¿A qué suena una crisis económica generacional en tu país? Recientemente el presidente argentino, Mauricio Macri, anunció que el Estado volvería a endeudarse con el Fondo Monetario Internacional (FMI) después de una fuerte devaluación. ¿Qué pasó la última vez que Argentina acordó con el Fondo una serie de medidas económicas a cambio de crédito? Veamos:
Devaluación, recortes, despidos, imposibilidad de retirar dinero de los bancos, estado de sitio y represión. Y, por supuesto, una serie de canciones épicas que marcaron la época. ¿52% de pobreza? ¿Cinco presidentes distintos en la misma semana? Esta dice más o menos así…
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Himnos urbanos para violencias urbanas
Al igual que en ese entonces, la crisis actual no sucedió porque un día Argentina amaneció con ganas de perder un 20% de poder adquisitivo en quince días. Tanto ayer como hoy, existe una política económica, un gobierno que la impulsa y varios millones de personas que en su momento votaron y eligieron un camino. ¿Cuál camino? Bien, desde 1992 hasta el estallido del 2001, un parámetro fundamental de la economía argentina -tomen aire fuerte- era que un dólar equivalía a un peso. ¿Cómo se sostuvo ese camino, ratificado por las elecciones de 1995? Apertura de mercado, reducción del Estado, deuda externa, y especulación financiera. A tal punto sintonizaban las políticas económicas con el Fondo, que el entonces presidente Menem llegó incluso a abrir la Asamblea Anual del FMI en 1998. Desde lo discursivo, gobierno y operadores mediáticos sostenían que el país, por fin, estaba “recibiendo inversiones”.
“Capitán América”, hitazo no trasnacional del rock argentino, supo aplicarle ironía a ese boom de cadenas de supermercados, locales de fast food y productos importados que empezaban a socavar el tejido industrial (y por ende el empleo) en todo el país. En simultáneo, quienes sí tenían un ahorro podían disfrutar de electrodomésticos flamantes, viajes a Miami y otros placeres de la paridad cambiaria. Pero en los barrios obreros, como cuenta magistralmente Viejas Locas en este himno urbano de cuando Pity Álvarez era un Richard Ashcroft del subdesarrollo, pocos son los que iban a zafar.
Pero la verdad es que nadie zafó. O al menos, nadie que no naciera sentado sobre 40 acres cubiertos de ganado o rellenos de petróleo. Si antes dijimos que el espíritu neoliberal había tenido en los comforts de la paridad cambiaria sostenida vía FMI sus espejitos de colores; para 1999 el 14% de desempleo a nivel nacional y los escándalos de corrupción habían terminado con la credibilidad menemista. Había un nuevo gobierno. Y todo sería mucho peor.
¡Corte de ruta y asamblea!
La esperanza blanca y republicana de Fernando de la Rúa asumió como garantía de integridad y terminó, 24 meses después (y acuerdo leonino con el Fondo mediante), declarando un estado de sitio jamás respetado por la furia de miles de personas que, en medio de una debacle económica postapocalíptica, no podían por ley -tomen aire otra vez- retirar más de 250 pesos por semana de cualquier cajero o ventanilla de banco. De un día para otro. ¿Necesitabas dinero para medicamentos o una operación? Qué pena. Solo vas, como supo graficar La 25.
No hubo provincia que no tuviera cortes de calles, rutas, movilizaciones y protestas de todo tipo. Docentes, jubilados, trabajadores de la salud, empleados de fábricas cerradas, casi no hubo rubro que no se volcara a la calle. De aquellos años de barricada y fuegos en la vía pública, “Los métodos piqueteros”, de Las Manos de Filippi emergió como una especie de hit de la crisis.
Otra curva en la montaña rusa del armageddon argentino fue la emisión de bonos provinciales y nacionales que reemplazaron a los pesos: llegó a haber 16 monedas paralelas circulando en el país. “Cuando me echaron de la fábrica en 2002 me pagaron con lecops, patacones y pesos”, me recuerda mi padre mientras escribo esto. Para ejercitar su imaginación: piensen cómo es cobrar papeles que no sabes cuáles comercios aceptan. O si sirven para pagar el alquiler. A tal punto llegó la mezcla de escasez y desconfianza para con la moneda en general, que las cosas se pusieron medievales y se establecieron mercaditos barriales donde las personas, por ejemplo, cambiaban una tarta por una camisa o una estufa eléctrica por tres docenas de huevos: el trueque. Su Santidad cumbiera nacional, Pablo Lescano, escribió entonces: Patacones, Quebracho, Lecop / la puta que te parió / devolvé la plata / que te llevaste al exterior / al exterior.
No es amor lo que sangra
“¿Pero no eran gobiernos elegidos por la gente?”, puede preguntarse algún ajeno a las hecatombes sureñas. Y ese es el eje de la cuestión y el link histórico con el último préstamo pedido por la actual conducción política. Tal como sucedió con el revalide a la fiesta neoliberal de 1995, las decisiones de hoy se cimentan también en una especie de hegemonía que legitimó mucho de las medidas tomadas hasta el día del llamado al Fondo. Desde lo discursivo, gobiernos y medios afines sostienen que al país, por fin, el mundo lo está acompañando. Que por fin se sale del “populismo y la demagogia” anterior.
Y que si no se cambiaba el rumbo, Argentina se iba a convertir en… Venezuela. ¿Les suena familiar?
Ahí la dicotomía. Argentina es el país de Sudamérica que más jóvenes atrae por la gratuidad y calidad de sus universidades públicas y uno de los pocos países del mundo con salud gratuita para cualquiera que pase por el territorio. Y, al mismo tiempo, el país que votó una propuesta política que culpa al “populismo” de todos los males y que terminó, en dos años de gestión, volviendo a endeudarse con el peor prestamista del planeta y disparando la inflación. Contradictorio y pendular, el espíritu del tiempo criollo está recalculando. Y la música lo expresa bastante bien. “En las buenas y en las pairas”, Malajunta Malandro, Messi del trap local, cuenta un poco cómo está la cosa en las barriadas.
También desde el trap, Banga improvisó lo suyo pocos días después de que se anunciara la vuelta al Fondo.
Otra de las bandas que hace rato se posicionó contra este giro neoliberal fue Pez, que en 2017 lanzó un disco muy explícitamente titulado Pelea al horror.
Incluso Fito Páez, de conocida postura política opositora a este tipo de medidas, pareció enviar un mensaje claro con el corte de difusión de su último disco, La ciudad liberada. Homeless al poder y guerra a “los fascistas de mierda”.
Mientras el gobierno argentino espera que el FMI le entregue su programa de recortes para acceder al crédito, un sinnúmero organizaciones sociales, políticas, sociales y no gubernamentales llamaron a una marcha para el viernes por la tarde en Buenos Aires para rechazar el acuerdo y sus condiciones. Se espera que la convocatoria sea multitudinaria por la consigna y porque ese día es feriado nacional. Se recuerda, paradojas de la historia, la revolución que en 1810 culminó con la instauración del primer gobierno soberano. No sabemos cuántas canciones se escribirán sobre ese momento, pero la historia seguro les guardará su lugar.
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Date la playlist que hizo Juan para que bailes con la crisis que vive Argentina.
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