Salud

La "carga alostática" es la razón psicológica de nuestra niebla mental en la pandemia

Es culpa de ella que vivas cansado por estos días.
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Foto vía Getty Images/Tetra Images

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

7:00 am: Despertar.

El miedo a engordar en cuarentena

7:30 am: Clases de yoga en línea.

8:30 am: Llevar al perro a caminar.

10:00 am - 12:00 pm: Dedicar dos horas ininterrumpidas a trabajar antes de comer un almuerzo saludable.

Este fue el horario que imaginé hace un mes, cuando comencé mi aislamiento en casa. Pensé en todo el tiempo que tendría, las comidas que amorosamente prepararía, los libros que leería y las películas que vería. Al paso de un mes, pensé que me habría enriquecido de mil maneras maravillosamente discretas y eminentemente instagrameables.

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Pero así es como realmente transcurren mis días:

7:00 am: Me despierto mientras leo Twitter y grito internamente durante 15 minutos.

7:30 am: Miro fijamente al espacio durante un rato.

8:30 am: Me pongo unos mallones y dejo que el perro me guíe por el vecindario.

10:00 am: ¿Quiero tomar una siesta en el sofá o volver a la cama? ¡Es una pregunta engañosa! No voy a llegar hasta la cama.

Mis días se han reducido al mínimo posible. Trabajo lentamente y durante grandes cantidades de tiempo, manteniendo mi nivel de energía con M&M y descansos frecuentes para ver Youtube. Junto las sobras de mis otras comidas para almorzar, y así creo lo que ambiciosamente llamo Platillos de recolección. En realidad, se trata de una pera cortada en trozos y cuatro aceitunas apiladas en una crujiente tostada de canela. He hecho yoga dos veces, y me sentí indiscutiblemente satisfecha por ello. Estoy haciendo mucho menos de lo que acostumbro, y me siento muy cansada.

Resulta que no estoy sola en esto. Nancy Sin, profesora asistente de psicología en la Universidad de Columbia Británica, dice que en situaciones estresantes como esta, nuestro cuerpo produce respuestas fisiológicas. “Nuestras hormonas del estrés aumentan. Nos preparamos para luchar o huir”, afirma. Y a medida que esta pandemia continúa y el aislamiento se prolonga, “sufrimos muchas de estas respuestas o adaptaciones fisiológicas, cada vez que nos sentimos estresados, cada vez que nos preocupamos. Y con el tiempo, estos continuos golpes, fisiológicos y psicológicos, pueden acumularse".

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Esa acumulación se llama carga alostática y es, esencialmente, el daño en nuestros cuerpos cuando están expuestos repetidamente al estrés. Y aunque parece que no hago nada la mayoría de los días, mi cerebro continúa lidiando con la ansiedad y la tensión de esta pandemia. Estoy exhausta no porque mi cuerpo esté trabajando duro, sino porque mi cerebro lo está haciendo.

En mi vida normal, veía a docenas de personas al día. Iba al trabajo, a almorzar, me reunía con amigos, iba al gimnasio y todas esas pequeñas interacciones eran señales para mi cerebro de que me encontraba bien y

formaba parte de una red social más grande. Pero estando sola, soy más vulnerable y mi cerebro trabaja horas extras para intentar protegerme.

Como explicó George Slavich, director del Laboratorio de Evaluación e Investigación del Estrés de la UCLA, los humanos somos como animales que viven en manadas, y cuando nos aislamos, nos sentimos solos.

"Esto es realmente importante con relación a la evaluación de riesgo que lleva a cabo el cuerpo, porque estar solo significa que eres mucho más vulnerable a las amenazas", dice Slavich. "Tu cerebro necesita estar en alerta máxima para asegurarse de identificar rápidamente cualquier amenaza en el medio ambiente, porque te encuentras en una situación de indefensión".

Así que mi cerebro está trabajando para identificar esas amenazas de la única manera en que puede hacerlo en este momento: leyendo las noticias. Y eso consume mucha más energía de lo que creo.

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"Se necesita mucha energía física para el trabajo cognitivo", dice Sin. "Nos estamos preocupando mucho y haciendo demasiado análisis… están sucediendo muchas cosas que están absorbiendo nuestra energía".

El equipo de Sin está realizando un estudio en el que registra cómo los participantes están lidiando con el estrés de la pandemia de COVID-19. Han obtenido más de 5000 respuestas hasta el momento, en las cuales las personas reportaron trastornos del sueño, ansiedad, agitación y depresión.

Desafortunadamente, es probable que el estrés por el distanciamiento y el aislamiento continúen por un tiempo más. ¿Cuánto tiempo más? Nadie está seguro, y eso es parte del problema.

"La incertidumbre es uno de los elementos que más contribuye a nuestra experiencia de estrés", dice Lynn Bufka, directora senior de Práctica, Investigación y Política de la Asociación Americana de Psicología. “Parte de lo que intentamos hacer para funcionar en nuestra sociedad es tener cierta estructura, cierta previsibilidad. Cuando tenemos esas cosas, la vida parece más manejable, porque no es necesario invertir energía en resolver esos aspectos".

Entonces, ¿cómo recuperamos todos esos sentimientos de previsibilidad? Primero, en lenguaje terapéutico real, permítete sentir tus sentimientos. "Esto no tiene precedentes", dice Bufka. “No hay ningún tipo de prejuicio aquí por el que debas sentirte estresado, esto te desagrada, te sientes enojado, no importa el sentimiento. Reconocer esas emociones y luego superarlas es justo el punto al que tratamos de llegar".

¿Y el segundo paso? Bueno, ese es considerablemente más difícil de dar cuando nuestros niveles de energía colectiva se están desplomando. Pero hacer ejercicio, comer bien y tratar de mantener un ciclo de sueño regular ayudará.

"Si no mueves tus músculos, probablemente también ganarás un poco de grasa alrededor de ellos", dice Slavich. Nuestras células inmunes tienden a alojarse en los exceso de grasa abdominal y pueden aumentar la inflamación. "La inflamación es en realidad el principal impulsor de la fatiga. La inflamación puede cambiar la forma en que pensamos y dormimos, y hacer que perdamos interés en las actividades placenteras".

Lo que significa que, si puedo levantarme del sofá y tomar esa clase de yoga en línea tan pospuesta, probablemente el resto de mi día será mucho más sencillo. Por supuesto, primero tendré que ver si puedo meterla en mi apretada agenda.