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Cultură

Me hice una limpieza vaginal con vapor

La higiene vaginal con vapor es muy parecida a la preparación de una infusión. Echas un puñado de hierbas en agua caliente, te sitúas encima del recipiente y dejas que las emanaciones te "limpien" la vagina y el útero.
limpieza vaginal

Mi vagina es genial. En serio, es fantástica. Nunca he tenido infecciones fúngicas, nunca me han salido resultados anormales en ninguna citología ni he sufrido calambres menstruales. Mi vagina es de esas que merece que la mimen, así que, en cuanto oí hablar de la "limpieza vaginal con vapor", pensé: Vagina, te mereces un día de spa.

La higiene vaginal con vapor, llamada eufemísticamente "V-steaming" por los anglosajones más pudorosos, es muy parecida a la preparación de una infusión. Echas un puñado de hierbas en agua caliente –aquí terminan las similitudes con la elaboración del té-, te sitúas encima del recipiente y dejas que las emanaciones te "limpien" la vagina y el útero. Al parecer, de esta forma se pueden expulsar posibles "acumulaciones" y aliviar los desequilibrios hormonales, el malestar menstrual y los trastornos digestivos.

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Hay un spa cerca de mi casa que ofrece este tipo de tratamiento, pero cobran 50 $ por una sesión de 30 minutos, lo que me parece un precio excesivo simplemente por sentarte sobre una olla con agua caliente. Así que busqué por internet el método casero de higiene vaginal y encontré las siguientes instrucciones, publicadas por el ​Centro YinOva, de Nueva York:

1. Verter ocho tazas de agua (preferiblemente purificada) en una olla mediana.

2. Añadir un puñado (media taza) de hierbas frescas al agua.

3. Llevar a ebullición (con la tapa puesta) y hervir durante cinco minutos.

4. Apagar el fuego y dejar reposar la infusión otros cinco minutos sin retirar la tapa.

5. Verter cuatro tazas (la mitad del contenido de la olla) de agua en un bol que previamente se ha colocado en la taza del inodoro.

6. Pasar la mano a unos 20-25 cm por encima del bol para verificar que el agua no esté demasiado caliente.

7. Quítate la ropa interior y siéntate en el inodoro.

8. Pásate una manta o sábana por la cintura, asegurándote de que llegue hasta el suelo, para evitar que se escape el vapor.

9. Para evitar coger frío en el resto del cuerpo, ponte unos calcetines o zapatillas y algo de abrigo en el cuello.

10. Deja que el vapor actúe durante 10-12 minutos.

11. Cuando el agua empiece a enfriarse, deséchala en el inodoro. Empezando por el paso número cuatro, repite la operación por segunda vez con la otra mitad del agua de la olla .Si se hubiera enfriado, vuelve a calentarla, sin olvidar pasar la mano para comprobar la temperatura antes de sentarte.

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Si te haces la higiene en un spa, te sentarán en una silla con un agujero en el asiento por donde subirá el vapor hasta tus partes bajas. Como yo no tengo sillas con un agujero en medio, me pareció muy práctico el método del Centro YinOva de usar el inodoro. ¡Esto iba a ser pan comido!

Las higienes vaginales con vapor son una tradición de origen coreano. Allí las llaman chai-yok y utilizan artemisa y ajenjo para su preparación. Estas hierbas tienen propiedades desintoxicantes, son beneficiosas para el útero y favorecen el equilibrio hormonal. Nunca antes había oído hablar de ninguna de las dos y me sonaban a ingredientes propios de algún ritual wiccano. Cuando pregunté por las hierbas en el supermercado, el empleado me miró como si le hubiera pedido crack o cocaína. Finalmente las compré en Amazon y, cuando llegaron, me sorprendió comprobar que la artemisa tenía el mismo aspecto y el olor del serrín. En el envase del ajenjo encontré este desconcertante mensaje:

"A menudo, el ajenjo se utiliza como incienso durante la celebración de rituales y hechizos para potenciar o desarrollar poderes psíquicos. Se asocia a la energía masculina, al planeta Marte y al fuego."

Bueno, yo solo quiero hacerme una higiene ahí abajo, pero si de paso adquiero poderes psíquicos, mejor que mejor.

Antes de poner agua a hervir, quería consultar con un ginecólogo si lo que estaba a punto de hacer era producente, así que llamé a ​Alyssa Dweck, doctora en obstetricia y ginecología de Nueva York y coautora de V Is for Vagina. La doctora Dweck se mostró reticente cuando le conté lo que me disponía a hacer, pero finalmente me dio su visto bueno.

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"El vapor favorecerá la circulación sanguínea en la zona genital, lo que ayuda a reparar el tejido y contribuye a la relajación muscular en general", explicó. También ayuda a aliviar el estrés –estás sentada sobre un bol de agua caliente durante media hora-, razones por las que quizá se atribuye a este tratamiento la capacidad de mejorar la fertilidad y aliviar los calambres menstruales.

Dweck me aconsejó que controlara la temperatura del vapor para evitar "quemaduras muy desagradables en la zona, lo que sería terrible", y que no utilizara aceites esenciales, ya que son demasiado concentrados para aplicar a una parte del cuerpo tan sensible.

Teniendo en cuenta los consejos de la doctora, puse a calentar agua en una olla y eché un puñado de las hierbas adquiridas. Algunas mujeres dicen que después de unos minutos de tratamiento, incluso sienten el sabor de las hierbas en la lengua. Sinceramente, no tenía ningunas ganas de que me pasara, porque el aroma de las hierbas era bastante horrendo. Su aspecto no era mucho mejor:

Una vez el agua hubo hervido y la infusión reposado, vertí la mezcla en un bol que posteriormente coloqué en la taza del inodoro. Había trocitos de hierba flotando en la parte superior y la infusión tenía el mismo color que la orina cuando has tomado un exceso de vitamina B. Sabes que no hay por qué preocuparse, pero la visión de esos colores en la taza del váter resulta inquietante.

Me acomodé en el asiento. Inicialmente, la sensación era muy agradable, como si hubiera entrado en una sauna. Pero al cabo de unos segundos, me di cuenta de que el vapor quemaba mucho. Eché un par de cubitos de hielo para reducir la temperatura y volví a sentarme. Siguiendo las instrucciones, me había puesto unos calcetines y una manta en el regazo para concentrar el calor. Durante unos minutos, el calor me resultaba incómodo, pero enseguida logré relajarme, como si estuviera en un baño de burbujas caliente. Encendí mi iPad para distraerme con algunas búsquedas por internet, tratando de ignorar el hecho de que me estaba sudando la vagina.

Estuve sentada así durante 25 minutos y debo reconocer que fue muy relajante. De vez en cuando, una mujer debe disfrutar de un rato agradable con su vagina, y esta era una forma muy buena de hacerlo.

Cuando por fin me levanté, eché un vistazo al bol para comprobar si había "expulsado" algo. Era difícil de determinar, porque el agua tenía el mismo aspecto asqueroso que antes. En cualquier caso, yo me sentía genial: limpia, relajada y aliviada. ¿Estaba más relajada que después de tomarme un baño caliente? No sabría decirlo. ¿Había adquirido poderes psíquicos? Parecía que no (aunque todavía sigo expectante). ¿Me sentía depurada de las acumulaciones que se pudieran haber formado en el interior de mis órganos reproductores. Una vez más, no lo sé con certeza. Lo cierto es que el vapor era agradable, pero no sé hasta qué punto un poco de aire caliente puede restablecer la salud de mi vagina.