Ha sido un mes extraño para la comunidad de la música dance. La semana pasada, el DJ Tanner Ross fue acusado de enviar tuits de acoso sexual al escritor musical Andrew Ryce de Resident Advisor en respuesta a la desfavorable reseña de Ryce al nuevo álbum de Jamie xx. Como resultado, Ross fue retirado del evento de Crew Love de Soul Clap en Barcelona y hay rumores de que sería expulsado del roster de Crew Love. Muchas personas en la industria y los medios han comparado este comportamiento al de Ten Walls, cuyos insultos homofóbicos mataron su carrera hace algunas semanas.
Alejado en la Europa oriental, separado de los medios de la música dance occidentales en inglés, Ten Walls no tuvo muchos defensores. Ross sí, sin embargo, y muchos de ellos evocaron su apoyo por su amigo en las redes sociales, declarando que no es homofóbico, sino que simplemente estaba “hablando incoherencias”, y “que era una broma”, y que la gente debía “superarlo”. Me recordó la vez cuando Jodie Foster y Robert Downey Jr. defendieron a Mel Gibson luego de haber sido capturado por las cámaras diciendo atroces comentarios antisemíticos durante su arresto por conducir ebrio en 2006. Nadie lo vio como algo positivo.
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No hay defensa para las palabras de Ross y ninguna disculpa que pueda ser construida de una manera significativa. Como todos los sabemos, para muchas figuras públicas, “lo siento” viene como una respuesta superficial más que como una demostración profunda del entendimiento acerca de cómo las palabras o acciones de uno estuvieron equivocadas. Al menos, Ross estaba haciendo cyber-bullying, pero en realidad estaba expresando un mensaje de odio homofóbico. Para tomar elementos de una identidad – en este caso, sexo homosexual, una característica de la homosexualidad – y usarlo para degradar a alguien, es apoyar la creencia de que hay algo mal o vergonzoso acerca de esa identidad en primer lugar. Esa es la definición de homofobia.
El hecho de que una reseña negativa hacia un álbum molestara a Ross en primer lugar ha causado controversia. (Cabe mencionar, que Ryce no estaba muy emocionado con el nuevo álbum de Hudson Mohawke tampoco, pero eso no lo ha convertido en el blanco del odio en Twitter, tampoco). Mientras muchos de nosotros podríamos categorizar su criticismo en todas las formas, como algo expresado por los “haters”, existe una distinción entre una opinión crítica y un discurso de odio. La primera es un componente esencial del diálogo entre el arte y la cultura. El segundo es el lenguaje que promueve la violencia o intimidación hacia una clase minoritaria de personas. El hecho de que el objetivo principal de las palabras de Ross sea homosexual no importa tampoco. Sus palabras no fueron simples insultos, como algunos de sus defensores han dicho; fueron un discurso de odio.
En la cuenta de Facebook de THUMP US la semana pasada un lector comentó “no puedes escupir odio homofóbico en la música dance”. En realidad, no puedes escupir ningún tipo de odio en la música dance. Nosotros no somos así, y no estamos aquí para eso. Como nos han demostrado los eventos recientes en torno a Ten Walls y Tanner Ross, aunque podemos ser una comunidad imperfecta, tampoco toleraremos la intolerancia, al menos no cuando esté expresada de forma tan abierta.
El escritor y académico de la música dance Luis-Manuel Garcia comentó esto luego del fiasco de Ten Walls hace unas semanas: “No debemos estar satisfechos con el castigo social/profesional de Ten Walls, hacia una intolerancia obvia en un mundo lleno de exclusiones silenciosas y micro-agresiones. Aún existe el sexismo, racismo, homofobia, clasismo, etc., que existen en la cultura del club en formas más indirectas y sutiles. Esta basura sigue alrededor de nosotros, incluyendo dentro de nuestros clubes, nuestros dancefloors, e incluso nuestros propios corazones”.
Ese es un punto que vale la pena reconocer. No es sólo la gente homosexual los que se encuentran satanizados en la música dance y la discriminación no siempre es denunciada cuando ocurre. Desde que la música dance pasó de estar en el Loft de David Mancuso a ser un movimiento global, se ha expandido para incluir más gente que nunca. Ese crecimiento significa que la comunidad de la música dance refleja nuestra sociedad en una escala mayor, con fobias, ideologías, y demás. El hecho de exiliar a Ten Walls no ha resuelto la homofobia, reprimir a Ross tampoco. Esa no quiere decir que su comportamiento esté justificado, ni tampoco que aquellos con privilegio o poder deberían ingresar al club todas las noches con sus cabezas hundidas en vergüenza. En su lugar, esto debería motivarnos a todos para unirnos con los ojos bien abiertos.
Mientras hablaba en el panel de artistas a finales de la semana pasada durante el EDMbiz en Las Vegas, Jahan Yousaf de Krewella apuntó lo influyentes que son los DJs de hoy en día con las audiencias jóvenes y lo importante que es para ellos demostrar constantemente positividad en vez de altanería. “La bondad necesita ser compartida”, dijo. “Lo hemos olvidado en esta escena”.
Es un concepto simple pero difícil de discutir. Abiertamente, la positividad de la música dance puede aparecer como una caricatura por sí misma. Es fácil girar nuestros ojos ante la insípidamente simplista noción del PLUR y burlarnos de cualquiera que haga corazones con sus manos desde la cabina de DJ. Aunque esos símbolos tienen un significado para algunos, difícilmente son elementos que definan nuestra cultura.
Cuando hablamos acerca de los orígenes de la música dance en las comunidades negras, hispanas y homosexuales en las ciudades americanas, lo hacemos para demostrara lo increíble que es que la gente que se encontraba excluida en otros ámbitos de la sociedad, haya creado un espacio donde pudieran ser incluidos y hacer que algo con tanto significado ocurriera. Incluso a la fecha, la comunidad de la música dance tiene la intención de ser un refugio de la crudeza del mundo. En sus mejores momentos, es un hogar para todos – para los raros y los fenómenos, los soñadores y los rechazados. Para aquellos que fueron excluidos en todos lados, hay una fiesta, un club, o un festival donde un grupo de personas está esperando a recibirlos en el dancefloor. Hay un foro en línea donde puedes vincularte a través del amor por tus artistas favoritos con gente de cualquier parte del planeta. La mayoría de las demás escenas musicales no lo tienen, pero nosotros sí. En su mejor momento, la música dance es a donde puedes recurrir cuando el resto del mundo te ha dado la espalda.
Aún así, ser parte de esta comunidad es estar de acuerdo con un pacto de inclusividad. Cuando ese pacto es violado, la comunidad responderá indicándote el camino hacia la puerta. No lo hacemos por ser punitivos o tomar represalias, sino para protegernos de eso de lo que queremos escapar.
Los artistas como Ross o Ten Walls deberían ser más sensatos. Difícilmente hay alguien que haya convertido su pasión por la música dance una carrera y no haya experimentado la belleza de la comunidad de la música dance. Significa muchas cosas para muchas personas, el amor por un mundo que desearíamos que fuera más perfecto, y por supuesto, el amor por la música. En vez de pensar acerca de lo que nos divide, el género sexual o musical, la edad o el gusto, la orientación sexual o BPM preferido, necesitamos enfocarnos en lo que tenemos en común.
El próximo fin de semana, ya sea que entres al Panorama Bar en Berlín, o pases un amanecer en EDC Las Vegas, o saltes en tu cama con tus audífonos con una fiesta para uno, recuerda lo que te llevó ahí en primer lugar. El odio puede ser una emoción poderosa. El amor en la comunidad de la música dance es más fuerte.
Zel McCarthy es el editor en jefe de THUMP. Él está en Twitter.
Fotos cortesía de Juliana Bernstein.