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En el Reino Unido hay seis o siete hipódromos que acogen cada día siete u ocho carreras de caballos. Es decir, unas cuarenta carreras cada tarde. En España, los fines de semana que hay carreras —hay épocas del año en que el negocio está absolutamente parado— la actividad se centra en los cuatro hipódromos más famosos.
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Aquí hay menos carreras, menos apuestas y por lo tanto menos apostantes. El resultado es que el negocio de las apuestas sea residual en un país que vive por y para el fútbol.
Aún así hay quien, como Astérix y Obélix, se resiste al invasor. Los tipsters españoles que se dedican a estudiar y analizar las carreras de caballos siguen fieles a su querido turf y aunque su actividad apostadora se centre en el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos, no pierden el contacto con las carreras españolas, y ganan mucho dinero.
Cómo vivir de las apuestas: así te hacen ganar dinero los tipsers
Muchos de ellos se aficionaron de pequeños en los grandes hipódromos españoles como el de la Zarzuela en Madrid o el Gran Hipódromo de Andalucía, en Sevilla. Sin embargo, a medida que crecieron, vieron como España no era un país en el que se pudiera vivir de la hípica. Los grandes caballos, jockeys y entrenadores emigraban a Francia o el Reino Unido. Más aún, después del parón de 2006 o el de nueve meses en Madrid por una discusión de derechos de imagen.
Hace apenas un año que las carreras volvieron a la capital pero el daño ya estaba hecho. Más de 50 caballos emigraron a países con carreras diarias y más de 150 fueron jubilados. Ana Imaz, entrenadora de caballos en San Sebastián pero que acostumbra a correr en Francia, confirma que no hay suficientes caballos en España para hacer tantas carreras. “Solo se corre una vez a la semana cuando es temporada porque antes se entrenaban 1 100 caballos y ahora no llegamos a los 400”, se queja Imaz. El efecto es que cada vez hay menos gente apostando en carreras nacionales.
Dani, —quien prefiere quedarse en el anonimato— se dedica a apostar y a hacer de tipster para los amigos, afirma que “si te quieres dedicar a esto tienes que invertir muchas horas, pero en España es complicado porque existen limitaciones desde que en 2012 cambiaron la normativa de la Ley del juego y si ganas mucho dinero, las casas de apuestas te echan y no puedes apostar o solo te dejan apostar céntimos, cosa que no te da para vivir”.
Él se aficionó a los caballos después de probar suerte apostando y está convencido de que es de los deportes más seguros para ganar dinero. “Ahora mismo el 95% de mis apuestas van destinadas al turf, pero casi siempre apuesto en el Reino Unido porque sigo a dos o tres tipsters de pago —cuestan unos 17 euros al mes— que me ayudan a estar al día con las estadísticas”.
Juan, otro tipster que prefiere seguir en el anonimato, considera que en España no hay mucha gente que apueste aún a los caballos porque “lo ven como algo por probar y nada más”. La realidad es que los españoles, en su gran mayoría, están mucho más al día de fútbol, tenis y baloncesto. “Por esta razón los tipsters de caballos no tienen tanto éxito aquí y tienen que centrar sus esfuerzos en estudiar y analizar el turf británico”, continua Juan.
Imaz confirma está sensación y es que, según la entrenadora, el problema es que las generaciones jóvenes no han mamado la cultura de las carreras desde pequeños. “Ahora mismo el turf está visto como un deporte de lujo, y solo hay afición en algunos sitios, como San Sebastián o Madrid”. En Francia, por el contrario, es de los sectores que más puestos de trabajo da y está visto como un trabajo normal. “En España sobrevive gracias a las ayudas del Estado porque no entra dinero del extranjero y menos desde el parón de 2006”, explica Ana.
En España hay mucha menos información y es que en el Reino Unido tienen dos canales de televisión y una revista dedicados al turf
“El problema es que en España el turf no está visto como el fútbol, en cambio en el Reino Unido y los Estados Unidos lo consideran tan normal como las apuestas al baloncesto o el fútbol americano”, coinciden Juan y Dani.
El otro gran problema que tienen las apuestas de carreras de caballos es la paciencia. Los jugadores españoles están acostumbrados a apostar en directo al fútbol o al baloncesto, deportes en los que se puede apostar a casi todo: córners, puntuación de cada cuarto, tarjetas, faltas, diferencia de puntos, etcétera. Los resultados de las apuestas se conocen casi al instante y se pueden hacer infinitas combinaciones.
En el turf, en cambio, las cuotas de 20 a 1 pueden ser fácilmente exitosas y permiten ganar mucho dinero. Pero al mismo tiempo las rachas de más de 30 apuestas sin ganar son el pan de cada día tanto para los tipsters como para los apostantes.
“En las carreras de caballos no siempre ganan los favoritos y esto conlleva ganar mucho dinero”, acepta Dani. Sin embargo, analizar todos los datos de una carrera —la ficha del caballo, información de las carreras anteriores, el estado de la pista, el tiempo, el jockey, entre otras muchas cosas— es una faena farragosa que tira atrás a muchos apostantes.
“Es normal estar dos o tres días sin ganar un solo euro pero a la que aciertas una apuesta con cuotas altas lo recuperas todo”, confirma Juan. La clave es tener la cabeza fría y ser muy analítico. “Esto es lo que no entienden los que apuestan a otros deportes. Nunca apuestes basándote en el caballo o jockey favorito, se basa todo en el estudio previo y aunque puedes no acertar, si tienes paciencia a la larga vas a tener más ganancias que pérdidas”, explica Dani.
Todos ellos recomiendan apostar siempre la misma cantidad de dinero. Así, si apuestas por ejemplo 20 euros en apuestas con diferentes cuotas, a la que ganes una de 20 a 1 tienes la tranquilidad de poder fallar en 19.