbez parodiando a Mercado en uno de sus programas de comedia. Mercado odiaba notoriamente todas y cada una de las imitaciones que le hacían.
Cuando los cineastas le preguntan a Mercado por qué nunca ha hablado sobre su sexualidad, él responde con un enigmático poema: “Tengo sexualidad con el viento, con las flores del jardín, con todas las demostraciones de belleza de la naturaleza. No necesito a una persona para hacerme feliz, para tener una experiencia orgásmica, no. Tengo sexo con la vida… con la ropa, con la belleza”.
Como alguien que también creció viendo a Mercado desde el sofá de mi casa en Tijuana, México, esperando que dijera mi horóscopo con su estilo dramático característico (¡CÁN-cerrrr!), nunca sentí que él estuviera escondiendo o guardando un secreto. Es posible que no siempre lo haya entendido, y que él nunca haya explicado su identidad en términos a los que nos han condicionado entender (heterosexual, homosexual, masculino, femenino, etc.), pero estaba claro que él vivía en un plano completamente diferente al resto de la población. Y que necesitábamos ponernos al día.
Constantini me contó sobre unas grabaciones que descubrieron al crear la película. “Creo que eran de principios de los 70, donde dice que el futuro no es masculino o femenino, que el futuro está en algún punto intermedio, como que el género es una construcción”, dijo. “Y la gente no hablaba de eso en los 70. Estaba adelantado a su tiempo”.
En noviembre, después de la muerte de Mercado, comencé a pensar en su legado y en cómo sirvió como recordatorio de que la cultura y la identidad latina no son monolíticas: “Venimos de diferentes países, hablamos variaciones del mismo idioma y/o diferentes idiomas indígenas, y abarca un caleidoscopio de tonos de piel y creencias”, escribí . “Compartimos muchas cosas y otras no tanto. Pero Mercado es una de las pocas figuras de la cultura pop que nos unió a todos”.
Incluso con las presiones y los prejuicios que están presentes en la cultura latina, Mercado era él mismo sin complejos, y millones de personas en todo el mundo lo amaban y creían en él. Si bien no era insensible al ridículo ni a la homofobia, era venerado por la mayoría de las abuelitas, los más machistas de los tíos, y los niños y adolescentes millennials que se callaban cada vez que aparecía en la pantalla.
Mucho mucho amor asegura que las futuras generaciones también tengan un pedazo de Mercado, independientemente de dónde vivan, qué idioma hablen, cual sea el color de su piel, a quién amen, cómo se identifican o las creencias que tienen. Y en sus mensajes de amor, fuerza y compasión, podrán ver un reflejo de sí mismos y sentirse amados.
“La historia latina se pinta con un pincel muy amplio”, dijo Constantini. “En el panorama de los medios de comunicación, solo existen historias de inmigración o narcos. Pero la verdad es que había figuras como Walter que no entra en ninguna categoría. Siento que necesitamos esas historias. Tenemos muchas facetas y Walter tenía muchas, muchas facetas. No hay nadie como Walter. Nunca lo habrá”.
Alex Zaragoza es escritora senior en VICE. Síguela en Twitter.