“No quiero que los marihuanos voten por mí”: Así es asistir a un mitin de ‘El Bronco’

Este artículo fue publicado por VICE México.

“¿Tú le entras a la mota?”, preguntó Jaime Rodríguez El Bronco a un joven que estaba junto a mí durante su mitin. Su voz seca y fuerte retumbó por todo el boulevard Adolfo López Mateos, en Atizapán, Estado de México, y bajo el calor de 30 grados, aseguró: “No quiero que los marihuanos voten por mí”.

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A mi alrededor no vi más de 70 personas y recordé que en mi cumpleaños número nueve, invité a los dos salones de mi grado escolar y en total, 84 personas asistieron a mi fiesta. El mitin constó de reporteros de distintos medios, camarógrafos, sonidistas, un vendedor de tacos, una chica que regalaba pequeñas botellas de agua mineral para combatir el sol (gracias, te tengo en mi mente aún), algunos curiosos y unas señoras de edad avanzada que ondeaban banderas del Bronco que regalaban ahí mismo.

Silvia García, reportera.

Caminé por el mitin y conocí a Silvia García, reportera que cubría el evento. “No simpatizo con El Bronco porque sus propuestas son absurdas”, me contó, “creo que es más un distractor que el representante de una campaña política seria”.

El Bronco.
Ricardo.

El Bronco hablaba sobre una tarima pequeña. Junto a él, Ricardo, percusionista, psicólogo y fotógrafo, tocaba una especie de conga acompañado de una animadora que coreaba “El Bronco es como tú, como yo”. Me acerqué a platicar con él sobre el mitin del candidato independiente: “Esperaba menos gente porque en este tipo de eventos, si no son acarreados, es sorprendente que haya gente interesada”, confesó Ricardo. Cuando le pregunté si estaba de acuerdo en la propuesta de mocharle la mano a los criminales, dijo: “No es viable porque México está en acuerdos internacionales que dictan que esos castigos no pueden ser aplicados”.

Asistentes al mitin.

Di algunos pasos y mis oídos casi sangraban por el alto volumen de la canción de campaña, “Levántate: ¡arriba México, Bronco!”, una canción absurdamente pegajosa que hasta ahora no sale de mi cabeza. Bien ahí, Bronco.

Édgar.

Durante una entrevista para Milenio, El Bronco dijo que no legalizaría las drogas porque ha visto a mucha gente morir a causa de ello e incluso comentó: “Yo mismo fui atacado por un marihuano”. Mientras me secaba el sudor de la frente vi a un par de personas con máscaras de caballo tipo Harlem Shake en honor al Bronco. Le pregunté a Edgar, uno de ellos, sobre el ataque del marihuano. Se quitó la máscara y me dijo: “Estoy en contra de las drogas porque eso es lo que destruye a México y nos lleva a la delincuencia y a la corrupción. Él [El Bronco] está en contra de la legalización, pero no ha dicho nada sobre ingerir marihuana”.

Asistentes al mitin.

Me topé con Enrique, la persona encargada del sonido, y le pregunté sobre el volumen tan alto. “Así le gusta”, me respondió. Mientras se llevaba unos Takis a la boca, Enrique me confesó que va a votar por El Bronco para presidente. “Es directo, va al grano, además uno ya está cansado de las candidaturas de los mismos partidos. Estoy de acuerdo con mochar manos, hay que castigar con mano dura”.

La parafernalia del Bronco tiene un punto positivo: uno de los recuerdos más preciados que me llevé de su mitin fueron unos flyers que estaban pegados en algunos postes de luz, diseñados como si fueran del lejano Oeste: “Se Busca para presidente de México, El Bronco”. Punto para los diseñadores.

Flyer.
Parafernalia de El Bronco.

Dos chicas jóvenes, con un megáfono en las manos, gritaban a todo pulmón: “Bronco, Bronco, Bronco”. Me acerqué a una de ellas, Mariana Gutiérrez, de 20 años, y con una sonrisa grande, me dijo que estaba “casi segura de votar por El Bronco”. Le pregunté por la propuesta de mochar manos a delincuentes, y contestó: “se me hace un poco alocada la propuesta de mochar manos, pero creo que está bien porque ya no hay miedo a las autoridades, en especial entre los funcionarios públicos que son los que más roban”. Éstas son las primeras elecciones en las que Mariana podrá votar, por lo que pregunté su opinión de los demás partidos políticos. “Me gusta que El Bronco sea un candidato que no pertenece a un partido político, porque la mayoría de ellos nada más nos roban. El Bronco quiere que el salario que se gane no sea el mínimo, sino lo que uno merezca. También va a conseguir más oportunidades para los jóvenes, ya que hay tantos que están en las calles, robando y drogándose”, concluyó.

Mariana.

Sentada, ondeando una bandera del Bronco bajo la sombra, estaba Amalia, una señora de 65 años. Me puso una condición para hablar conmigo y poder tomarle una foto: “que me vea bonita”. Me senté a su lado sobre una banca de cerámica caliente y platicamos. “He votado la mayoría de las veces por el PRI, pero se me hace sincero El Bronco, es de pueblo, como nosotros. Los demás partidos políticos se me hacen muy amañados, como que están más sobre el dinero que sobre lo que vive el pueblo”.

Amalia.

Mientras El Bronco repetía el discurso que he escuchado en varias de sus entrevistas, en el cual habla de mochar manos, no legalizar drogas y lo “complicado” del tema de la adopción de parejas del mismo sexo, también dijo propuestas nuevas. Creo que El Bronco tiene un talento escondido, como si cada dicho que sale de su boca rima o tiene un beat detrás de sus palabras. Siento que podría ser una especie de rapero si pierde la presidencia. “Todo pa’l que trabaja, cero pa’l huevón” o “Quiero quitar a todos los huevones burrócratas del gobierno”. Cada vez que pasaba un camión justo frente a nosotros, El Bronco usaba el micrófono para decirles a los pasajeros: “Vota Bronco, voten Bronco”.

Las personas que más estaban metidas dentro de su chamba en el mitin eran los camarógrafos. Ni el sol o la poca gente que asistió los distraía de buscar los mejores ángulos de Jaime Rodríguez. Pude molestar a Miguel, uno de ellos, que trabaja en el equipo de producción del Bronco. “Creo en todas sus propuestas, como la de evitar la corrupción quitándole el financiamiento público a los partidos políticos. Se me hace una idea grandiosa. Que se rasquen con sus propias uñas, si en otros países lo hacen, ¿por qué aquí no?”, me dijo. También le pregunté a Mario sobre la polémica propuesta: “Creo que si se mochan dos o tres manos se compone el pueblo. Estoy de acuerdo con la propuesta una vez que se brinquen los obstáculos legales y se implemente la ley. Los que hemos vivido la corrupción y hemos sentido la delincuencia aceptaríamos algo así”, me dijo Mario. Para concluir nuestra pequeña charla, le pedí su opinión acerca de la propuesta de Rodríguez Calderón sobre no legalizar drogas: “En esa parte no estoy de acuerdo con él, pero estoy de acuerdo con un diálogo. Si se fuera a legalizar la mota para motivos recreativos, no estoy de acuerdo. Si fuera para usos medicinales, puede ser que sí”, concluyó.

El Bronco culpó al calor para concluir el mitin. De entre la decena de reporteros que buscaban una entrevista con él, pude platicar con Raúl Mancillas. “Todavía estoy pensando por quién votar. Creo darle mi voto a MORENA porque los partidos de siempre me han decepcionado. He votado por el PRI y por el PAN, pero ahorita creo que el cambio está con MORENA. Las propuestas del Bronco se me hacen muy buenas y por lo que logró en Monterrey se me hace un buen candidato. Lamentablemente creo que si le doy mi voto será uno que no valga”, me confesó.

Raúl Mancillas.

Por última vez en el día —y espero que en un largo tiempo—, pregunté a Raúl sobre mochar manos: “Como humanos no podemos llegar a eso [mochar manos] porque estaríamos deshumanizándonos y emitiendo el poder hacia la violencia. Esa propuesta no me gusta. Pero creo que es alguien con mano firme y que si llegara a ser presidente no lo haría”. Para concluir, le pregunté sobre los mítines que había cubierto hasta ahora. “Es lo mismo de siempre. Los candidatos tienen que hacer propuestas y demostrar cómo las van a lograr. No se trata sólo de hacer propuestas porque se quedan en el aire”, concluyó.

La fotógrafa y yo caminamos hacia un Subway que se encontraba a algunos metros del boulevard. Nos sentamos y pedimos dos refrescos fríos. Mientras tomábamos nuestras bebidas, notamos una grupo de personas que entraban al Subway. Era El Bronco con su equipo.

El Bronco entró al Subway, me miró fijamente y me saludó. Estrechó mi mano mientras hacía un contacto visual casi seductor conmigo y me preguntó sobre “las tortas” que vendían en el Subway. Después de esto, El Bronco se retiró y dejó una estela de perfume de señor. Me recordó a mi abuelo y al terrible perfume que usaba. “A mí me recuerda a mi tío”, me dijo la fotógrafa.

Vimos a lo lejos al Bronco, quien entró a varios restaurantes de la zona, quizás a hacer exactamente lo mismo.

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