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Cultură

Las palabras que usan los políticos para mentir sin que te enteres

En plena temporada de corrupción, refuerzan sus mecanismos de comunicación. Un experto nos ayuda a entender cómo nos la meten doblada.

​"Casta", "esas personas", "esas cosas"… son algunas de las palabras que los políticos han puesto de moda este año. A veces, el objetivo es no llamar a las cosas por su nombre, escurrir el bulto y salvar la dignidad (la poca que queda). Aunque las encuestas demuestran que a la gente es mejor no tomarle el pelo y que la opinión pública (los votantes) no se chupan el dedo.

En plena temporada de casos de corrupción, que han brotado este otoño como las setas, la clase política pone en marcha sus mecanismos de comunicación y los asesores tienen tanto trabajo como los abogados y los jueces. Las ruedas de prensa a través de pantallas de plasma se han convertido en un 'gag' cómico y creerse al presidente del Gobierno pidiendo perdón en el Senado es un verdadero acto de fe.

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Para entender los mecanismos de cada uno y saber por qué Pedro Sánchez es más soso que el pan de molde, Pablo Iglesias gesticula cuando maneja conceptos que no puede justificar o Mariano Rajoy tiene ese galopante miedo escénico, hemos consultado a Pedro Macías Rodríguez, profesor de Teorías de la Comunicación Social del Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez-Universidad de Comillas. Le hemos propuesto una lista para ver cómo se manejan con las palabras y también para descubrir cómo alguno sabe hacerlo mejor que otros.

Mariano Rajoy: Es, probablemente, el presidente con mayor miedo escénico que ha habido hasta el momento y uno de los más desacertados en sus comparecencias públicas. Demuestra sentirse muy incómodo ante situaciones que no controla, como cuando tiene que hablar de problemas que generan alarma social. Sus eufemismos son muy conocidos y poco acertados (los "hillillos de plastilina" del Prestige pasarán a la historia, del mismo modo que cuando habla de "esas cosas" para referirse a los casos de corrupción o "esas personas" implicadas en tales caso, a las que parece que no conoce pero que forman parte del su partido).

También pasará a la historia por se el primer presidente que dio una rueda de prensa a través de una pantalla para no ser preguntado por el caso Bárcenas. La historia que se montó con "una niña llamada España" durante el debate electoral con Pérez Rubalcaba no convencía ni a sus propios votantes. Ha aprendido que cuando no domina el tema, como en el caso del ébola, lo mejor es evitar actos en donde los medios le puedan preguntar directamente.

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Pedro Sánchez: De momento, el nuevo líder del PSOE parece que es precavido con sus palabras y que quiere seguir un discurso moderado. No tiene tanta presión mediática como los miembros del Gobierno y no ha cometido ninguna metedura de pata importante en sus comparecencias públicas, pero tampoco ha dicho nada relevante. Es como si quisiera mantener un perfil de comunicación bajo y solo aparecer cuando tiene la oportunidad de criticar a un gobierno, algo que es relativamente sencillo.

Trata de mantener un tono cordial pero a la vez contundente y no demasiado agresivo. Parece que quiere dejar hablar a los miembros del Gobierno para que se metan en los sembrados ellos solitos mientras a él no se le arruga la camisa. Probablemente a medida que pasen los meses tendrá un discurso más contundente. Si algún día gobierna y tiene que asumir responsabilidades, empezará a usar eufemismos, como hacen ahora los miembros del PP: por ahora es como el pan de molde, insípido. Sonríe mucho, eso sí.

Pablo Iglesias: Parece que sus capacidades como buen orador son innatas pero también se deja asesorar en relación a su imagen. Se expresa muy bien, estructura las ideas de una manera muy clara y mantiene un tono muy cercano y divulgativo (sin embargo, por cuestiones de imagen le han recomendado que se quitase el pendiente que llevaba en la ceja y que aparezca con corbata de vez en cuando, aunque sea desanudada). A veces no transmite tanto convencimiento como le gustaría, sobre todo en aquellas ideas que más le cuesta justificar. En esos momentos es cuando más gesticula.

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Sabe que hace falta generar palabras cargadas de connotaciones que sirvan como arma arrojadiza contra los otros, como el término "casta", que usa para hablar de lo que él considera que son "privilegiados".Los políticos que le han respondido por llamarles "casta" le han hecho un favor. No dijo ningún nombre en concreto, pero los que se dieron por aludidos y respondieron se convirtieron torpemente en las caras de ese adjetivo.

María Dolores de Cospedal: Ser secretaria general del partido en el Gobierno y presidenta de una Comunidad Autónoma supone estar en el epicentro mediático. Hay que se excepcional para que los nervios no traicionen ante un tema como el caso Bárcenas, cuestión con la que ha tenido que torear muy a disgusto. Se la notaba extremadamente tensa. De hecho, en la mayoría de comparecencias está a la defensiva. Obviamente, su imagen se ha idodeteriorando pero fue el precio de contener durante muchas ruedas de prensa las preguntas de los periodistas.

Su tono se ha ido haciendo cada vez más agresivo y, en ocasiones, despreciativo. La manera que tiene de hablar a los periodistas, sus "mire usted" constantes es la manera en la que la perciben los ciudadanos. Es como si en lugar de dar explicaciones, reprochase el hecho de que se le haga preguntas. No tiene expresiones famosas, pero si una imagen: la del pañuelo palestino rodeándole el cuello hace unos meses, algo que generó mucha confusión.

Ana Mato: Es uno de los miembros del Gobierno que peor se expresan. Casi todo lo que dice está previamente redactado por algún asesor de comunicación. Si no, no habla. Da la impresión que no domina las cuestiones que gestiona ni sabe dar explicaciones con aquellos problemas que le podrían afectar, como la trama Gürtel. Fallo brutal ir vestida de negro el día que anunció el primer contagio del ébola en España.

Soraya Sáenz de Santamaría: De todo el Gobierno quizá es la que mejor domina el discurso ante los medios. Más todavía, cuando ha pasado horas y horas ejerciendo de portavoz y se le ha preguntado prácticamente por todo lo que se le puede preguntar. A veces recurre al eufemismo y a las evasivas, pero parece la típica persona que no se queda tranquila si no es entendida. Por eso se esfuerza en ser clara y concisa cuando las circunstancias se lo permiten. Sabe que hay dos momentos importantes en cualquier comparecencia en los que hay que sonreír pase lo que pase: al llegar y al irse. Eso lo aplica rajatabla.