De la menstruación no se habla. Apenas entendemos sobre tamaños de tampones y tipos de copas menstruales que en los últimos años han llegado felizmente al mercado. Difícilmente contamos la cantidad de analgésicos que tomamos durante los días que sangramos. Y por supuesto, menos que menos, tenemos información sobre el antidepresivo al que podemos acceder para estabilizar nuestras emociones y controlar, ya sea nuestro síndrome premenstrual (SPM) o el trastorno disfórico menstrual (TDSM). Estos supuestos males que transitan días antes del periodo de menstruación.
“Días antes de menstruar tengo hambre todo el tiempo, me hincho, me duele el cuerpo, voy del sofá a la nevera y salto de dulce a salado sin ningún tipo de vergüenza. Me encierro en mi casa e intento tener poco contacto con mis amigas porque estoy irritable, de verdad”, cuenta Eva de 32 años.
Videos by VICE
Una o dos semanas previas a la menstruación muchas de nosotras podemos tener ataques de todo tipo, de llanto y de risa. También somos capaces de vivir en una profunda tristeza o transitar una ansiedad incansable. Sin embargo, intentamos esconderlo. Nos metemos nuestros cambios de humor en los bolsillos, porque históricamente nos han enseñado que una mujer con ira es una mujer que queda fuera del sistema. Es una mujer loca. Es una incomprendida. Pero lo que muchas personas no saben es que existe una explicación por la cual nuestras hormonas se disparan mes a mes y pueden ser la causa de algún tipo de afección que aún desconocemos.
¿Qué es el trastorno disfórico premenstrual y cuál es la diferencia con el síndrome premenstrual?
Según La oficina para la salud de la mujer, el síndrome premenstrual (SPM) trata de una combinación de síntomas físicos y emocionales, incluidos los cambios de humor, sensibilidad en los senos, antojos de comida, fatiga, irritabilidad y depresión, después de la ovulación y antes del inicio de su período menstrual. Se calcula que 3 de cada 4 mujeres que menstrúan hemos experimentado alguna forma de síndrome premenstrual, que luego desaparece en el transcurso del periodo de menstruación. Por otro lado, el trastorno disfórico premenstrual (TDPM) es similar, aunque incluye depresión, ira, ansiedad, irritabilidad y tensión.
Fercci es la fundadora de un espacio de información especializado en salud holística. Aparte es coach de nutrición, entrenadora personal y educadora. Cuenta que comenzó a notar algunos vaivenes emocionales, luego de haber tenido problemas digestivos y de alimentación durante su adolescencia. Su ginecólogo le recetó inmediatamente pastillas anticonceptivas, comenzó a tomarlas, y con el tiempo notó cómo su cuerpo no solo cambiaba abruptamente, sino que esos vaivenes emocionales se intensificaban. Fue entonces cuando decidió dejarlas, pero el carrusel de sensaciones diversas no se detuvo. A sus 23 años, su dermatólogo fue la primera persona que le explicó sobre su desequilibrio hormonal, “ningún otro especialista me lo había dicho y tampoco había nada de acceso a información confiable en internet. Me preocupé al pensar que quizás yo no era la única, me pregunté por aquellas mujeres a las que les recetan pastillas anticonceptivas teniendo aún problemas más graves de salud, como son los periodos irregulares, síndrome de ovarios poliquístico o que padecen de un trastorno disfórico premenstrual”.
Fercci cuenta que, según estudios científicos, durante el periodo de fertilidad en la mujer, es decir, desde el comienzo de la menstruación hasta antes de la menopausia, se comprobó que hasta 80 y 90 por ciento de las mujeres que menstrúan experimentamos la molimina premenstrual, que se refiere a la aparición de tres o cuatro síntomas leves como son: sensibilidad en los senos, antojos de alimentos, fatiga, insomnio, dolores de cabeza y retención de líquidos, entre otros.
Dentro de este gran porcentaje podemos encontrarnos con el padecimiento del síndrome premenstrual (PMS) o el Trastorno disfórico premenstrual (TDPM). Según Fercci “el TDPM es similar al PMS pero es mucho más intenso. En este caso la mujer puede tener síntomas de depresión graves, irritabilidad y tensión”. Según sus datos, actualmente entre el 3 y el 5 por ciento de las mujeres en edad fértil lo padecen. “Con el TDPM estamos hablando de una tristeza o tensión que priva a la persona de seguir con su cotidianidad. No es algo tan simple de controlar, no basta con una medicación, meditación o ver lo positivo en la vida, es una composición química dentro del cuerpo que es difícil contrarrestar”.
“Estuve años preguntándome qué era lo que me pasaba durante mi periodo premenstrual. Mi psicólogo me diagnosticó ansiedad crónica y depresión. Luego de varios años de tomar antidepresivos me recomendaron hacerme unos estudios hormonales” cuenta Lucía de 28 años.
¿Cómo se diagnostica el Trastorno disfórico premenstrual?
Según Fercci, cuando hablamos de desequilibrios hormonales debemos verificar qué está pasando, “si intuimos que algo no está bien debemos escuchar a nuestro cuerpo, es por eso que lo primero que aconsejo es visitar a un endocrinólogo para verificar nuestras hormonas. Puede pasar que tengamos la testosterona o la progesterona muy baja, o un exceso de estrógeno. Estos resultados claramente influyen en nuestros vaivenes emocionales. Por eso es fundamental estar atentas. Para hacer un diagnóstico de TDPM la paciente debe tener cinco o más síntomas de síndrome premenstrual y al menos uno emocional, ya sea ira, ansiedad o depresión”.
“Menstruo desde los 14. He pasado por periodos con más o menos dolor, más o menos sangrado y una cantidad de estilos de montañas rusas emocionales. Hace dos años comencé a tomar nota de mis sensaciones y entendí que muchos de los cambios de humor que tenía eran durante el mismo periodo, una semana antes de menstruar”, cuenta Catalina de 30 años.
Para los cuerpos que menstrúan, tanto el síndrome premenstrual como el trastorno disfórico premenstrual pueden ser más o menos severos. “Siempre aconsejo llevar un calendario o un diario donde podamos anotar las fechas de nuestro periodo y describir lo que sentimos a lo largo del mes, a veces es necesario descargarnos alguna aplicación. Mientras más información tengamos sobre nuestro cuerpo mejor asesoramiento podremos encontrar. Una vez que entendamos qué nos está comunicando nuestro cuerpo, yo aconsejo buscar la manera de no crear una solución que genere una dependencia. Es preferible cambiar a una alimentación saludable al igual que hacer actividad física. Eso ayuda a equilibrar nuestros vaivenes emocionales. Por otro lado, algunos tratamientos son más intensos, con antidepresivos, pero siempre es recomendable consultar a un especialista”, concluye Fercci.