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La guía Vice de la salud mental

La salud mental LGBT: ¿Estamos haciendo lo suficiente?

Los resultados de un estudio de cinco años de duración descubrió que un 34% de los jóvenes LGBT encuestados (de menos de 26 años) habían intentado suicidarse por lo menos una vez en la vida.

Dan tenía 14 años cuando cogió un cuchillo para suicidarse. El hecho de ser un niño en una familia judía ortodoxa, en la que ser gay era una abominación, lo sumió en una depresión que le hacía sentir como si estuviera en un pozo sin fondo. Estando en casa a solas, miró las cuchillas afiladas, con la incertidumbre de no saber por dónde empezar.

De repente escuchó una voz: «¿Hay alguien casa?» Era un amigo de su madre. El momento había pasado. Hoy en día, rara vez piensa en esa noche. «Era realmente doloroso ser gay cuando eras un niño», declara Dan. «Hasta el punto de que lo enterré en lo más profundo de mi mente, ya que era horrible psicológicamente. Hay muchas cosas de las que nunca he hablado y soy muy afortunado de haber podido superarlas».

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«La salud mental en el colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales es un problema real y significativo», afirma Matthew Todd, editor de la revista Attitude, cuyo próximo libro Straight Jacket trata sobre el tema. «La sociedad trata a todo el mundo desde su nacimiento como si fuesen heterosexuales». Si no eres heterosexual y/o cisgénero [es decir, tu identidad sexual está en consonancia con el sexo que te ha sido asignado al nacer] entonces existe una enorme presión para suprimir esa parte de ti mismo.

«La época más importante es cuando estamos creciendo. Recibimos esa presión de nuestros padres, de la escuela, de las religiones, del gobierno, históricamente, de los medios de comunicación, de cada una de las películas que vemos y de cada libro que leemos. El mundo no es tan seguro para el colectivo LGBT como lo es para las personas heterosexuales».

Esta supuesta rectitud de todos es también conocida como «heteronormatividad». Tomemos por ejemplo la publicidad. «Me sentí muy afortunado de vivir en Berlín durante un tiempo», afirma Dan, ahora un hombre de 31 años seguro de sí mismo. «Cuando estás en el metro se ven muchos más anuncios que muestran parejas de homosexuales. Es un sentimiento que percibes cada día de pertenencia y afirmación». Cuando la empresa de viajes Expedia lanzó un anuncio recientemente en el que salía una pareja gay en Londres, las respuestas de los medios sociales fueron desde positivas e indiferentes, a usuarios que declararon que era «repugnante», y que al ver el anuncio les habían entrado «ganas de vomitar». También hubo muchos comentarios del tipo «odio a los maricones».

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El informe RaRE, un estudio de cinco años de duración encargado por Pace, una institución benéfica británica para la salud mental del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, descubrió que un 34% de las lesbianas, gais y bisexuales jóvenes (de menos de 26 años) encuestados se habían intentado suicidar por lo menos una vez en la vida. El 48% de los transexuales jóvenes han intentado suicidarse. En comparación con el 18% de jóvenes heterosexuales y el 26% de jóvenes cisgénero. Las principales causas fueron identificadas como intimidación homofóbica o transfóbica y «problemas por ser lesbiana, gay, bisexual o transexual en el entorno familiar y en el colegio».

En 1988, el proyecto de ley denominado Sección 28 se introdujo en las escuelas británicas, implementado por Margaret Thatcher. Al mismo tiempo impreciso y genérico, prohibía «el fomento de la homosexualidad». Los profesores en todo el país estaban aterrorizados de mencionar la palabra «gay», o incluso de hacer frente al acoso homofóbico, por miedo a perder sus empleos.

Aunque el gobierno laborista derogó el artículo 28, sus ecos todavía resuenan por los pasillos de nuestro anticuado sistema de educación, lo suficientemente estricto para ahogar en gran medida el sentido de pertenencia de los jóvenes que pertenecen al colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

«Tenemos que hablar más sobre la diversidad sexual. Que se vea como algo más normal», declara Callum Berry, de 18 años, que dejó la escuela hace diez meses. «Sin duda, me he encontrado con la homofobia entre los 11 y los 15 años, incluso antes de que yo hubiese aceptado plenamente que era gay. He sufrido de períodos de trastornos obsesivo-compulsivos intensos, y me obsesioné con la idea de llevar una "vida normal", así que pasé por un período de ansiedad en el que me hacía daño a mí mismo y me ponía muy nervioso cada vez que me sentía atraído por un hombre».

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El informe RaRE descubrió que un 57,1% de lesbianas, gais y bisexuales, y un 85,2% de jóvenes transexuales han intentado autolesionarse al menos una vez. Callum dice que la aceptación que tuvo de su familia fue fundamental para superar este período, así como «ver y reunirme con mis amigos que eran felices de ser gais».

Mind es la mayor institución benéfica de salud mental del Reino Unido, y reconocen que las cicatrices que deja el aislamiento de los jóvenes que pertenecen al colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales pueden seguir haciendo daño hasta la edad adulta. «Existe todavía una falta de servicios locales que cumplan con las necesidades del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales», declara Geoff Heyes, Director de Política y Campañas. «Mind quiere que el acceso y la disponibilidad de los servicios de salud mental se centre verdaderamente en las personas y que los delegados de servicios comprendan lo importante que es ofrecer un apoyo realmente inclusivo y afirmativo al colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales».

Lydia Cawson, una lesbiana de 29 años de edad, está estudiando actualmente para convertirse en una profesional de salud mental. Una de las razones es porque no cree que exista suficiente ayuda accesible para las personas del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

«He sufrido mucho con la salud mental», afirma. «Nunca he recibido ningún tipo de ayuda por hablar sobre mi sexualidad, género e identidad personal debido a que estos factores estaban enmascarados por otros problemas de salud. Entre los 16 y los 21 años fui anoréxica y se me dijo constantemente que era por mi rechazo de la feminidad y de querer ser una mujer. Se me retó a encontrar esa conexión y a «ponerme mejor». En ningún momento se consideró que eso era parte del problema».

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El informe RaRE indica cómo muchas mujeres lesbianas y bisexuales utilizan el alcohol para «sobrellevar sentimientos incómodo o indeseables relacionados con las preocupaciones por sentirse atraídas por personas del mismo sexo». En el estudio se descubrió que un 37,1% de mujeres que pertenecen al colectivo de lesbianas, gais y bisexuales bebían en exceso. Las causas, una vez más, eran experiencias durante la adolescencia y la vinculación de la sexualidad a las reacciones de miedo, así como el uso del alcohol como una ayuda con la que hacer frente a las expectativas familiares heteronormativas.

Este razonamiento puede explicar en parte el aumento reciente del uso de drogas para aumentar el placer durante el acto sexual entre los hombres gais, donde la mefedrona, el GHB (ácido gamma-hidroxibutírico) y la metanfetamina se utilizan en las relaciones sexuales. Monty Moncrieff es Director Ejecutivo de London Friend, que se encarga de Antidote el servicio contra el abuso de drogas del colectivo LGBT. «Definitivamente parece existir un vínculo entre que las drogas se conviertan en un problema y la gente que lucha con su identidad y autoestima», declara. «Una cosa que muchos chicos nos dicen es que lo que realmente quieren es más intimidad emocional en sus relaciones sexuales». Como experto en el uso de drogas para aumentar el placer durante el acto sexual, David Stuart afirma: «si durante la adolescencia pones obstáculos a tu intimidad y escondes tu sexo por vergüenza, más adelante puede ser difícil encontrar intimidad en el sexo real».

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La idea del sexo gay sigue siendo todavía un tabú para muchos. Las actitudes que tienen algunos hombres (que presumiblemente no son gais) de humillar a los gais por practicar sexo entre ellos quedaron patentes recientemente cuando VICE Reino Unido publicó fotos de la entrega de premios de porno gay del Reino Unido en Facebook. En los comentarios, al menos 50 hombres etiquetaron a sus amigos como si hubieran ganado esos premios. Pregunté al Dr. Qazi Rahman del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres si tenía alguna idea de por qué se utilizaba este tipo de humor que podría ser fácilmente clasificado como para burlarse de los gais.

«Es una forma de potenciar la posición social entre el círculo de amigos de los varones heterosexuales y la autoestima al ensalzar el grupo al que pertenecen (los amigos heterosexuales) mediante diferentes tipos de prejuicios», afirma. «La tendencia humana a formar grupos propios y extraños forma parte de nuestra psicología de coalición, aunque también es maleable y por lo tanto puede cambiar. Esta es la razón por la que las alianzas entre gais y no gais en las escuelas son una buena idea porque promueven un nuevo tipo de "coalición" entre los estudiantes que pertenecen al colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales y los estudiantes heterosexuales».

Las alianzas entre homosexuales y heterosexuales se echan bastante en falta en nuestra cultura predominante. En televisión por lo menos, no parece que hayamos pasado del homosexual estereotipado que opina sobre el modo de vestir de los demás y lleva las bolsas de la compra de Carrie en Sexo en Nueva York. Es raro ver que el mejor amigo de un hombre heterosexual sea gay en cualquier pantalla. Socialmente, también, la comunidad LGBT, con algunas excepciones notables, está en gran parte segregada. Puede que a algunos les gusta que sea así, pero este enfoque entre «nosotros» y «ellos» produce sus propias mentalidades poco saludables.

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La comunidad gay masculina, tal y como yo la he experimentado, está llena de visiones en gran medida irreales de perfección corporal masculina. «Es cuestión de control», declara Damien Killeen, un actor de 25 años que trabaja como camarero en un bar del Soho. «Tienes control sobre tu cuerpo, aunque no tengas control sobre nada más. Así que si la gente te va a mirar y pensar que eres repulsivo por tu comportamiento sexual, por lo menos pueden sentirse un poco celosos por el hecho de que tengas un aspecto sensacional… Es difícil ver cómo vamos a salir de esta situación como sociedad, y más como comunidad, estamos muy obsesionados con esto».

El 59,2% de hombres homosexuales y bisexuales del Reino Unido no están satisfechos con sus cuerpos según el informe de RaRE, en comparación con un 40% de los hombres heterosexuales. Los sentimientos de baja autoestima proyectados en una adoración del ideal masculino de la sociedad, combinado con el acoso homofóbico en la escuela en torno a su aspecto físico, se identificaron como causas comunes.

Aunque la baja autoestima también tiene una implicación en la salud física: las infecciones de transmisión sexual. Porque si no te valoras a ti mismo como persona, ¿por qué te ibas a proteger contra el VIH?

Adrian Hyyrylainen-Trett ha presentado su candidatura como Miembro del Parlamento británico del partido Liberal Demócrata de Vauxhall. Recientemente, en una entrevista con Patrick Strudwick, dio a conocer que había sido diagnosticado como VIH positivo. «Estoy completamente convencido de que el acoso homofóbico que recibí en mi adolescencia me ha llevado a ser tan autodestructivo y a terminar queriendo acabar deliberadamente con mi vida», declara.

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Un diagnóstico VIH positivo, en muchos casos, puede traer más problemas de salud mental. «La salud Mental y el VIH a menudo están vinculados», afirma Eleanor Briggs, Directora Adjunta de Política y Campañas, del National AIDS Trust. «Las investigaciones sugieren que la depresión es dos veces más común entre las personas que viven con el VIH que entre la población en general. En ocasiones, el estigma internalizado y la culpa pueden hacer que las personas sientan que no valen nada, lo que puede empeorar con la homofobia interiorizada».

Esto es solo la punta del iceberg de la salud mental para el colectivo LGBT, pero podemos intentar socavarlo. Como indica el informe de RaRE, una formación completa y ser consciente del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales es esencial para los profesionales de la sanidad. Yo mismo he escuchado decir a un chico gay de 21 años que sufría discriminación por parte de unas enfermeras que eran muy religiosas.

Hyyrylainen-Trett lo tiene bastante claro sobre cómo empezar a solucionar este problema: educación sexual para las personas del mismo sexo.

«Si en todas las escuelas existiera una educación sexual basada en las relaciones que fuese abierta y adecuada, y se realizaran debates sobre las diferentes familias y modelos a seguir en el colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales en Gran Bretaña en el siglo XXI, estoy seguro de que los niños serían más conscientes de las diferencias, y las personas no se cruzarían de brazos y permitirían que se produjera ningún tipo de acoso», afirma. Esto está en consonancia con la campaña para introducir la educación sexual entre personas del mismo sexo, que se vio reforzada el pasado fin de semana en una llamada del Sindicato Nacional de Maestros para debatir la sexualidad y el género.

Si el odio proviene de un temor a la diferencia, entonces la comprensión es nuestro primer paso para erradicar el miedo. James Taylor, Responsable de Política en Stonewall, una organización dedicada a la defensa de los derechos del colectivo LGBT, declara: «Nuestro objetivo es un mundo donde cada persona del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales pueda experimentar aceptación sin excepciones». El desarrollo moral no ha alcanzado su punto culminante con la edad moderna. En el futuro, los historiadores podrán mirar atrás a nuestra cultura y ver que fue lo suficientemente valiente como para conseguir un sentimiento de pertenencia entre todos sus miembros, dentro de nuestras escuelas y nuestras familias.

Dan se siente afortunado de no haber tenido que utilizar aquellos cuchillos esa noche. Ese no fue el caso de Aydin Keenan-Olson, que murió de una sobredosis a los 14 años, la misma edad en la que Dan pensó en suicidarse después de ser acosado por ser gay. Esto no solo le ocurre a «los jóvenes del colectivo de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales» sino que también le está ocurriendo a todos los jóvenes. Si dejamos que las cosas sigan como están, si no abordamos los estigmas persistentes de la sociedad a un nivel formativo, entonces ninguno de nosotros, homosexuales o heterosexuales, podremos luchar por esa noción de orgullo.

@paddycash