Salud

Deja de ponerte ajo en la vagina, por favor

cloves of garlic peeled

Artículo publicado originalmente por MUNCHIES Estados Unidos.

La Dra. Jennifer Gunter, obstetra/ginecóloga y autora, es experta en varios aspectos de la salud de la mujer, y al parecer también es experta (quizás sin intención) en decirnos qué clase de cosas debemos evitar poner en nuestra vagina. En un artículo para el New York Times, que literalmente se llamó “Estas son cosas que no debes poner en tu vagina”, nos advirtió sobre el jugo de limón, el yogur y las esponjas de mar. En su propio sitio web, escribió “Lo que no deberías poner en tu vagina”, donde incluyó el Vick VapoRub, las esponjas para maquillaje y una abominación generada por Etsy que involucra corteza de árbol y larvas de avispa picadas.

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Y, justo ayer, publicó un hilo de nueve tuits donde explicaba por qué tampoco es bueno introducir dientes de ajo en la vagina.

Antes de pasar a los tuits de la Dra. Gunter, vale la pena señalar que la idea de que el ajo se puede usar para curar una infección vaginal no es nueva, pero sí se ha difundido a través de Internet con suficiente frecuencia como para que incluso la marca antifúngica Monistat abordara tal rumor en su sitio web.

“En algunos círculos, el ajo es venerado por sus cualidades desintoxicantes. Para aquellos que se suscriben al uso medicinal del ajo, éste se puede usar para tratar infecciones fúngicas al insertarlo en la vagina”, según el sitio web de Monistat. “En realidad, la inserción de cualquier objeto extraño en la vagina puede causar más complicaciones o incluso empeorar una infección. No hay pruebas científicas de que el ajo pueda curar una infección por hongos, así que no te pongas en riesgo”.

Si no quieres ser del tipo de persona que se deja llevar por la propaganda falsa, quizás la Dra. Gunter pueda ayudarte. En su hilo de Twitter, escribió que muchos “aficionados al uso vaginal del ajo” introducen un diente de ajo en la cavidad vaginal porque creen que la alicina, un compuesto de azufre presente en el ajo, tiene propiedades antifúngicas. Técnicamente eso no es falso, pero el ajo debe estar cortado o triturado para producir alicina, y la Dra. Gunter realmente no recomiendo en lo más mínimo que conviertas a tu vagina en una especie de platillo culinario.

“Para que el ajo tenga algún efecto médico, debe estar machacado o picado, por lo que introducirte un diente de ajo entero no ayudará en nada y solo expondrá a tu vagina inflamada a las posibles bacterias del suelo (como el bacilo Clostridium botulinum, la bacteria que causa el botulismo ) que aún podrían estar presentes en el ajo”, escribió anteriormente en su sitio web. “Ya que no se eliminan fácilmente con el lavado”.

Gunter también dice que, aunque las infecciones fúngicas son bastante comunes, no todas las personas que se “automedican” para tratar esos síntomas tienen realmente una infección, así que felicitaciones a todas las que han convertido a la cavidad más sensible de su cuerpo en un platillo culinario SIN NINGÚN MOTIVO REAL.

Y nuevamente, aunque es fácil descartar esta idea, o preguntase quién haría algo así, también es un remedio casero sorprendentemente común. En una entrevista con la revista médica Scientific American, el Dr. Paul Nyirjesy, director del Centro de Vaginitis de Drexel, dijo que hasta el 10 por ciento de sus pacientes habían intentado usar el ajo como cura para una infección vaginal fúngica. “Pero no puedo recordar a una sola paciente que me haya dicho que uso ajo y sintió que le era de utilidad”, agregó.

Tanto la Dra. Gunter como el Dr. Nyirjesy han hecho referencia a cualquiera de los dos estudios que analizaron la efectividad del ajo como un posible tratamiento de los hongos vaginales, y ninguno de los dos fue concluyente. El primero, que se publicó en The Iranian Journal of Nursing and Midwifery Research, comparó el uso de la crema antimicótica clotrimazol con una crema de ajo y tomillo. Sesenta y cuatro mujeres que tenían síntomas de infección fúngica fueron tratadas con una crema u otra y, según los autores del estudio, todas tuvieron una “mejoría idéntica”, independientemente de lo que les hubieran recetado.

Al parecer, los investigadores se contentaron con encogerse de hombros y decir “TODAS ESTÁN CURADAS”, pero Nyirjesy señaló que no se realizaron estudios de seguimiento o exámenes para ver si alguna de las mujeres sufrió infecciones posteriores después de suspender la crema de ajo y tomillo.

El segundo estudio fue para determinar si los suplementos orales de ajo podían usarse para reducir el conteo fúngico vaginal, pero no funcionó. “Este estudio proporcionó datos para los cálculos del tamaño de la muestra en estudios futuros del efecto antifúngico del ajo, pero no proporcionó evidencia útil para la práctica clínica sobre el uso del ajo en la candidiasis vaginal”, concluyeron los autores.

No es solo el ajo, y no son solo algunos grupos raros de Facebook los que abogan por este tipo de prácticas. A principios de este año, Marie Claire UK publicó un artículo que enumeraba varias cosas que las mujeres podían hacer para “dar inicio” a sus períodos, incluso ponerse perejil en la vagina. “El perejil puede ayudar a ablandar el cuello uterino y nivelar los desequilibrios hormonales que podrían estar retrasando tu ciclo menstrual”, dice el artículo, una afirmación que provocó que varios ginecólogos respondieran con un casi simultáneo “NO TE PONGAS PEREJIL AHÍ”. (Marie Claire rápidamente eliminó el artículo, alegando que daba una “mala orientación”.

“Hay muy pocas cosas que puedes poner en tu vagina y las verduras en general no son una de ellas”, dijo en ese momento la Dra. Sheila Newman, obstetra/ginecóloga de Nueva Jersey. “Hay maneras de que manipular tu ciclo menstrual y evitar tener tu período en ciertos momentos, pero debes discutirlas con tu ginecólogo”.

Y por “equivocada” que sea la idea de poner en nuestras vaginas perejil, ajo, hierbas o cualquier otra cosa, esto podría tener mucho menos que ver con una mala información o una mala educación y mucho más que ver con la casi eterna estigmatización de los problemas de salud de las mujeres. Es más fácil, menos invasivo y menos vergonzoso ir al supermercado que ir al médico. E incluso en un entorno clínico, podemos ser (y hemos sido) avergonzadas, criticadas y cuestionadas acerca de todo, desde nuestras actividades sexuales, hasta nuestra apariencia, o si experimentamos o no determinados síntomas.

Si algo fuera de lo común sucede ahí abajo, intentemos preguntarle a un profesional médico, y procuremos que se trate de alguien en quien confiemos y con quien nos sintamos cómodas.

Y esforcémonos por no poner ajo más que en nuestra comida y boca, por favor.