Así se filma un bukkake

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Sexo

Así se filma un bukkake

Torbe nos invitó a presenciar cómo se graba un bukkake.

Torbe, el productor español que me invitó a presenciar la filmación de un bukkake, grita "¡Acción!". Rocían a Bianca, la víctima, con aceite de bebé y todos empiezan a meterle mano, por detrás y por delante, le tocan las tetas, Bianca se anima y va cambiando de miembro, con las dos manos masturba a algunos mientras tiene la boca ocupada con otros al mismo tiempo.

Este 2015 se cumplen diez años desde que Ignacio Allende Fernández, mejor conocido como Torbe, iniciara los famosos bukkakes a través de su página porno putalocura.com. En este género pornográfico, inventado por los japoneses, una cantidad indeterminada de hombres se alternan para expulsar su semen sobre el rostro de un hombre o una mujer, y si aún queda esperma, lo posan en una copa para que luego sea bebido por la "víctima", como se le conoce a la persona a la que le vacían el semen. Todo viene desde el Japón imperial del siglo VII a.C. donde se castigaba a las mujeres infieles con esta práctica humillante que limpiaba la hombría del afectado.

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En Japón hay una censura férrea hacia cierto tipo de porno: no se permite mostrar penetraciones vaginales o anales reales, sino que estas imágenes aparecen pixeladas o bien sólo pueden verse en animaciones. Por lo tanto se inventaron formas, como el bukakke, donde lo pueden mostrar todo.

Desde que creó el portal Putalocura, Torbe asegura que los bukkakes son lo que más se descarga de su página. Hasta el día de hoy ha hecho 131, y han participado innumerables hombres y 70 chicas.

En España, Torbe es conocido como "El rey del porno freak" y aunque tiene unos cuarenta y tantos años de edad, su apariencia es más de un niño juguetón. Es un antitodo. Lo políticamente correcto le saca de quicio. Lo conocí hace tiempo. Me recibió en su casa, que bautizó como "Villacerda" porque, sin duda, ahí pasa de todo. En la sala del primer piso, en un ambiente total de oficina, cuatro chicos controlaban delante de sendos ordenadores todo el mercado que generaba su imperio porno español.

En aquel momento, los interesados pagaban veinte euros por participar, hoy es gratis. A cada uno de los implicados se le pide un examen de enfermedades venéreas y de VIH, una fotocopia de su documento nacional de identidad y el número de teléfono. La cosa, al menos en ese aspecto, es "limpia". Torbe me dice: "Mira, los bukkakes de Putalocura son todo ventajas: venir a que te la chupen es completamente gratis, pero es muy importante no pajearte en unos días para echar una buena leche y que la protagonista disfrute. Son actrices porno al alcance de los mortales, ¿qué más puedes pedir?"

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Me presenta a Bianca, una rubia que había grabado con él un capítulo para uno de sus especiales llamado "pilladas", donde supuestamente conoce a las chicas en la calle y las invita a tener sexo a cambio de unos euros.

Para Bianca, ese día iba a ser su segundo bukkake. Su apodo es La Jevi, debido a su gusto por el heavy metal. Sus bandas favoritas son Obús y Barón Rojo. Me dijo que era de Tenerife y estaba ahí porque "quería ganar dinero". También porque le "encanta chupar pollas, porque puedo hacerlo", y ser follada por varios al mismo tiempo también le gustaba, "porque también podía hacerlo" me dijo con mucha seguridad.

Antes de empezar estuve con ella un rato a solas en una habitación de la enorme casa. Mientras se maquillaba, bebía tinto de verano de una botella de plástico "para pillar un pedo rápido y disfrutar los sabores del semen de todos". Le hice unas cuantas fotos y Torbe avisó de que la sala ya estaba lista para recibir a los participantes y a la víctima.

En una sala de la parte de arriba de la casa había nueve hombres con máscaras de monstruos y de carnaval y solo tres de ellos tenían la cara descubierta. Torbe me dice: "Los enmascarados quieren ser anónimos totales, porque son casados o tienen novias, aunque si ellas son listas a lo mejor los reconocen por la polla o las manos".

Ponen una pequeña toalla sobre el suelo de parquet y Torbe le pide a Bianca que se arrodille sobre ella. Da las indicaciones de cómo deben correrse en su boca, "Para que no se pierda en cámara nada del latigazo del orgasmo, por favor apuntad bien, ¿vale?", les dice como el buen maestro. La visión de los enmascarados asintiendo resulta algo tétrica.

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Torbe filma todo con una pequeña cámara. No pasa mucho tiempo antes de que se corra el primero, y al rato todos en cadena empiezan a correrse en la boca de la lasciva Bianca, que ríe y parece disfrutar de toda esa mezcla de proteínas en su cara.

Todo ha durado unos 15 minutos.

Los hombres han cumplido su fantasía, han emulado esos juegos juveniles de pajilleros y se retiran silenciosos, quizá pensando que los orgasmos que les esperan serán en la soledad de sus habitaciones.

Bianca se ducha y casi inmediatamente Torbe le pregunta si quiere hacer una escena porno con uno de los participantes enmascarados que todavía tiene energía y quiere cumplir otra fantasía. Ella acepta encantada porque serán unos cuantos euros más que ganará. Puedo acceder a la toma y es lo clásico: sexo oral, penetración y corrida. Después de la sordidez del bukkake, eso parece un juego de niños.