La tensión entre los seguidores del Arsenal y su actual director técnico, Arsene Wenger, ha subido de tono en las últimas dos temporadas. Los resultados negativos del club londinense en todas las competiciones no han ayudado a la relación entre el público y el francés, a tal punto que en el 2015 un sector del Emirates desplegó una pancarta con el mensaje «Arsene, gracias por los recuerdos pero es tiempo de decir adiós», quizá en un tono sarcástico, porque a lo largo de su carrera como técnico de los Gunners el estratega francés ha cosechado más fracasos que logros.
Esta mañana en la rueda de prensa habitual previo a su partido de FA Cup de este lunes, Wenger soltó la bomba: «No ganarán todos los partidos, incluso si me voy». Por una parte, esto habla de la frustración y molestia de Wenger por las críticas que le llovieron luego de la humillante derrota contra el Bayern de Múnich en Champions League hace unos días.
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Por otra, nos habla de la posibilidad de verlo marcharse de la que fuese su casa durante 20 años. «No importa lo que suceda, seguiré dirigiendo la próxima temporada, ya sea aquí o en otro lugar. Eso es seguro. Odio las derrotas, odio perder partidos. Quiero hacer lo mejor para este club», respondió Wenger ante la pregunta de su retiro.
Por como luce la situación, Wenger podría cambiar de aires este verano. ¿Regresaría al futbol francés? ¿Se quedaría a dirigir en la Premier League? ¿A quién contrataría el Arsenal para suplir a Wenger? Todas estas preguntas se resolverán en un período máximo de tres meses cuando los Gunners vuelvan a quedar en cuarto lugar de la tabla (como ya es costumbre) y queden eliminados de la FA Cup a manos de un equipo de segunda.
