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Cultură

El día que nos hicimos cargo de un ejército de vagabundos en 2C-B

Otra tarde de martes en Bournemouth.

Quizá recuerdes que, hace un rato, unas personas realmente drogadas llamaron a VICE Inglaterra, convencidos de que les habíamos pedido escribir un blog sobre tomar drogas con indigentes en Bournemouth (cosa que no hicimos). Les pedí que escribieran algo sobre sus aventuras, y finalmente me enviaron algo.

No hay imágenes de lo ocurrido ya que, lamentablemente, el "fotógrafo" que "contrataron" resultó no existir (odio cuando eso pasa), así que me encargué de realizar una reconstrucción digital de lo que creo que pudieron haber visto. (Por cierto, nunca he estado en Bournemouth ni he probado 2C-B y no tengo idea de cómo usar Photoshop). Disfruten de mis imágenes y de este recuento inédito de sus aventuras.

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Después de una larga noche de celebrar cumpleaños y ser los úlitmos dos hombres de pie, decidimos embarcarnos en un viaje de descubrimiento por el centro de la indigencia en Bournemouth, convencidos por el reto planteado por un indigente la noche anterior, afuera de un HSBC, asegurando que "no duraríamos ni un solo día como indigentes". Aceptamos el reto, motivamos con un coctel de ketamina, MDMA y unas cuantas 2C-B, la cuales había recibido como regalo de cumpelaños. Antes de que las pastillas hicieran efecto, corrimos para comprar unas latas de cerveza.

En este punto, nos dimos cuenta, pues no somos de Bournemouth, que no teníamos idea de por dónde comenzar, así que después de meditarlo un momento decidimos (con base en nuestra experiencia colectiva) ir al Centro de Empleo. Después de pedir direcciones a unos cuántos hombres de negocios, encontramos el lugar. Tras un periodo sorprendentemente corto de tiempo, entramos en contacto con un ex vagabundo que había llegado para inscribirse. En un intento por explicar lo que estábamos haciendo (probablemente más para beneficio nuestro que el de nuestro nuevo amigo), le dijimos que estábamos escribiendo un artículo sobre indigentes y que nos encantaría que nos ayudara con nuestra aventura. La conversación nos llevó hasta su coche, con su hijo de dos años sentado junto a  nosotros, mientras él fumaba hash en el asiento del conductor. En retrospectiva, subirse a un auto con él podría haberse convertido en una idea muy tonta, pero estaba claro que no teníamos las facultades mentales para tomar las decisiones más apropiadas.

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Sin embargo, no dieron un paseo por los puntos de encuentro de los vagabundos en Bournemouth, y durante la siguiente media hora nos mostraron el área secreta del parque en la que los vagos se reunen durante el día, y los lujosos ductos de ventilación detrás del Pizza Express, los cuales los mantienen calientes mientras duermen en las noches. Aunque también cabe resaltar que gran parte del tour estuvo dedicado a los basureros donde se puede encontrar la mejor comida en todo Bournemouth.

El viaje comenzó cuando el tour terminó: en el parque. Aquí nos presentamos con la comunidad, y aunque probablemente no estaban tan felices de conocernos como creímos en su momento, ofrecerles un par de cervezas con 9 por ciento de alcohol para que compartieran entre ocho de ellos probablemente los puso de buenas. Lo que nosotros, o cualquier otra persona, pensaba en ese momento no está claro, porque a estas alturas nuestros alrededores habían comenzado a converger y a derretirse. Así que hicimos lo propio, nos tomamos otro 2C-B.

Por desgracia, hicimos esto sin pensar, frente a toda la comunidad. Y, como todo mundo sabe, mostrar cualquier cosa comestible en presencia de una pandilla de vagos es como ceder sus derechos. No fue ingenuidad, sino estupidez, lo que nos llevó a olvidarnos de esta regla y de repente nos encontramos rodeado de personas que exigían un poco de droga. Para pacificar a esta horda de indigentes, exigiendo pastillas desconocidas, cedimos y comenzamos a repartir las drogas como si fueramos empleados de una jodida cocina.

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A pesar de haber sido asaltados por una bola de indigentes, estábamos de muy buen humor y nos sentíamos listos para seguir con nuestro día. Por desgracia, uno de los vagos no se puso tan feliz cuando su viaje empezó y comenzó a preguntarnos exactamente qué le habíamos dado. Para empeorar las cosas, nuestro sospechoso grupo de indigentes llamó la atención de otros vagos en el área, quienes decidieron unirse, y no sé si fue pura envidia (o quizá, aunque poco probable, porque reprobaban nuestro deporable estado a esas horas de la mañana) pero no estaban muy impresionados con nosotros.

Entonces comprendimos que su desaprobación se debía a su agudo nivel de sobriedad, así que para reducir la tensión en el grupo, hicimos lo que pudimos y les regalamos nuestros dos 2C-B de emergencia. Aunque esto agotó nuestras reservas, y llevó a una mayor rivalidad con los recién llegados, habíamos desarrollado una especie de reputación como "los güeyes que regalan drogas", y nos habían convertido en una especie de ídolos para los indigentes. Intentamos zafarnos de todo esto para ir por más cerveza, pero esto llevó a una horda de vagos alucinantes recorriendo la ciudad detrás de nosotros, en espera de más cortesías.

Como ya no teníamos nada más que regalar, vagamos sin rumbo por el centro de Bournemouth,  recibiendo miradas confusas de los peatones antes de detenernos en el Centro de Empleo Plus, quizá para orientarnos, aunque probablemente fue para recoger más vagos. Nos convencimos que todo el mundo encesitaba escuchar nuestra hisotria, y en algo que todavía consideramos un momento de iluminación, llamamos a VICE, después de googlear el teléfono de sus oficinas en Londres. Después pasamos (según los registros telefónicos) una hora navegando por sus departamentos, mientras gritábamos toda clase de tonterías a quien estuviera dispuesto a escuchar. De alguna forma logramos llegar hasta un escritor y le explicamos los eventos de esa mañana, aunque fuimos un poco menos coherentes de lo que creímos en su momento, y nuestra realidad había adoptado elementos fantásticos; realmente creíamos que estábamos escribiendo un artículo para la revista, llamado "Cómo no ser un indigente en Bournemouth" y que nuestro fotógrafo, quien compartía nombre con nuestro amigo, se había perdido.

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A estas alturas ya nos habíamos dado por vencidos con la cerveza y necesitábamos azúcar. No queriendo decepcionar a nuestros "seguidores", literalmente, nos aventuramos en busca de un Subway, como parte de un estúpido experimento para descubrir exactamente cuánto tiempo permitirían que un grupo de indigentes y dos jóvenes se sentaran a compartir un vaso rellenable de refresco. Lamentablemente nos negaron la entrada a Subway, lo que implicaba que no habría refresco gratis para nadie. Este evento marco nuestra caída ante los ojos de los vagos, quienes probablemente perdieron el poco respeto o interés que nos tenían y se dispersaron, de vuelta a sus escondites, deseando, probablemente, nunca volvernos a ver.

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Ahí lo tienen. Todavía no estoy seguro de creerles o no, pero decidimos publicarlo y dejar que ustedes decidan.

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