Mochilas llenas de dinero, estadios repletos de fanáticos, ataques a ejecutivos de televisión, burlas brutales, melodrama de lucha libre profesional, violencia en contra de micrófonos, apodos con tonos racistas, trajes hechos a la medida con mensajes ocultos, robos de banderas, números musicales de hip-hop, acusaciones de cobardía, fanfarronería, Drake, promotores emocionados. La única manera en que la pelea entre Floyd Mayweather y Conor McGregor sea un circo aún más grande es si Donald Trump mete su cuchara.
Esperen lo inimaginable.
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El martes, después de la primera conferencia de prensa de cuatro previo al próximo choque entre el boxeador más grandioso de su generación y el practicante de artes marciales mixtas más famoso de todos los tiempos, a Dana White se le preguntó si el presidente Donald Trump lo había contactado para obtener un boleto para el evento del 26 de agosto. La pregunta podría parecer fuera de lugar, considerando todos los pendientes que Trump ha enfrentado estos días, pero la relación entre ambos presidentes data de hace 20 años, en 2001, cuando el Taj Mahal de Trump albergó dos carteleras de UFC y ayudó al crecimiento de la compañía y de este deporte en ruinas. Ambos siguieron siendo amigos, y White le regresó el favor el año pasado cuando habló maravillas del entonces candidato a la presidencia de los Estados Unidos durante la Convención Republicana. Se dice que hablaban por teléfono una o dos veces al mes, y a pesar de todo lo que está sucediendo en la Casa Blanca —las acusaciones de colusión y conspiración, y el resto del infame acuerdo con Rusia— White sigue convencido de la integridad de Trump. Sumemos a todo esto el hecho que Trump tiene un largo historial organizando peleas de boxeo (y uno muy corto promoviendo peleas de MMA), el hecho que estamos en el 2017 y el mundo es lo que es, y todo encaja a la perfección; Trump querría atender a uno de los eventos deportivos más inflados de la década. Desafortunadamente, White respondió a la prensa que es muy probable que Trump no pueda ir.
“Me llamaron ayer y no creo que puedan ir, pero estarán viendo la pelea”, dijo White. Después comentó que a Trump “le encantaría estar en la pelea”pero que “siente que podría arruinar el evento si se presenta. El Servicio Secreto tendría que revisar todo el lugar y cerrar las calles y provocar más tráfico”.
White está en lo correcto. Existe una razón por la que los presidentes estadounidenses no suelen asistir a eventos deportivos más allá de las ceremonias de inauguración de los Olímpicos. Pero me sorprendería si el tremendo caos provocado fuese suficiente para detener a alguien como Trump de ir al espectáculo del año. Después de todo estamos hablando de un hombre que acordó volar a Francia para celebrar el Día de la Bastilla, luego de enterarse por medio del recién presidente electo francés, Emmanuel Macron, que la ceremonia incluiría jets de guerra volando por los cielos y tanques acompañados de caballos; todo lo que Trump esperó ver, supuestamente, en su ceremonia de inauguración en enero. El Servio Secreto quizá se oponga y queje, pero me cuesta trabajo creer que Trump no estará en Las Vegas el 26 de agosto, incluso si (especialmente si) su presencia distrae la atención de los presentes. ¿Qué hombre de la camada de Trump dejaría pasar al oportunidad para confirmar su estatus como la celebridad más grande de todas en un recinto que promete estar repleto de enemigos?
La pelea entre Mayweather y McGregor es como uno de los sueños más descabellados de Donald Trump: Dos “ganadores” y genios de la autopromoción, enamorados de sí mismos y del dinero que han ganado, rodeados de calurosos fanáticos y séquitos, presumiendo sus logros y controlando la atención de todo el mundo, desde el hombre común y corriente hasta las élites culturales, mientras hacen pedazos al resto del mundo del entretenimiento: ¿Cómo podría Donal Trump dejar pasar un espectáculo tan hecho a su manera? ¿Cómo podría rechazar la oportunidad de robarse el show para su propia satisfacción, para demostrar su lugar en el universo, para enseñarles a todos lo que significa ser famoso de verdad, para dejar bien claro que él es el espectáculo de espectáculos, el ganador de ganadores, el centro de atención, el hombre que Floyd Mayweather y Conor McGregor quisieran ser algún día?
No le crean a Dana White: Donald Trump estará sentado en primera fila.