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La UEFA ha anunciado esta semana la lista definitiva para su premio al mejor jugador de Europa… y ojo porque el norirlandés Will Grigg ha logrado más votos que jugadores como Kevin Gameiro, Jan Oblak o Kevin de Bruyne.
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Los nombres de los nominados son elegidos por periodistas de las 55 asociaciones que forman parte de la UEFA; cada uno de ellos ofrece una lista con cinco nombres, de forma que el primero recibe cinco puntos, el segundo cuatro, y etcétera. Finalmente, los resultados se compilan y los nominados se organizan según la puntuación recibida.
A pesar de que solo los diez primeros logran clasificarse para la ronda definitiva de votaciones, todos los que reciben votos se incluyen en la lista preliminar. Will Grigg, que la temporada pasada jugó en el Wigan Athletic en la tercera división inglesa y que a pesar de ir convocado no jugó ni un minuto en la Eurocopa, ha terminado en 25ª posición —por delante de varios jugadores mucho mejores que él.
A pesar de que queremos creer que esta nominación sorpresa es más una broma que otra cosa, también nos da la sensación de que la bromita con Will ya ha llegado demasiado lejos. Aunque Grigg metiese 28 goles para el Wigan, no hay que olvidar que fueron en la League One —insistimos, la tercera división del fútbol inglés.
No hace falta compararle con tipos que metieron —¡o pararon!— goles clave en la Champions League y en la Europa League como los Gameiro, Oblak y compañía antes mencionados.
Aunque Grigg se hiciera enormemente famoso este verano gracias a un hit de 1996 vuelto a la vida por obra y magia del fútbol, es difícil de justificar que su nombre figure entre los candidatos a un trofeo que teóricamente premia al mejor jugador del año en Europa. Sugerir que Grigg está a un nivel comparable a, qué sé yo, Andrés Iniesta o Diego Godín —no digamos ya Leo Messi o Cristiano Ronaldo— es una tontería como un piano.
Queridos periodistas cachondos: disfrutemos de la canción de Grigg, que ha sido el gran éxito de este verano… pero, por favor, no sigamos riéndonos del pobre Will, que tampoco tiene la culpa de nada.
Ah, y ni del resto de fans del fútbol, a ser posible.