Zack, originario de Tequila, es un activista trans de Guadalajara. Fotos por Alejandro Gallo.
Durante años, los hombres transgénero y transexuales han sido invisibles a la sociedad. Para empezar, no es sencillo asumirse como una persona trans, los prejuicios aún tienen un peso en la sociedad que impide que tanto hombres como mujeres que han pasado por una transición de género puedan tener una vida plena, la mayoría de las veces.
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Uno de los principales problemas es la ausencia de una identidad legal en la mayoría del país, lo cual afecta a quienes han pasado por un proceso de reasignación sexogenérica pues les es complicado encontrar empleo y atenderse en los servicios de salud pública.
Desde el año 2008, la Ciudad de México realizó una reforma en su Código Civil para permitir el cambio de identidad en personas transgénero y transexuales mediante un juicio que implicaba que un sicólogo y un siquiatra te examinaran para poder poner una anotación al margen de tu acta de nacimiento. Pero apenas en noviembre de este año la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) aprobó simplificar el trámite para poder emitir un acta de nacimiento nueva, sin necesidad de un juicio ni de tener la reasignación sexogenérica (intervenciones quirúrgicas para cambio de sexo).
Pero en el resto del país, como en Guadalajara por ejemplo, la situación sigue siendo complicada. Desde hace años grupos de la diversidad sexual han trabajado para que se contemple el cambio de identidad para personas trans en el Código Civil de Jalisco. Luis Guzmán, presidente de un grupo local llamado Cohesión de Diversidades para la Sustentabilidad, me platicó que desde hace un año se entregó un proyecto de reforma para esto, pero no se ha tenido respuesta y duda que se tenga durante la actual legislatura que termina en 2015.
Zack y su mamá caminan hacia la clínica en la que se realizará la mastectomía.
Según las estimaciones de la Red Mexicana de Mujeres Trans, hay alrededor de setecientas mujeres transexuales en Jalisco. Pero dentro de la transexualidad existe un segmento poblacional que parece más olvidado aún: los hombres trans, quienes son poco visibles socialmente y menos activos en organizaciones civiles.
En tanto, la organización Familias por la Diversidad tiene información de al menos 500 personas trans en Guadalajara, sin especificar género, pero es posible que existan hasta tres veces más, me explicó Edgar Ramón Rosales Galarza, presidente de la agrupación.
Sin embargo, desde hace un año en Guadalajara existe un grupo llamado Transformar-t, que reúne a chicos trans de diversas partes de la República para transmitir información y tratar de crear redes de apoyo. Surgió como iniciativa de Zack Nájar, originario del municipio de Tequila, quien en su proceso de aceptación como persona trans tuvo la idea de involucrar a más gente para buscar mayor visibilidad en sociedad tapatía.
Zack tiene 33 años, aunque luce mucho más joven, y trabaja como ingeniero industrial en una empresa de giro ferretero. Me comenta que no ha tenido problemas con sus compañeros de trabajo, e incluso sus jefes lo han apoyado en su reasignación de género, un caso afortunado de aceptación en una sociedad que sigue siendo vista como mocha y moralista.
Me reuní con él antes de que se realizara una mastectomía, operación de retiro de mamas, para que nos contara sobre su vida y la importancia del activismo en chicos trans. Para Zack, aún con la poca visibilidad de los hombres transexuales, hay más discriminación hacia las chicas trans pues para ellos es como subir un nivel en la escala de valores de la sociedad mientras que para ellas es bajar un escalón y enfrentarse a la misoginia.
Antes de dejarlo en cama, con suero, acompañado de su madre que viajó desde Tequila para acompañarlo y obviamente nervioso, esto fue lo que me platicó.
Zack recibiendo el apoyo de su madre momentos antes de someterse a la intervención.
VICE: Hola, ¿estás nervioso?
Zack: Ya estoy listo pero traigo el nervio.
Cuéntanos ¿cómo supiste que eres un chico y no una chica?
Siempre lo supe, pero nunca fui consciente, siempre te etiquetas en lo que conoces. Más o menos como a los 15 años me encasillé en lo que conocía y me dije: “Soy una mujer lesbiana, pero realmente nunca estuve a gusto”.
Empecé a conocer más gente y me di cuenta que no encajaba, entonces seguí con la búsqueda. Más o menos como a los 25 años conocí el tema y lo conocí por las redes sociales, vi un video de un chico español que se llama Moisés y conforme él contaba [su experiencia] en su video, yo me iba identificando con lo que decía. Ahí es cuando empiezo a conocer el tema, a buscar información, a preguntar, pero aquí en Jalisco no encontré lugares para informarme.
Le hice al loco prácticamente siete años, porque sí fue un proceso difícil de aceptación para mí, por todo lo que conlleva, pero llegó el momento en que dije: “O lo hago o quedo como estoy”. Decidí comenzar y empecé a buscar más en forma información, encontré gente en Argentina, en España, en la Ciudad de México, y primero creé un grupo en Facebook, y ahí empecé a hablar con más gente y a tener más contacto con ese mundo.
¿Y cómo te decidiste a empezar un proceso de cambio ya en forma?
Hace un año decidí entrar en tratamiento hormonal, no pasé por terapia sicológica, me fui directo y la verdad fue muy difícil porque es un cambio; la terapia sicológica no es para reafirmar, es para tener las herramientas de cómo vas a afrontar todo lo que viene y todo lo que engloba.
Empezamos a buscar médicos, a buscar cirujanos, endocrinólogos y así fue como llegamos al grupo de Familias por la Diversidad (Fadis) y estamos ahorita trabajando con ellos.
¿Fue difícil con tu familia?
Fue algo complicado, yo comencé la terapia sin decirle nada a nadie, simplemente hice la cita con el endocrinólogo y me fui directo. La voz me cambió muy rápido y me preguntaban y les decía que era la gripe, pero ya llegó el momento en que de plano no pude mantenerlo.
Lo platiqué con mi mamá, lo tomó de principio bien, me dijo que si eso me hacía feliz, adelante; pero como que no captó muy bien la idea. Ese día todo estuvo bien pero ella continuó su búsqueda del tema en internet y lamentablemente encontró lo peor, entonces sí tuve que volver a sentarme y volver a explicarle cómo estaban las cosas.
Lo va entendiendo poco a poco, aún en ratos se le patina y me sigue hablando en femenino, pero si a mí me costó siete años aceptarme, qué espero del resto de la gente. Trato de llevarlo lo más relajado, lo más tranquilo.
Las mastectomía es un proceso en el que se retiran las glándulas mamarias, una parte importante de la reasignación sexogenérica.
¿Por qué crees que los hombres transexuales no están involucrados en el activismo?
Yo creé el grupo Transformándo-t y ahí conocí a otros chicos y se han ido sumando. Para nosotros es muy fácil, tres meses de hormonas y perfectamente pasas [por hombre], entonces es más fácil caer en la comodidad y quedarte así. Es muy raro que los chicos quieran participar o que quieran darle seguimiento.
De aquí de Jalisco somos como unos veinte, pero de esos tres somos los que estamos activamente, los otros chavos están como contactos pero no quieren entrar o no quieren hacer un movimiento, nada más tres estamos constantemente yendo a reuniones y trabajando físicamente. Tuvimos un foro hace unas semanas y salió un resultado positivo, incluso el Consejo Estatal para la Prevención del VIH en Jalisco (Coesida) nos invitó a trabajar una campaña de visibilidad.
Aquí en Jalisco el tema en cuanto a chicos trans no se conoce y te la tienes que rifar tú solo, buscar médicos tú solo, si tienes un problema de discriminación tú te la rifas sin nadie más. El mismo Estado ha dicho varias veces que aquí en Jalisco no hay transexualidad. No es que uno salga con una pancarta diciendo “Soy trans” pero sí tenemos necesidades que si no se expresan y no se ven, no existen y si no existen no hay nada que hacer.
Hace falta un poquito más de conciencia en los mismos chavos que necesitamos hacernos visibles, para que se tengan los servicios tanto médicos y legales que son los que se necesitan.
¿Qué retos encontraste al crear el grupo?
Bueno, el primer reto es que los chavos no se involucran.
Otro reto es que no sé nada de activismo, y busco documentarme, investigar y capacitarme más sobre temas de derechos humanos, sexualidad, estudié ingeniería y no sé nada sobre leyes, entonces también por esa parte busco crecer profesionalmente para poder hacer un mejor papel como activista.
El darme cuenta que los médicos, aunque sean privados, muchas veces no están dispuestos a trabajar con nosotros, no quieren entrar al tema trans, y eso provoca que no nos permitan informarles ni sensibilizarlos sobre el tema.
Un reto es que por mi falta de tiempo, pues mi trabajo es muy absorbente, hay tantas cosas que quiero y se necesitan hacer, pero por la misma falta de participación y compromiso de los chicos, no me queda otra más que ir haciéndolas paso a paso y en mis tiempos libres.
¿Cómo te preparaste para la mastectomía? ¿Es difícil decidirlo?
Yo no tenía que decidirlo, desde que yo me acuerdo mi deseo era no tener [pechos], pero yo no sabía que esto se podía hacer hasta que conocí el tema. Cuando me di cuenta que en Guadalajara había médicos que hacen este tipo de cirugías y, en especial, cuando nos presentaron al doctor Rafael Pinto y nos dio sus costos, vi que era accesible.
Yo no la pensé. En cuanto vi el trabajo del doctor me animé, y vi que chavos de otros estados empezaron a hacer cita con él y yo en lo que les pude ayudar fue en brindarles el hospedaje y eso me permitió ver de cerca el trabajo del doctor, que es bastante bueno. Tengo unos seis amigos cercanos que han pasado por él. Yo no tenía nada que decidir, era sólo saber cuándo.
¿Y qué seguiría para completar la reasignación de género?
Médicamente seguiría la histerectomía, que es sacar el útero. Por el mismo tratamiento de la testosterona esto pierde su función y se atrofia, por salud hay que hacerlo. Eso ayuda para que las dosis de testosterona sean menores o en tiempos más prolongados.
Algunos chicos que conforman el grupo Transformándo-t, el único dirigido para chicos transexuales en Jalisco. Foto cortesía de Zack.
¿A cuántos chavos has recibido en tu casa para brindarles apoyo?
El primer chavo es de Sinaloa, después llegó Christopher, de Veracruz; luego Santiago, de Yucatán; Koby, de Reynosa; Ismael, de Mexicali, y estoy esperando a otro chavos de Guanajuato, otro más de Vallarta, y un chico de Colombia que espera venir a operarse porque le sale más barato acá que en su país, pero aun no sé si vendrá. Y Álex, que es de Tepic, y ya llegó para quedarse. Alex, ya está de planta y viviendo conmigo.
Fotografías de Zack con su nueva imagen forman parte de una campaña del Coesida Jalisco para visibilizar a la población trans de Jalisco y a la par prevenir la transmisión de VIH entre este sector. Según las estadísticas de la dependencia, una de cada cuatro personas transexuales y transgénero vive con el virus, lo cual lo coloca como el grupo ciudadano con más prevalencia de VIH, debido a la discriminación y al poco acceso a los servicios de salud.
En los carteles, bajo la leyenda “Soy más de lo que ves. Soy un hombre trans y también ejerzo mi derecho a practicar mi profesión”, Zack aparece sonriendo y trabajando, quizás por tener un cuerpo que le sienta mejor. Pero hay derechos que aún no puede ejercer: legalmente Zack sigue siendo alguien que no es.
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