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Viajes

Esclavos Siberianos

Justo después de llegar a Siberia, nuestro editor del Reino Unido, Andy Capper, me mandó un mensaje de texto: "Vas a adorar Siberia. Todo está muy cerca y la gente es muy amable".

Este tipo blandía amenazadoramente una barra de hierro de ferrocarril hacia Shane, hasta que el mafioso ruso que traía como conductor, Billy the Fish, se bajó y se lo arrebató de las manos y le preguntó: “¿Con esto nos quieres apagar?”. Justo después de llegar a Siberia, nuestro editor del Reino Unido, Andy Capper, me mandó un mensaje de texto: “Vas a adorar Siberia. Todo está muy cerca y la gente es muy amable”. Estaba, por supuesto, siendo irónico (o británico, que es lo mismo) porque todo queda a 18 horas en tren y la gente es realmente malvada. Algunos podrán parecer amables al principio, pero después de que comienza a fluir el vodka… fluye la malevolencia. Siempre. Hay excepciones en la regla del ruso malhumorado, pero son muy pocas y muy separadas. Una de esas excepciones fue el hermoso, hermoso hombre llamado Billy the Fish, que, por supuesto, no es su verdadero nombre. Su sobrenombre era The Fish, pero agregué el Billy: andaba ebrio. Billy era un tipo de la mafia de un remoto pueblo siberiano que no tenía policía y muy pocas leyes, aparte de él y sus chicos. Esto, literalmente, nos salvaría la vida posteriormente porque nuestra meta era algo muy peligroso en medio de la nada: esclavos norcoreanos que no querían que nadie supiera que están ahí. Billy, claramente dispuesto a realizar algunas jugarretas, aceptó llevarnos al bosque a encontrarlos. En el primer campamento que encontramos, los guardias norcoreanos nos amenazaron y trataron de corrernos. Billy the Fish se rio, una gran carcajada con dientes de oro, y después sonrió. “Esto es Rusia”, les gruñó con ojos brillantes. Señaló a todos sus alrededores, y declaró: “Esto es mío”. Después le dijo a nuestro equipo de cámara: “Sigan grabando. No pueden hacernos nada”. Así que lo hicimos. Después, cuando nos adentramos mucho en el bosque, nos encontramos con un grupo de cuidadores de trabajadores norcoreanos. Un grupo de ellos se acercó y pronto rodeó nuestro camión. Uno de ellos traía una barra de hierro y parecía que nos iba a deshacer los sesos imperialistas. Billy se la arrebató, le echó un vistazo y le dijo calmadamente: “¿Con esto nos quieren apagar? Van a necesitar mucho más”. Sonrió y la lanzó hacia el bosque. Más tarde, comimos junto a una gran pila de madera: spam, pan duro, papas sabor paprika, vodka, cerveza y, de postre, vodka con jugo. Billy sacó unas escopetas, y liberamos nuestra tensión disparándoles a botellas de cerveza. Era como tener 15 otra vez; chicos portándose mal en el bosque. Cuando seguimos nuestro camino, justo a la vuelta, nos encontramos de nuevo a un grupo de norcoreanos esperándonos, pero esta vez mucho menos agresivos. “¿Sabías que estaban ahí?”, le pregunté a Billy. “Claro. ¿Dónde más podrían estar?”. Típico Billy. Después de una tarde de jugar al gato y al ratón con los esclavos norcoreanos, Billy nos llevó a un río siberiano con el agua a punto de congelación para nadar y purificarse, después un poco más de vodka para calentarse, y después a su casa con su familia por la única comida buena que comimos en Rusia. Después de comer, la familia Fish nos llevó a un bar, léase: habitación con luces, para una noche de alcohol y abrazos ebrios con hombres duros cuyos sobrenombres incluían Stalin, Mataosos y mi favorito de todos: Killer a secas. Lágrimas, más vodka, regalos baratos y, finalmente, un viaje de dos días en tren de regreso a la civilización. Pero los norcoreanos nos estaban esperando en el tren… y así comenzaron las peores 48 horas de mi vida, que terminaron con el FSB, la versión moderna de la KGB, los militares locales, la policía encubierta y una serie de golpeadores sacándonos del tren y arrestándonos. Al encontrarme extrañando a Billy y su habilidad para arreglar las cosas sin esfuerzo, le mandé un mensaje de texto de que la FSB nos había detenido. Respondió: “Claro que lo hicieron. Sólo váyanse”. Así que nos fuimos, a toda marcha, a través de Siberia hasta la frontera con China. Billy nos dijo sobre una ruta de contrabandistas, y finalmente…hacia la libertad. Pueden ver nuestro atrevido escape de esclavos desnutridos y matones rusos muy nutridos en VICE.com. Y muchas gracias a Billy the Fish. На здоровье! Salud!  Un norcoreano le da mantenimiento de rutina a un camión ruso en el centro del campo de trabajo. Shane con el policía ruso de tránsito que lo salvó de un grupo de ebrios en el expreso transsiberiano. El aserradero en Dipkun. Billy the Fish muestra su escopeta. Todos dijeron que el puente que llevaba al campo de tala forestal se había quemado y que tendríamos que vadear el río, pero aparentemente un policía local construyó este puente de reemplazo para poder robar metal de desecho de los norcoreanos. Toda esta madera apilada en el lodo es de Alerce siberiano, que se utiliza principalmente para hacer esos muebles culeros de pedacitos de madera prensada que tienes en toda tu casa.