Foto: César Cesilio | VICE Colombia
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Desde que ingresó a ese colegio de contrastes, patio común de futuros presidentes y jovencitos con vocaciones delincuenciales, su refugio fue el dibujo. Pintaba guetos y malandros alegres, funky. Hacia el final del bachillerato, en el ocaso de los noventa, con sus amigos de colegio fundó un fanzine memorable llamado Mamá gallo, en el que se burlaba de los profesores, retratando el zoológico que era la vida escolar. También por esos años se obsesionó con el dial 99.1, en ese entonces Radiodifusora Nacional de Colombia, donde los viernes y sábados a las seis oía rap y el programa de salsa que le seguía, El túnel del ritmo. Las puras crónicas de la calle."Su trabajo habla por sí solo, no necesita ser un careverga para decir las cosas como son", me dijo Pegatina Criolla.
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