Cultură

Hablamos con el hombre blanco que ha escrito 'Los hombres blancos deben morir'

Se anuncia como 'la comedia que te hará mejor persona' y ha sido escracheada en redes sociales.
los hombres blancos deben morir
Todas las imagenes vía Asalea Producciones

"Cuando se vendan las entradas los encerraremos a todos y les prenderemos fuego", "falta en el cartel una obra del planchabragas Ignasi Muñoz" o "propaganda desquiciada" fueron algunos de las decenas de comentarios que recibió, redes sociales mediante, el equipo de Los hombres blancos deben morir, una pieza teatral que se anuncia como "la comedia que te hará mejor persona".

Sus protagonistas son Sara y Ada, dos chicas de veintitantos que inventan un juego que da título a la obra y que se basa en fantasear con posibles asesinatos para imputados por agresiones machistas a los que la justicia no ha castigado, según ellas, lo suficiente. El tercero en discordia es Marc, el hombre blanco cishetrosexual al cual sus compañeras de piso instruyen en cuestiones de género, raza y orientación sexual.

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Hablamos con Ignasi Muñoz, el creador de la pieza que Afroféminas ha calificado, quizá hiperbolizando un poco, igual que hacían los que la criticaban sin siquiera verla, "la obra de teatro que odia la extrema derecha".

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VICE: Hola, Ignasi, ¿cómo y por qué decides escribir y poner en marcha Los hombres blancos deben morir?
Ignasi Muñoz: A raíz del juicio mediático de La Manada. Más allá de lo que acabó sucediendo en los tribunales, me frustró que en televisión se debatiera sobre si cinco hombres abusando de una chica en un portal era o no violación. El poner en duda la voz de la mujer y el exigir un "no" verbal y conciso en medio de un acto deplorable me parece terrible. Fue entonces cuando sentí la necesidad de escribir una obra sobre la violación, y de ahí salió un guion que indagaba en la cuestión. Al acabar el texto me pareció imposible de montar, así que decidí buscar otra historia configurando la violación como el punto de partida y no como el tema principal y en seguida quise hablar de la figura del hombre blanco. Porque me toca de cerca, supongo.

La obra se articula en torno a la dinámica de privilegios/opresiones en tres aspectos: género, raza y orientación sexual. Tú eres un hombre blanco. ¿Te consideras un opresor?
La cuestión de si el hecho de haber nacido como hombre blanco nos convierte directamente en opresores me resulta muy interesante. Evidentemente, la mayoría de hombres blancos no queremos oprimir ni hacer daño, pero debemos asumir que por el hecho concreto de ser hombres, blancos y heterosexuales no se nos oprime. En cambio, a las mujeres, a las personas racializadas y a los miembros del colectivo LGTBQ sí. Por descarte: si nosotros no estamos oprimidos y ellas sí, quizá es porque las estamos oprimiendo. Al final es de lo que habla la obra. El hombre blanco no es malo por haber nacido como hombre blanco. El problema, a lo que nos referíamos con el título de la obra, es la figura que representa ese hombre blanco cishetero.

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Al protagonista se le insta a que mire más allá del muro y se replantee su sexualidad, ¿no se interpretaría como un gesto homofobo si ocurriera al revés? A la protagonista lesbiana nadie le diría que debería deconstruir su orientación sexual y mirar por encima del muro. ¿Hasta dónde se puede tensar la cuerda de la deconstrucción, tiene límites o distintas varas de medir para unos y otros?
Precisamente ese cliché del que hablas ocurre a menudo. El "eres lesbiana porque no has probado una buena polla" es, lamentablemente, una frase que se dice demasiado. Pero la sociedad presionó a cualquier gay o lesbiana, en su infancia, adolescencia, y actualidad, a pensar que su orientación sexual está mal. Por eso lo hacemos en la otra dirección, le damos la vuelta y enseñamos una parodia de la homofobia. Una de las principales ideas de la obra era esa, el darle la vuelta. Ocurre mucho en la ficción la inclusión de personajes LGTBI+ cuya única función es ser un personaje LGTBI+ con problemas de una persona propia del colectivo. Pero todavía hay pocos personajes del colectivo, o racializados, que no sean más que solo eso. Por eso me hacía gracia escribir a Marc, mi personaje, como un hombre blanco. Las chicas tienen matices, pequeñas tramas, y personalidades muy bien definidas. Pero Marc no. Marc es solo un hombre blanco cishetero.

Algunas personas criticaron bastante en vuestras redes el contenido de la obra, algunas de ellas de manera un poco virulenta. ¿De dónde creéis que nace esa reacción?
Todas las críticas han venido a raíz del título de la obra, y la mayoría ni se pararon a leer la sinopsis. El principal comentario ha sido "vaya con las feminazis", y eso resume bien el problema. No creo que nadie haya sido capaz de imaginarse el título de la obra como algo literal, ni piensen que la obra es una apología a matar gente, porque es ridículo. Pero creo que en seguida han relacionado la obra con el feminismo, y su mera existencia les asusta. De ahí ha surgido la reacción; del miedo. Porque asusta perder los privilegios, seguramente porque creen que los hombres los perderíamos para que lo ganaran las mujeres, y esa no es la idea. La idea siempre ha sido trabajar para la igualdad entre hombres y mujeres, y en nuestro caso por supuesto también entre las distintas razas y orientaciones sexuales.

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En el comunicado que emitisteis a raíz de los ataques por redes sociales a la obra decís lo siguiente: "los hombres blancos cishetero no están oprimidos y nunca lo han estado". Y no puedo evitar pensar, por ejemplo, en los cientos de hombres —seguramente muchos de ellos blancos y cishetero— que murieron en accidentes laborales el año pasado en nuestro país, o en los deshauciados, algunos de ellos por bancos con mujeres al mando.
Creo que no nos explicamos bien en ese punto. Nos referíamos, sencillamente, a que a lo largo de la historia al hombre blanco no se le ha oprimido ni por ser hombre ni por ser blanco. De hecho, la mayoría de veces que les han oprimido, lo han hecho otros hombres. Pero obviamente sí han sido oprimidos por otras cuestiones, seguramente todas relacionadas con la clase, pero no por las cualidades hombre o blanco.

Precisamente la clase no es un tema que esté demasiado presente en la pieza, aun moviéndose dentro del relato de los opresores y los oprimidos. Las dos protagonistas están en paro pero, sin embargo, se pasan los días viendo series y debatiendo sobre las denominadas "luchas identitarias" sin reflexionar demasiado sobre la precariedad, el modelo económico o el paro juvenil.
Se habla en varios momentos del paro y las excesivas exigencias laborales para los jóvenes que acaban de finalizar sus estudios, pero es cierto que no se ahonda mucho en el tema. Principalmente para evitar hacer una obra que pase de la hora y media, ya que una duración excesiva dificultaría mucho moverla por salas alternativas. Aun así, tengo la espinita de no haber tratado la lucha de clases y espero poder hablar de ello en otros proyectos.

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Nuestra generación vive inmersa en una ideología en la que lo más importante, por encima de todo, es el individuo y su lucha personal. Creo que somos muy conscientes de que la clase está por encima del género, la orientación sexual y la raza, pero, en la actualidad, es cierto que cada lucha se encuentra muy diferenciada. Esto choca con la época de las grandes luchas obreras, donde lo importante era buscar los puntos que todos tenemos en común y reivindicarlos, unirnos en torno a ellos, sumando siempre. Tal vez la sensación de olvido hacia la lucha de clases viene sencillamente del hecho de que estas luchas identitarias son algo relativamente nuevo.

Aunque la mayoría de minorías llevan décadas protestando, actualmente, sobre todo en las redes sociales, están tomando mucha fuerza, y tal vez la visibilidad que están ganando está fomentando que otras causas pasen a un segundo plano. Creo que es algo natural que ha ondeado siempre, pero confío en que pronto retomemos una visión clasista que nos une por un objetivo común que, además, incluye en sí mismo las luchas identitarias.

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¿Se han convertido las luchas identitarias en la gallina de los huevos de oro tanto de la producción cultural como del capital?
Las luchas identitarias son uno de los principales temas que puedes encontrar hoy en día en redes sociales porque interesan a muchas personas. Y, por desgracia, el capitalismo comercializa cualquier cosa que genere interés masivo en la gente. Esto es negativo porque banaliza la lucha, y convertir el feminismo en una camiseta carece de sentido. Pero, a su vez, que la cultura del capital y la cultura pop se intenten apropiar de las luchas sociales les otorga una visibilidad inmensa. Más allá del motivo por el que alguien se ponga una camiseta que ponga “feminist”, esa acción puede acabar con una niña leyendo la palabra en la calle por primera vez y queriendo indagar en ello.

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Otro ejemplo, el estreno de Capitana Marvel (que llegó porque Wonder Woman demostró el gran nicho de taquilla que había por cubrir) sacó a relucir una sarta de críticas machistas a cada cual peor, lo que demuestra la importancia de que la misma película exista. ¿Qué se han aprovechado de una lucha para vender juguetes? Sí, y vendrán más en el futuro. Pero ahora millones de niñas tienen un disfraz de superheroína para carnaval. Creo que es importante que los productos culturales (sean obras comerciales o de carácter más independiente) defiendan a las minorías y trasladen el debate de la calle a los teatros, los cines y las bibliotecas. Y que lo hagan con personajes que hasta ahora habían sido invisibilizados en la cultura. Porque la representación es importante.

En el mismo comunicado decís también que la obra aboga por la "reconstrucción de la figura del hombre blanco, con el fin de colaborar por una sociedad mejor para todos". ¿En qué consiste exactamente esa reconstrucción del hombre blanco?
Principalmente en tomar consciencia de todas las características que se te atribuyen por ser hombre y conllevan repercusiones negativas, para ti y para los demás. Desde la típica frase de que los hombres no pueden llorar a la de que por el hecho de ser hombre debes ser el que mantenga a la familia. No es raro escuchar el argumento empleado para defender a las víctimas de agresiones sexuales de "podría ser tu hija/madre/hermana", como si esas fueran las características que les hacen merecer no ser agredidas y no el simple hecho de que sean personas.

En una entrevista al ensayista y periodista Daniel Bernabé nos decía que "desde el momento en el que hay una activista feminista que te suelta en Twitter que hay que cortarle la polla a todos los tíos blancos heteros existe un tipo que se puede llamar Un Tío Blanco Hetero", en referencia al youtuber. ¿Existen porque existís?
Habría que ver, fuera de este ejemplo qué propone Daniel Bernabé, quién existió primero, si un personaje público defendiendo ideas machistas, o una activista queriendo "cortar pollas". Sea cual sea el que históricamente llegara antes, sí, el otro apareció para contrarrestar. Pero eso no hace bueno ni al primero ni al segundo. Está bien que convivan opiniones de todo tipo y nosotros respetamos la libertad de expresión para decir cualquier cosa. O titular una obra de teatro como quieras… siempre que el contenido lo justifique. Pero detestamos la violencia y tenemos ciertas dudas sobre si hacer apología del odio hacia las mujeres (o los hombres) debería considerarse una "opinión" válida.

"Los hombres blancos deben morir" estará en el Teatro de las Aguas, en Madrid, hasta finales de junio. Consulta fechas y precios aquí.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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