Otro escándalo de la época que salpicó a los puentes de la ciudad tuvo lugar durante las obras de restauración del puente de los Peligros, llamado así por la presencia de una hornacina que contiene una imagen de dicha virgen. Allí la gente hace sus promesas y deja sus ofrendas y, al pasar por delante, hay que santiguarse. El caso es que, durante la obra, una señora se ofreció a llevarse la figura de la virgen a su casa para custodiarla y debió de quedarle tan bien encima del televisor que luego no quería devolverla así que, durante años, hubo en su lugar un póster descolorido por el sol y cagado por las palomas al que la gente veneraba.
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