Hay cosas mejores que atragantarse con uvas despepitadas al ritmo de un reloj y meter oro en la copa como raperos de los 90. Os recomendamos hacerlas en grupo.
Dan, dan, dannnnn… Las campanadas de fin de año son como los pasos de un condenado a muerte antes de llegar a la inyección letal: un reloj que te recuerda que eres humano, que ha pasado otro año más y que, por tanto, te va quedando menos en este planeta. La cuenta atrás tras la que, -obligatoriamente-, tienes que explotar de alegría porque a todo el mundo le gusta comerse las uvas, ¿no, ¿NO? No, hay gente que no lo hace: estamos hablando de los hikiko-mori que se encierran en su habitación en cuanto empiezan a repicar los cuartos para ver capítulos de One Piece en bucle, los profetas del fin del mundo que piensan que con las campanadas se abrirán las tierras y saldrá un pez gigante para engullirnos o esos héroes que el año pasado quitaron el reloj de Canal Sur para clavar un anuncio más y dejar una parte de Andalucía a medias. Con dos cojones.
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Comerse las uvas, meter algo de oro en la copa como raperos de los 90, llevar la ropa interior roja como si fuéramos de despedida o hacer el mongolo a la pata coja son cosas que no van con nosotros. Hay mejores cosas que hacer que atragantarse con uvas despepitadas y peladas al ritmo de un reloj. Aquí os prestamos algunas de ellas, listas para ser disfrutadas en grupo.
Vete al KFC
Los japoneses no son cristianos pero ven en la Navidad una hermosa oportunidad para entregarse al folclore como si fuera el Orgullo Gay o la tomatina de Buñol. Su imagen prototípica de las fiestas procede de los primeros anuncios de Kentucky Fried Chicken emitidos en los 60 en su país así que, lo que hacen en estas fechas es irse a "su local más cercano" y comer pollo frito con un gorro de Papá Noel en la cabeza. Piénsalo: en realidad, es lo más punk que puedes hacer: coger a tus amigos, pasar de langostinos y foie, y plantarte en un KFC cualquiera a comer patatas y 'nuggets' mientras, en el exterior, los matasuegras y los gorros con brillantina se adueñan del resto de la gente.
Mójate el bullate
En Brasil, todo el mundo sale en fin de año a saltar olas a la playa para que la buena suerte les acompañe. Si eres un afortunado residente en una ciudad con costa puedes emularles. Baja a la playa urbana de turno, despelótate y recibe al Año Nuevo como se merece: haciéndole un glorioso calvo sumergido en el agua helada o haciéndole una aguadilla al pánfilo que siempre se acopla aunque no le haya invitado nadie.
Es posible que el día 31 no haya buenos conciertos. Es posible incluso que NO HAYA NINGUNO, pero, ¿sabes qué? Que lo puedes montar tú mismo convocando a esos colegas que tocan el bajo y la guitarra de cualquier manera. O puedes ir un paso más allá y contratar a algún artista de nivel para que ese día toque en tu casa. Luixy Toledo es una gran opción y está abierto a contrataciones. "El amor con mujeres diferentes" o "Exorcismo" (del que Michael Jackson sacó "Thriller") sonarán en alta fidelidad en tu salón.
Cocina con tus hermanos de sangre
Oh, ¿acaso no es bello esto? Monta una cena con varios amigos y trata de coordinarlo todo para que, entre todos, diseñéis la mejor velada posible. "Tú, Julio, como eres gay, la crema de langosta. Tú, Patxi, como eres vasco, te encargas del solomillo". Te garantizo que a la una de la mañana no os habréis sentado todavía y que acabaréis teniendo que ir a por arroz de madrugada a los puestos de comida china de Gran Vía. Inolvidable.
Vete a ver Star Wars
Este plan puede hacerte muy, muy popular entre tus amigos porque, sí, ESTÁ DE MODA. Solo hay un problema: los cines cierran antes en Nochevieja para que sus privilegiados empleados cenen con sus familias. ¿Es que no hay ningún demente que prefiera estar poniendo una vez más 'The force awakens' en lugar de disfrutando del besugo de su madre? Siempre puedes alentar a tus colegas a que os disfracéis y recibáis al Año Nuevo viendo la primera o la segunda trilogía, las series de dibujos o el Star Wars turco que, eh, está en Vimeo con subtítulos.
Rompe tu vajilla
Solo una sociedad tan económicamente saneada como la danesa es capaz de haberse imaginado algo como esto: recibir el Año Nuevo rompiendo platos. Sí, como si fuera una peli de Lars Von Trier. Si quieres divertirte con tus amigos puedes imitar a tus superiores del norte. Eso sí, el día 2 estarás en Ikea para reponer los platos rotos. Bueno, al fin y al cabo, son suecos: todo queda en Escandinavia.
Sal corriendo
Oye, el running mola. Y ya están las San Silvestre para despedir el año. El único problema es que terminan antes de la hora de cenar. Vaya. Pero, ¡eh!, nadie te impide seguir corriendo. Maldito Forrest, ¡corre y deja atrás el sonido de las campanadas! ¡Y también esas voces de tu cabeza!
Cambia las uvas por lentejas
Los italianos siempre saben lo que hay que hacer. Ellos tienen la mejor comida del mundo, a Andrea Pirlo y visten como si tuvieran un padre sastre. Por eso, si ellos comen lentejas en Navidad, tú también deberías hacerlo aunque yo no cerraría tanto el círculo. Honremos a las legumbres con el Nuevo Año y degustemos en buena compañía judiones de la Granja, fabes con almejas, ollas gitanas y demás delicatesen. Y luego, bailemos.
Dale un beso a alguien
Esto es muy bonito y lo habrás imaginado cientos de veces. Se trata de plantarte en casa del chico o la chica que te gusta en medio de las campanadas, llamar a la puerta y besarle apasionadamente. Es guay, ¿verdad? Es un acto tan desesperadamente romántico que probablemente te garantice una denuncia o una orden de alejamiento.
Disfrázate de vikingo
Siempre es un buen momento para disfrazarse de vikingo. En Edimburgo lo hacen el día 29 de diciembre y se lo pasan pipa. Al fin y al cabo, consiste en comportarte sin ningún tipo de modales y no llevar ropa interior. A tus colegas les encantará recibir el año así, a medio camino entre el Thor del marido de Pataky y el Techno Vikingo. Hurra.
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