¡Quiero ver sangre! Una noche de lucha extrema mexicana

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¡Quiero ver sangre! Una noche de lucha extrema mexicana

A diferencia de la lucha "tradicional" —a ras de lona, con llaves y vuelos—, en esta modalidad no existe la descalificación, por lo que se pueden utilizar sillas, tablas, alambre de espinos o los tan vistosos tubos de neón.

Faltan más de seis horas para que empiece el espectáculo en el Arena Afición de Pachuca, Hidalgo. Hay tiempo de vestir el ring con las lonas de Desastre Total Ultraviolento (DTU) e instalar un puesto con máscaras, camisetas, gorras y sudaderas.

La lucha estelar será ultraviolenta, con lámparas de neón en las cuerdas y una cama de latas partidas. A diferencia de la lucha "tradicional" —a ras de lona, con llaves y vuelos—, en esta modalidad no existe la descalificación, por lo que se pueden utilizar sillas, tablas, alambre de espinos o los tan vistosos tubos de neón.

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Este tipo de encuentros no son nada nuevo en el pancracio nacional, aunque generalmente no eran ultraviolentas, sino extremas, en las que se puede utilizar cualquier objeto que no sea perforante o cortante. Ya en los setenta, en el Arena Coliseo, se celebraban los martes de rudos contra rudos. Se ponían tan intensos que estaba prohibida la entrada a menores de edad.

Para la siguiente década, el hoy extinto Toreo de Cuatro Caminos albergaría los que quizá son los combates extremos más populares. De hecho, por esos años, un trío que después sería conocido como Los Misioneros de la Muerte le provocaría un infarto al ya cansado Santo, que paulatinamente lo llevaría al retiro. Era la época de Sangre Chicana, Perro Aguayo, Los Villanos y Los Brazos.

Miedo Extremo

Luego, la lucha extrema perdería un poco de ritmo, hasta mediados de los noventa, cuando la AAA comenzó a adoptar escaleras y hasta reproductores de vídeo, arma preferida de Heavy Metal, para vencer a rivales como Joe Líder, Nicho el Millonario, Damian 666, Halloween, Electroshock, Extreme Tiger y Lalo el Loco.

Así fue hasta la llegada de X-Law, la primera empresa de lucha con carteles totalmente extremos o ultraviolentos, y la creación de los primeros campeonatos nacionales de estas modalidades, los cuales sobrevivieron a la propia empresa.

Esta noche, en la función estelar se disputará el campeonato de parejas X-Law. En una esquina, Cíclope y Miedo Extremo. En la otra, Aero Boy y Violento Jack. Habrá sangre.

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La lucha se hace

Crazy Boy es una de las figuras detrás de la empresa independiente Desastre Total Ultraviolento (DTU), heredera de la tradición de X-Law. Treintañero y sin máscara, parece un tipo tranquilo, muy tranquilo. Quizá por sus dos décadas de experiencia: debutó a los 15 años.

"Mis ídolos eran Satánico y Fuerza Guerrera. Yo vi a los luchadores de antaño, como Los Villanos, que hacían grandes encuentros de lucha extrema en el Toreo de Cuatro Caminos. Desde entonces se pegaban con las cajas de cerveza, con las tablas que levantaban, no es nada nuevo. Desde que era niño forraba mis libretas con fotos de revistas de luchadores sangrando", recuerda.

Violento Jack

Crazy pertenece a una dinastía de luchadores y no hace caso a las críticas. Muchos consideran que es pura payasada, que suben al ring a golpearse sin sentido, sin técnica alguna.

"La lucha extrema vino a revolucionar la lucha libre, a darle el toque, siempre y cuando sea bien hecha, porque si no, se presta a algo violento. La lucha libre está dañada en ese aspecto, porque es muy fácil ver en la televisión, o en internet, que se estrellan lámparas. Eso no es lucha, no es deporte. Antes de ser extremo tienes que aprender a luchar a ras de lona. Obviamente estamos un poco loquitos y nos gusta la adrenalina. La lucha libre empezó a estar muy trillada, entonces decidimos cambiar a alto impacto. No estamos encasillados en la lucha extrema".

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Además, según Crazy, el peligro está en la lucha en sí, no en unas simples tachuelas. Como prueba, él está operado de los ligamentos de una rodilla, por un orificio en el intestino y por una fisura en una lumbar, aunque presume de no haber sufrido lesiones fuertes.

"No soy precursor de la lucha extrema. Yo la conocí en Japón; ellos son los precursores. Hay infinidad de empresas que buscan algo nuevo y diferente", reconoce Crazy.

Mientras charlamos, abajo, en el ring, los demás luchadores siguen probando el encordado entre risas y cachondeo. Se traen de bajada a Rich Swann, un estadunidense que habla poco español y responde "yo, pendejo" cuando le preguntan quién es. La gran mayoría de ellos ronda los 20 años de edad, sí, en la pura euforia juvenil.

No hay peor lucha…

Cíclope también es miembro de una dinastía. A él le enseñó a luchar su abuelo, Colmillo Blanco. Desde hace siete años es ultraviolento. Dice que está tranquilo para su próximo combate.

"Soy de familia de luchadores y desde niño fue el deporte que nos inculcaron. Mi abuelo fue luchador, y mis tíos y mi hermano. Mi abuelo, que fue quien nos enseñó las bases de la lucha libre, nunca estuvo de acuerdo en que practicara este tipo de lucha, pero siempre me gustó, desde niño veía vídeos de empresas de Estados Unidos y japonesas de luchas extremas".

Cíclope también fue testigo de esos míticos encuentros en el Toreo. Lo marcaron hasta tal punto que en un aniversario de DTU exhibió su máscara en una lucha estilo rancho de Texas, con alambre de púas en lugar de cuerdas. Perdió, pero ofreció una lucha diferente y espectacular.

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"Primero debes saber aplicar una llave, tener las bases. Muchos tienen la idea absurda de que es subirse y tirarse cosas, pero si me ponen con alguien experimentado, me va a querer meter a su ritmo y debo saber cómo responder", dice.

Para tener esas respuestas dominadas entrena unas 12 horas a la semana, entre pesas, cardio y lucha olímpica. La extrema no se practica en un gimnasio, eso es espectáculo al fragor de la batalla. Para lo que tampoco se pueden preparar es para las reacciones del público. A veces son buenas, otras no.

"Hace como dos meses, en Nuevo Laredo, la lucha semifinal era de parejas y dimos una buena función, porque al final una persona se nos acercó y nos dio cinco mil pesos en billetes de 200. Siempre nos tiran dinero, pero esa fue la vez que alguien nos dio tanto, quiere decir que sí le gustó, porque no se quedó a la estelar, que era de cabelleras", dice.

"No puedes malentender las cosas con la gente. Hay quienes confunden pagar un boleto con el derecho a ofenderte y ofenderte y ofenderte. Hay veces que la gente se pasa, va más allá de los insultos. De hecho, hay un vídeo de L.A. Park en el que un aficionado le quita la máscara, entonces se da la vuelta y le da un puñetazo. La gente cree que por pagar un boleto tiene derecho a todo eso. No me puedes tirar una botella, quizá me la puedes dar para que le pegue a mi rival, pero tirármela no. En Guadalajara, un aficionado llevó un cilindro con clavos. Sí lo usamos, pero también tengo que cuidar al compañero, ¿qué quería, que nos matáramos?"

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Cíclope prefiere otras armas, más vistosas, menos mortales.

"Me gustan las tachuelas. Donde más duelen es en los codos, te queda el dolor una semana y no puedes mover bien el brazo. También me gustan las sillas, pero funciona cualquier cosa. Al final tienes que ser original. Cuando me preguntan por qué lo hago, también me preguntan si no me duele. Sí duele, duele mucho. Y duele más cuando ya no estás luchando".

Aunque quizá duele un poco más que sea difícil vivir de la lucha libre, al menos como independiente.

"Si eres soltero y no tienes compromisos podrías tener una economía estable. Pero tiene sus trucos, como las camisetas y las gorras. A veces ganas más vendiendo esas cosas".

"La lucha extrema que conocí no era tan sangrienta; eran mesas, escaleras, sillas, otro tipo de encuentros. Me gustaba la originalidad, cómo creaban los movimientos. No era solo golpearse, era lucha. Me gustó desde que la conocí. Nunca me habían gustado los deportes, quizá un poco el boxeo. Mi papá sí es muy aficionado, pero a mi familia le gustaba más el fútbol", explica Jack.

Violento Jack lleva ocho años en la lucha extrema y es el eterno rival de Cíclope. Él no proviene de una dinastía, pero sí de una afición de toda la vida.

Aunque nadie duda que el fútbol sea real y con la lucha no siempre pasa lo mismo, me aventuro a decirle.

"En realidad es un deporte muy evolucionado. Ves jugar a grandes futbolistas y tienen ciertos movimientos, cierta magia. Imagina a puros futbolistas así, tendrías un partido más espectacular, en el que no importe tanto quién meta gol. Eso pasa con la lucha libre, ha evolucionado, cada cual le pone su granito de arena y como las reglas son tan flexibles, permite que cada uno cree su espectáculo. La gente no viene solo a verme ganar, quiere espectáculo. No quiero salir a ganar en un minuto —cuando son muy importantes, sí—, tienes que llevarlo poco a poco. Yo salgo a encarnar un personaje, a actuar. Le grito a la gente; mi trabajo es ser el malo, pero al final se te acerca la gente a pedirte una foto y entonces no puedes ser grosero. Esa es la parte que mucha gente no entiende, dicen 'Es lucha, acrobacias y teatro', y sí lo es, pero no de la forma en que la gente lo quiere creer".

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Jack sabe que para toda llave o movimiento hay una contra, como un juego de ajedrez. Eso hace que la lucha sea fluida, que no sea como una pelea callejera, dándose un golpe tras otro en el suelo durante tres minutos.

"Son muchos años de entrenamiento, estudiando al rival, sabiendo qué contrallaves usar. El que esté más preparado va a ganar, el que tenga mejor condición física va a ganar. La lucha libre es un gran desgaste, no es como correr 30 minutos, 40 o una hora que dura una lucha. Caes, te levantas, recibes golpes, das golpes, saltas, te subes, otra plancha… llega un momento en el que, aunque tú te quieras mover, la condición física ya no te da más, entonces pierde el que no tiene condición física. Eso es la lucha libre", dice.

Jack es el campeón extremo con el reinado más largo, poco más de 400 días y contando. Batió la marca de Joe Líder, de 372 días. También lo es de parejas, cinturón que pondrá en juego en unos momentos. También ahí quiere imponer su marca, pero sabe que la lucha extrema no es para siempre.

"Poco a poco voy a ir bajando la intensidad, no la puedes mantener, es muy desgastante. Quiero estar bien y ahora trato de hacer las cosas sin alocarme demasiado, sin pasar mi límite. Hay una competencia no declarada para ver quién se tira de más arriba, quién hace lo más loco; va creciendo y eso me da miedo. Una vez, en Tijuana, me tiré de un primer piso sobre una tabla, pero era muy larga y no amortiguó nada, caí al suelo. Durante mucho tiempo tuve dolores en la cintura".

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Además, incluso la lucha tradicional se ha vuelto más peligrosa, con castigos de poder, como el martinete, causante del retiro de Perro Aguayo.

"En cualquier arena y cualquier empresa hay castigos muy peligrosos, muchas variantes del martinete. Eso no es malo ni bueno. En realidad, en la extrema son golpes y cortadas. El tema de los sillazos es escabroso, pero es por otra cosa. La lucha más peligrosa es la aérea, de ahí quizá los castigos de poder y luego, la extrema. Las lesiones en la extrema son muy escandalosas, por la sangre, pero un esguince es más delicado".

Casualmente, Jack retendría el título de parejas con un martinete, después de divertirse con alambre de púas, tablas y tubos de neón.

Es la una de la madrugada y ya casi está todo listo para partir. Todos los luchadores parecen cansados, pero se declaran satisfechos. La arena no se llenó —quizá una tercera parte—, pero el público se entregó por completo en las dos luchas extremas de la noche. Tal vez se mostró poco tolerante en algún momento, pero son las ansias de ver sangre.

Los luchadores que son de la Ciudad de México regresarán en una furgoneta alquilada. No hay sitio para todos, dos de ellos viajan en el suelo y aunque luchan, igual los vence el sueño. Llegamos al Distrito Federal a las tres y oigo a uno de los más jóvenes decir que tiene clase en la universidad a las siete. Con suerte, descansará un par de horas.

Sin seguro médico, con salarios irregulares, ante un público que igual puede alabarte que vapulearte y arenas que no se llenan, parece que lo verdaderamente extremo no son las púas, sino la lucha libre independiente.

Aquí hay un video de lo ocurrido esa noche (advertencia: contiene imágenes de violencia y sangre)

Sigue a Octavio en Twitter: @octcardenas