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Cultură

Cosas que aprendí al terminar una relación muy larga

Terminar una relación duradera justo cuando acabas de entrar en la edad adulta te sirve para aprender algunas cosas. Os explicaré algunas.
relaciones largas
Ilustraciones por Dan Evans

Terminar con tu pareja de toda la vida es como volver a nacer. Es un jaleo, duele y cuando todo acaba es imposible no terminar cubierto de mocos y gritándole a un mundo que no logras comprender.

En internet hay mucha información sobre cómo superar una ruptura, el problema es que el 95 por ciento es basura condescendiente y el resto es publicidad porno disfrazada (lo sé porque lo he visto). Aunque las dos cosas pueden llegar a ser útiles, hasta ahora no he encontrado nada que hable sobre la horrible experiencia de sentir como si te hubieran arrancado la mitad de tu ser.

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En estos casos sería de agradecer un consejo verdaderamente útil para superar la ruptura. Desafortunadamente, no existe tal cosa y, la verdad, no creo que nadie sepa cómo hacerlo. En realidad, el proceso consiste en estar de mal humor por un tiempo hasta que te aburras de masturbarte y decidas salir a buscar a tu próxima o próximo ex.

Dicho esto, terminar una relación duradera justo cuando acabas de entrar en la edad adulta y sigues plantado sobre las cenizas de lo que fue tu juventud te sirve para aprender algunas cosas. A continuación explico algunas lecciones arbitrarias que aprendí al quedarme soltero a mis veintitantos. Por favor, comparte mi dolor.

A nadie le importa el desastre en el que te has convertido. ¿Seguís vivos? ¿Tenéis pensado cambiar eso pronto? Si no, la verdad, a nadie le importa. Seguro que tus amigos te enviarán miles de caritas tristes y tus padres van a llamarte con más frecuencia, pero, en general, oírte hablar de tu desastrosa vida romántica es tan interesante para cualquier persona feliz como lo sería abrir el recibo del gas de otra persona.

Esto se debe a que, a los veintitantos, a todo el mundo —supermodelos, perros, eunucos— le han roto el corazón al menos una vez. Nadie va a querer pasar una noche entre semana escuchando tus balbuceos ebrios sobre lo diferente que era tu relación en comparación con todas las otras relaciones, documentadas en poemas y canciones. Y si alguien está dispuesto a hacerlo, probablemente es porque esté planeando tirarse a tu ex.

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No ha habido una sola foto en la que salgas bien en casi media década. Una cruda mañana de domingo, mientras estés configurando tu cuenta de Tinder, te vas a dar cuenta de que ninguna cámara que ha apuntado a tu rostro te ha hecho quedar bien en muchos años. De hecho, empiezas a pensar que la cámara no tiene la culpa. Es probable que tu apariencia sea muy diferente de lo que crees. Es más, ni siquiera tienes idea de qué aspecto tienes. Joder, ¿qué aspecto tienes?

Esta negligencia fotográfica tiene una razón de ser. En mi caso, durante mi relación, prácticamente pasé de ser un Mercucio urbano amante de la diversión, a ser un sujeto blanco de mediana edad que habla sobre jardinería. Mi armario se compone de pantuflas y jerséis de cuello de cisne. A veces juzgo a la gente en el metro dependiendo del periódico que lee. Utilizo la palabra "problemático" en conversaciones casuales. Soy muy aburrido y estoy muy, muy solo.

La mayoría de la gente no quiere sexo contigo. Los reptilianos hollywoodienses crearon un mito que dice que los hombres dormirían con una mujer diferente cada noche si no fuera por su inoportuna media naranja. Los solteros en las películas siempre son mucho más guays, van más a la moda y practican mucho más sexo que los hombres encadenados en una relación.

Pero adivina qué: ese es el paraíso de los terroristas. Si después de estar cinco años con una mujer, aún crees que las mujeres no son más que orificios de placer andantes, entonces eres un completo imbécil que no merece ser feliz.

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De todas formas, tampoco te apetece tanto el sexo. No es que nadie quiera sexo contigo cuando acabas de terminar con tu pareja con la que llevabas mucho años. Es decir, tu aspecto y forma de actuar sí que son los de alguien que acabara de regresar del frente de batalla en una guerra sanguinaria, pero de todos modos es probable que ni siquiera quieras sexo. En tus momentos de ocio (y créeme que serán muchos), acabas pareciéndote a un perro travieso al que han dado tantas patadas en la entrepierna que lo único que quiere es olvidarse de que tiene órganos reproductivos.

Y así seguirás hasta el día en que te des cuenta de que los únicos que te envían mensajes son tu camello y los de La Nevera Roja, y que ninguno se preocupa por ti. Es ese día cuando decides levantar cabeza y rehacer tu vida. No puedes quedarte sentado para siempre, masturbándote para olvidar tus penas.

Los rituales de cortejo han cambiado. El día en que conocí a mi ex, le había vomitado en la cabeza desde el piso de arriba durante una fiesta en una residencia de estudiantes (¡como en una película de adolescentes!). Así que, si creíais que no era la mejor chica del mundo, por favor, reconsideradlo. Cuando uno es joven, esta clase de comportamiento es muy normal. Vomitarse unos a otros se puso de moda a partir del año 2000. Era una forma de cortejo para principiantes. Pero esa época ya se acabó. Ahora ya no estás a la moda. Si vomito sobre alguien hoy en día, dudo mucho que terminemos yendo a almorzar al día siguiente. Seguro que me arrestarían.

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¿Qué leches es eso de "ligar"?

En serio. ¿Qué es? Para mí es como hablar pero un poco más… sexy, ¿no? Dios mío, estoy jodido, ¿verdad?

Acabas diciendo que vas a "bailar"en lugar de decir que vas a un club. ¿Ya os he contado cuántos jerséis de cuello de cisne tengo?

Vas a salir a "bailar" pero no tienes nadie con quien hacerlo. Sí salgo. En serio, sí "salgo". Pero cuando estoy fuera no hablo con nadie. En lugar de eso, me quedo de pie en una esquina del local con un cubata en la mano, mirando las luces y el teléfono, con la esperanza de que alguien crea que soy guapo.

Los chicos de la fiesta parecen marcianos. Hubo una vez, hace mucho tiempo, en la que me habría gustado conocer a ese grupo de chicos y chicas de veinte años tan guay que bebían alcohol en un bar gracias a un documento de identidad falso. Ahora los veo y pienso: "Madre mía, pero si son unos mocosos. Unos mocosos ebrios que creen que los vloggers de Youtube son celebridades y se comunican principalmente mediante Whatsapp y emojis. Estas personas no entran en mi universo y jamás podría acostarme con ellas".

Los amigos son para siempre, en serio. Tengo un par de amigos que siguen siendo mejores amigos a pesar de que una vez uno de ellos le vomitó bilis a otro en la boca mientras estaban bailando. De verdad. Buscaos unos amigos. Son geniales. Te sacarán de ese abismo en el que estás. Incluso aunque sea dejando sonidos de pedos en tu buzón de voz.

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Debes aceptar que estás más gordo, hueles peor y no eres tan guapo como antes.

Tienes veintitantos. Estás soltero. Ahora las duchas son opcionales. Tu cita ideal es estar solo en el sillón jugando a Super Smash Bros. Las sudaderas te quedan muy justas. Los vaqueros te quedan sueltos. La gente dice que envejecer es horrible pero no es nada nuevo y tampoco es tan malo.

Estar en una relación agradable es el ambiente ideal para desarrollar estas características cómodas y extrañas —básicamente es el ambiente perfecto para envejecer—, y cuando esa relación termina, no te queda más que echarla de menos. Ahora estás en un mundo al que le importas cada vez menos. Si eres un tarado aburrido de 21 años, la única esperanza que tienes es dejar de serlo algún día. Si eres un tarado aburrido de 26 años, la gente asume que ya es tu estado natural y que jamás vas a cambiar.

Las relaciones son hermosas pero destruyen las partes de ti que son necesarias para funcionar en el mundo de los solteros. El mejor consejo que te puedo dar es: reconstruye estas partes si quieres tener esperanza de reafirmar tu estatus como una persona no tan imbécil en este mundo.

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