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Sexo

Copulé con una máquina sexual vibradora de 1600 euros

Los juguetes sexuales son cada vez más pequeños, pero yo me pregunto si no serán mejores los grandes.
Photos courtesy the author. 

“Hola amore. ¿Ha llegado alguna caja enorme con un vibrador a mi nombre?”.

Mientras estaba en el trabajo, le mandé este mensaje a mi compañera de piso, ya que me preocupaba que se hubiera extraviado la máquina sexual que había pedido: el Cowgirl. Vivir conmigo tiene sus ventajas, ya que puedes disfrutar de los cientos de caramelos con sabor a fruta que tengo por los armarios de mi casa, y sus inconvenientes, ya que en cualquier momento puede llegar a tu casa un juguete sexual sin previo aviso.

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El vibrador ya había llegado y estaba ansiosa por salir del trabajo para probar mi nueva adquisición de 1.600 euros, que me permitiría llegar al orgasmo sin necesidad de penes, manos ni lenguas. Además, acababa de darle otra oportunidad a la app de citas Hinge, pero seguía sin convencerme; la noche anterior tuve una bronca con mi última cita porque eligió a Tom Brady como la persona ideal con la que saldría a cenar.


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Encontré por primera vez este aparato, que pesa 11 kg, en el Museo del Sexo de Nueva York, donde también había una exposición sobre la brutal historia de los juguetes sexuales para montar, que, durante décadas, han sido diseñados por hombres y destinados al público femenino.

El Cowgirl, un aparato suave y voluminoso, fue diseñado por Alicia Sinclair, una experta en educación sexual que ha sido lo suficientemente lista como para introducirse en esta nueva moda en la que la gente ha dejado de sentirse forzada para ocultar sus juguetes sexuales en el cajón de la vergüenza, junto con los condones y los caramelos con sabor a fruta de repuesto.

Se puede montar sobre el aparato tanto en el sofá o la cama como en el suelo y hacerlo vibrar con tantos accesorios fálicos como quieras

“En general, la gente ahora ve los juguetes sexuales como algo normal”, afirma Sinclair. “Creo que va a haber cada vez más gente que compre juguetes sexuales grandes, ya sean muebles, vibradores más grandes o el propio Cowgirl, sobre todo quienes estén interesadas en nuevos retos y aparatos”.

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Los vibradores pueden dar mucha información sobre sus dueños: pueden ser muy lujosos y tener formas que evidencian que son juguetes sexuales o pueden disimular su función bajo la forma de un pintalabios o un simple anillo. Se puede montar sobre el aparato tanto en el sofá o la cama como en el suelo y hacerlo vibrar con tantos accesorios fálicos como quieras.

El Cowgirl parece una silla de montar gigante, robusta y muy ruidosa sobre la que se coloca el dildo o vibrador.

Foto: el tamaño del Cowgirl comparado con un libro

“Parece que, en los últimos 35 años, no se haya avanzado nada en la categoría de las máquinas para montar”, destaca Sinclair, refiriéndose al invento de Dave Lampert de 1983, la silla Sybian, y sus imitaciones posteriores, del que no puedo opinar porque nunca he usado. “[El Cowgirl] Es el vibrador definitivo. Buscaba un aparato que pudiera colocar en mi propia habitación y hacer que los accesorios quedaran bien y fueran interactivos. Además, también se puede utilizar a distancia".

Se puede controlar el Cowgirl de tres maneras: con un mando a distancia, a través de una aplicación propia y con FeelMe, una página web que permite controlar el aparato a distancia. Por ejemplo, la persona que te gusta en Instagram, aunque viva en la otra punta del país, puede controlar tu aparato desde allí. Además, dice Sinclair que esta función ha sido muy bien acogida entre las personas aficionadas al sexo con webcam.

Puse la polla a vibrar a nivel medio, pero tuve que bajarlo al mínimo inmediatamente, ya que las vibraciones eran muy intensas. Además, también era muy ruidosa

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Estuve una semana sin estrenar el Cowgirl por dos motivos: en primer lugar, se hace llamar “máquina sexual” y eso me daba un poco de respeto y, en segundo lugar, el proceso de montaje (los cables, los tornillos, los accesorios con forma de pene…) me parecía demasiado complejo. Sin embargo, una noche de domingo, tras tomar unos tragos de whiskey y pedir ayuda por Twitter, me vi con fuerzas para montar el aparato y, afortunadamente, las instrucciones eran muy claras incluso para alguien como yo, que suelo destrozar las cajas de cereales al abrirlas.

Una vez montado, lo único que faltaba era… montarme yo. El Cowgirl lleva dos accesorios. El primer accesorio es “la silicona del salvaje oeste”, una enorme protuberancia fálica que permite tener una experiencia sexual más realista para una mujer heterosexual como yo. Con el mando y la aplicación, se puede ajustar la frecuencia de la vibración del dildo de silicona, así como la velocidad a la que gira en círculos (¡sí, gira en círculos!).

El segundo accesorio es “la silicona de cuero crudo”, una pequeña protuberancia que se coloca en lugar del dildo y que permite botar y retorcerse cómodamente, ideal para quienes no disfrutan tanto con la penetración.

Tomé la decisión de probar primero el más extremo, la polla, porque era el que más me asustaba. Le eché lubricante con base de agua y me subí encima, situándome frente al consolador y sobre la parte vibrante. Puse la polla a vibrar a nivel medio, pero tuve que bajarlo al mínimo inmediatamente, ya que las vibraciones eran muy intensas. Además, también era muy ruidosa.

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Parece que los creadores hubieran supuesto que los clientes vivirían solos, sin compañeros de piso a los que ocultar que tienen un aparato de masturbación en casa. En mi caso, sabía que mis compañeras se alegrarían por mí cuando oyeran ese sonido, que parecía el del camión de la basura. Y, evidentemente, lo oyeron.

Cuando me empecé a cansar, probé con el otro complemento y me pareció… muy extraño. Por un lado, resulta mucho más fácil poner el juguete a la intensidad que quieras, puesto que se parece a un vibrador de mano. En cambio, es más complicado porque, además de sostenerlo, la mezcla de un cuerpo, la gravedad y un pene revoltoso hace que haya que meterlo suavemente y con mucho cuidado, ya que hay que controlar todo el cuerpo para adaptarse a la intensidad, es decir, no se puede hacer a lo loco. Igual tú puedes, pero yo no.

La máquina aguanta hasta 180 kg de peso, en general es bastante cómoda y el material es muy agradable al tacto

Me resultó complicado adaptar mi peso para estar cómoda, ya que, si me relajaba en la máquina por completo, los movimientos resultaban demasiado intensos, por lo que tenía que parar un poco. Decidí pasar de la parte del consolador y la cambié por la de la vibración del cuero crudo, que me gustaba mucho más. La máquina, que aguanta hasta 180 kg de peso, en general es bastante cómoda; el material es muy agradable al tacto y, cuando por fin le cogí el truco, me pareció increíble sentarme en esa posición y notar cómo vibraba todo.

El accesorio del cuero crudo era mucho más mi rollo. Me resultó más sencillo el bulto vibrador a la hora de controlar el peso de mi cuerpo, ya que la intensidad no era tan alta. Investigué las opciones, opté por el sonido BUZZzzzzBUZZZ zzzz BUZZZZzzzzzz y subí la intensidad de la vibración. Funcionó.

¿Pagaría 1600 euros por ello? Probablemente no, pero ten en cuenta que tampoco pagaría 4 euros por comer sushi, aunque no me haga vomitar. ¿Y lo pagaría una persona rica? Por supuesto, sobre todo si vive en una casa con espacio para guardar las cosas. Por mucho que Sinclair quiera que también sea un objeto de decoración, creo que quedaría mejor debajo de la cama o dentro de un armario, no en la encimera de la cocina.