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De niño rico a víctima de un secuestro: así llega Macri a ser presidente de Argentina

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La vida de Mauricio Macri ha tenido varios momentos que él mismo cataloga como de experiencias transformadoras. Uno de ellos, quizás el más significativo, es el ocurrido en agosto de 1991 cuando fue secuestrado y metido dentro de un ataúd con las manos atadas, mientras él rezaba por su vida.

Macri, que entonces tenía 32 años y pertenecía por herencia a la jet set argentina, fue secuestrado en uno de los barrios más exclusivos de la capital, Buenos Aires. El calvario duró 12 días y terminó cuando su extremadamente adinerada familia pagó un rescate de ocho millones de dólares.

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“Desde que fui liberado empecé a vivir de una manera muy distinta”, escribió Macri en su sitio web. “Encontré en la incertidumbre un poder que me impulsaba hacia adelante”.

Pocas veces se refiere a aquel traumático acontecimiento, pero según algunas informaciones, fue durante el secuestro que decidió que quería ser presidente de Argentina

El 10 de diciembre será el día.

La estrecha victoria de Macri sobre el candidato oficialista Daniel Scioli en el balotaje presidencial del domingo marca el final de 12 años de kirchnerismo — término acuñado para referirse a la fuerza política nacida durante los dos mandatos de la presidenta saliente Cristina Fernández de Kirchner y el de su predecesor y difunto esposo, Néstor Kirchner.

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Significa una hazaña extraordinaria el hecho que Macri — con un programa conservador y pro mercados — se transforme en el tercer presidente no peronista desde el fin del régimen militar en 1983. Los dos anteriores, ambos del Partido Radical, no concluyeron sus mandatos.

Raúl Alfonsín dejó el cargo unos meses antes que finalizara su administración en 1989 en medio de una grave crisis económica caracterizada por una hiperinflación. Fernando de la Rúa escapó volando en helicóptero de la Casa Rosada tras dos años de mandato en medio de una tristemente célebre crisis económica y social en 2001.

Macri no pertenece al Partido Radical — aunque ha forjado una alianza para estas elecciones. Su pedigrí es el sector empresarial, la clase empresarial.

Después de estudiar ingeniería civil en la Universidad Católica Argentina en la década de 1980, Macri trabajó para una serie de grandes empresas como Citibank y el imperio familiar Grupo Macri. Fue su salto al deporte — como presidente del club de fútbol Boca Juniors entre 1995 y 2007 — lo que le proporcionó el trampolín a la política.

Macri acercó una visión empresarial moderna al club de la ribera, creó un fondo de inversión, y remodeló el estadio. Los títulos llegaron a rodar en. Macri define a menudo como una “experiencia personal única” su paso a través del club.

Mientras todavía presidía Boca fundó el partido Compromiso para el Cambio en 2003, pero no logró ganar su primera elección hasta 2007, cuando se convirtió en Jefe de Gobierno [alcalde] de la Ciudad de Buenos Aires a través de otro partido llamado Propuesta Republicana. Fue reelegido para el cargo cuatro años más tarde con más del 60 por ciento de los votos.

Guiado por el consultor político ecuatoriano Jaime Durán Barba — su principal asesor desde su primera elección como alcalde de la capital — Macri ahora no sólo ha dado el mayor golpe político en muchos años al movimiento peronista arrebatándole la presidencia en las elecciones del domingo. Su candidata María Eugenia Vidal, también ganó la gobernación del bastión peronista más importante en la primera vuelta de las elecciones el mes pasado: la provincia de Buenos Aires.

La victoria de Macri se ha basado en su capacidad para persuadir a poco más de la mitad del electorado de la necesidad de alejarse de las políticas y el estilo kirchnerista.

“Nuestro trabajo en estos dos años fue tratar de convencer a la gente de que eso no tenía por qué ser así y creo que de hecho lo logramost”, afirma el periodista, escritor y quien hizo campaña por Macri, Hernán Iglesias Illia, en conversación con VICE News. Según Iglesias, mucha gente tenía una “postura defensiva” respecto a la figura del “niño rico”.

Macri también aprendió a matizar políticamente su imagen de empresario frío y reputación de tener una ideología de derechas.

Desde los años en los que declaraba que él privatizaría prácticamente todo, Macri como candidato fue mutando hacia la promesa de mantener públicas a las empresas que están funcionando bien bajo control estatal. Y después de convertirse en el rostro de la temida austeridad económica comenzó a comprometerse a mantener las subvenciones para los necesitados impuestas por el kirchnerismo. Ha demostrado tener una gran capacidad de adaptación a los deseos de la opinión publica por encima de sus propios conceptos ideológicos.

Incluso fue más allá con sus posturas en temas sociales. Reemplazó antiguos comentarios en el que opinaba que en su opinión la homosexualidad era una enfermedad por expresiones de respeto a la igualdad de derechos matrimoniales. El hombre que afirmaba encarnar el cambio se cambiaba a sí mismo, lo cual fue valorado y elogiado por propios — como una capacidad de aprendizaje — tanto como criticado por adversarios, con acusaciones de camaleón oportunista.

Macri, quien actualmente tiene 56 años y es padre de cuatro hijos, también ha minado sus relaciones familiares en la búsqueda de ablandar su mensaje.

Su hija menor, Antonia, ha viajado con él durante toda la campaña presidencial. Denominó a Juliana Awada — su tercera esposa, muy consciente de la moda y que también proviene de la élite empresarial argentina — como su “hechicera”. Macri le da todo el crédito en haber sacado su lado más humano, desde el afeitado un bigote de connotaciones de derecha hasta el pasar más tiempo con la familia, o introduciéndolo en la meditación.

El poderoso empresario confesó en una entrevista que había ido a ver a un “armonizador budista”. “Me hizo bien, me ayudó a conocerme a mí mismo y a liberar energías”, afirmó.

Incluso la boda de la pareja produjo otra dramática experiencia formativa en la vida de Macri cuando casi se ahoga hasta la muerte con un bigote falso que llevaba mientras cantaba.

Paralelamente, Macri trata de despegarse con todas sus fuerzas de su presunta vinculación con una investigación sobre un caso de escuchas telefónicas ilegales del año 2009, dirigida hacia un ex cuñado suyo y vocero de las víctimas del atentado terrorista contra la AMIA — la mutual judía en Buenos Aires, atacada en 1994, donde murieron 85 personas. Macri, que se encuentra procesado por los delitos de violación de secretos, abuso de autoridad y falsificación de documentos públicos, se defiende asegurando que el caso fue creado por el kirchnerismo.

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El asalto final de Macri para terminar con la hegemonía kirchnerista fue cuando anunció su intención de postularse a la presidencia hace dos años. Cuando este año lo ratificó — en el marco de una alianza más amplia llamada Cambiemos — tuvo que eludir comentarios de su padre quien sugirió que Macri no estaba realmente hecho para el trabajo. “Tiene la mente para ser presidente pero no el corazón”, había dicho Franco Macri en una entrevista. “Es una vocación”.

Desde la perspectiva de los mercados internacionales, el inminente gobierno de Macri aparece como un retorno a la lógica de negocios tras años altamente ideologizados durante las presidencias de Fernández. Desde la perspectiva de la historia personal de Macri, ha llegado a presidente gracias al complejo cóctel de privilegios, experiencias cercanas a la muerte, capacidad de detectar y mutar ante la oportunidad política, y la suerte.

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