Música

No Somos Marineros y Joliette: De gira por el subsuelo

– ¡¿En serio vas a escribir sobre este cabrón que está aquí tirado en el piso?!, me gritó una colega en medio del feedback mientras el cantante de Joliette tomaba aire al final de su presentación en Colima junto a No Somos Marineros.

– ¡Di que estaba bien rojo y que yo quería darle un beso en la boca!

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El show de la banda poblana había sido tan enérgico que dejó extenuados a los presentes, todos gritonearon las canciones, cargaron a los músicos y hubo exclamaciones absurdas como:

“¡Somos Loma Prieta!”, “¡No se metan en mi vida!” o “¡Esta es una de Zeta!” (¿?).

La pura euforia. Pero de inicio daba la impresión de que sería una noche relativamente triste, pues casi no había gente.

Eran las 20 horas, una hora después del horario anunciado para la tocada cuando llegué y no había nadie en Casa de la Lengua excepto el propietario y los músicos que ya instalaban el backline íntegro, mismo que han usado en la gira que Vans les patrocinó con una camioneta para recorrer diez ciudades del país.

Yimi, el organizador, ni sus luces. Llegó una hora más tarde con sus compañeros de Yemen, con los Opus 47 y una batería que ya no habría de usarse. En total, habíamos cerca de 20 personas, y casi todos eran integrantes de las bandas salvo quien suscribe y dos personas más. Todo parecía indicar una mala noche de sábado.

Entre que se decidía si se hacía más tiempo o si ya iniciaban a tocar las bandas locales, entablé conversación con Gustavo Farfán, bajista de los capitalinos No Somos Marineros; me comentó que con la segunda edición del festival que hizo el Colectivo Los Grises se nota que el subterráneo en México va creciendo a paso lento, pero muy en serio. “Estuvo muy cabrón ver que eran como 700 personas escuchando bandas de todo el país que le están poniendo mucho empeño a lo que hacen, y que lo hacen bien. Para mí, fue el festival del año, y fue una lástima que te lo perdiste, porque sólo hubo como dos personas de prensa”.

Comentó también que se presentarían en el Festival Nrmal y luego se lanzarían al South by Southwest en Texas junto a Joliette casi en calidad de músicos callejeros: “Fuimos el año pasado y fue así de tocar en donde nos dieran chance. Ahora sí estamos como invitados, y Joliette irá como nosotros hace un año”. Para cuando salga esto, ellos deberán estar allá.

De las expectativas de venir a Colima, Gustavo me dijo que no tenía ninguna.

–Es mejor no hacértelas, porque pueden no cumplirse. En Tlaxcala, por ejemplo, que tocamos hace una semana, hubo menos de veinte personas en total.

-Yo fui hace como un año a Tlaxcala y no se ve nada de movida.

-Muy poco. Pero aún así se prendieron. Eso es lo chido. Por ejemplo en DF y en Cholula hubo más de doscientas personas, pero la idea de esta gira no es hacernos famosos o millonarios. Es sólo conectar con la gente y hacer lo que más nos gusta.

Colima fue la penúltima parada de esta gira que los llevó del Distrito Federal a Querétaro, León, Pachuca, Cholula, Tehuacán, Tlaxcala, Guanajuato, Puerto Vallarta y finalmente Guadalajara.

“Habremos tocado yo creo que para casi dos mil personas”.

Pero de vuelta al show: Opus 47 comenzaba a tocar -en calzones como acostumbran- para el resto de las bandas. Por muy animosos que hayan sido Genaro, Hugo y Maty, era obvio que faltaba la gente y que no era igual. Lo mismo pasó con Yemen. Alguien me comentó que los asiduos a las tocadas que organiza el Colectivo Banana, no tenían un gran interés por las bandas visitantes.

– Es que están raros… quizá es el género lo que no les guste. Ya sabía que no vendría nadie de la pandilla, dijo ese alguien.

Cuando los tapatíos Maybe it’s a Tiger se plantaron para tocar, eran como las diez de la noche y comenzaba a vislumbrarse gente que parecía no tener nada qué ver con la pequeña escena local de punk. La noche comenzaba a ponerse un poco en ambiente con el guitarrista Dan tocando en los hombros de Hugo.

Cuando la banda de emo hardcore terminaba, ya se veía la cantidad de gente mínima suficiente para que no fuese una noche desastrosa.

Joliette saldó la deuda que dejaron en octubre cuando no pudieron tocar junto a los venezolanos Zeta. En aquella ocasión sólo pudieron dar un jam en compañía de Dani Debuto y Juan Chi, pero ahora, más que dar un show, parecía que la banda dio un happening pues lograron que el público fuera muy participativo. Quizá son muy divertidos entre canciones y de alguna manera provocan a que la gente se plante entre ellos mientras tocan, o tal vez la mezcla de géneros que incluyen en su repertorio es muy buena. Pero hay que decirlo, suenan mejor en directo que en sus grabaciones.

No Somos Marineros resultaron harto más relajados. Chocaron sus puños en algo parecido a un ritual de buena suerte y se pusieron a tocar. A mí no me parecieron ni emos, ni punks ni nada. En estos tiempos donde ya no existen los géneros puros, es mejor no usar etiquetas porque como quiera que sea, los músicos siembre buscarán desmarcarse. Pero el tapping que hacía uno de los tres guitarristas (¿será Carlos, o Julio?) me hizo recordar a los japoneses Toe. Quizá se deba porque lleva consigo la parte musical más compleja del grupo, pero este sujeto era el más serio del grupo y permanecía esquinado junto al baterista. En algún momento fue cargado a la fuerza y siguió tocando. En algún punto, Oscar, uno de los tres guitarristas se jodió el dedo, pero no paró.

Quedaron escenas como la gente coreando “¡Me caga, cantar en inglés” durante “Corazón de Cachorro”, las peticiones de “Moneen la mama monearse” mientras el grupo no hacía caso, y la multitud abalanzándose sobre el micrófono para cantar con los capitalinos.

La gente seguía llegando a Casa de la Lengua, pero se quedaban en el patio trasero. Llegaban como si se tratase de una fiesta. Una vez terminada la presentación de No Somos Marineros, cuando ya me iba, Gustavo se me acercó una vez más para decirme una verdad:

– A como se veía, pensábamos que iba a estar muy mal Colima, pero ya vi que no. Aunque sí hay muchos que nomás llegaron a la peda. Ojalá te haya gustado el show.

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