Artículo publicado por VICE Colombia.
A nadie le queda duda de que al presidente colombiano Iván Duque le quedó grande el cargo. Y pienso, además, que ni siquiera aquellos que votaron por él creen que él esté haciendo algo bien. Es más: ni los que dicen que está haciendo las cosas bien creen realmente que él está haciendo las cosas bien. Él no ayuda. En nada.
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Y lo más triste es que esto era apenas lo esperable: Iván Duque fue un capricho de Álvaro Uribe Vélez, un venido a más que en Colombia nadie conocía, un hombre que en su campaña hacía cabecitas con un balón de fútbol, adivinaba canciones de rock con el hijo de Carlos Antonio Vélez, tocaba guitarra, les daba piruetas de salsa a las presentadoras de farándula y le huía a los debates —¡de segunda vuelta, por Dios!— con el contrincante Gustavo Petro. ¿Nosotros creíamos que su Presidencia iba a ser todo experiencia, todo gobernabilidad, todo tranquilidad?
No, no nos equivoquemos más, amigos. Somos el hazmerreír. Pero, pues, al menos somos eso. Risas. Así que riámonos, como los payasos tristes que somos. Aquí van todos esos momentos en que Iván Duque parece un chiste, todas aquellas veces que pareciera un chiste que el Gobierno real nos está echando, mientras espera a que nos sintamos lo suficientemente incómodos para decirnos que todo fue una broma pesada.
La vez con el rey de España
Con cara de cordero degollado, después de decirle al rey de España, ante las cámaras, “le mandó muchas saludes su gran amigo el presidente Uribe”, sin saber qué hacer (vean la cara de desconcierto del presidente nuestro cuando el rey casi que ni se inmuta ante sus mandados), sin saber, pues, Iván Duque hizo el oso a pocos días de iniciar su mandato. Irrelevante, dirán algunos. Nimiedades, dirán otros. Pues, no: un presidente debe mostrar carácter, ser menos torpe socialmente, proyectar una imagen segura. Ser básicamente otra cosa.
La vez que recibió a Maluma en la Casa de Nariño, pero no a los estudiantes
No hay mucho más que decir, ¿no? Acá nuestro presidente recibiendo en Casa de Nariño a un artista millonario, y hablando acerca de la “economía naranja”, tiempo antes de pensar clavarle IVA a los independientes. Ah, y, pues, diciendo que no iba a recibir a los estudiantes hasta que levantaran el paro.
La vez que cantó “Caminante no hay camino”, de Serrat, en un almuerzo presidencial
Eh, sí. Voy a transcribir literalmente lo que dijo Camila Zuluaga en Noticias Caracol. “Hoy fue tendencia el presidente Duque por cantar a viva voz, con su homólogo de Ecuador, Lenin Moreno, su canción favorita de música de protesta ‘Caminante no hay camino’, del maestro Serrat. Vean ustedes”. Nunca mejor dicho para el gobierno de Duque: caminante no hay camino.
La vez que dijo “A Guacho se le acabó la guachafita”, luego de la muerte de alias Guacho
Jajajajaja, cómo va a decir eso ese man.
La vez que se la dejó montar de Eva por parecerse a un marrano
Destapan una lechona y Eva atina a decir: “mira, mira qué cara tan linda”. Iván Duque, que me recuerda a esos chachos de colegio masculino que canta, baila y recita, y no se la deja montar de nadie, le dice a Eva que le dé un beso a la lechona, a lo que Eva, más astuta —que el presidente— le responde: “me da susto que (…) crea que te estoy dando un besito a ti”.
La vez que hizo cabecitas en el Bernabeu
“¿Cuántas cabecitas se hace Butragueño?”. “Yo la cabeza la utilizaba para pensar”.
Yo creo que Iván Duque llega a la casa a llorar.
Feliz año a todos los colombianos. Vean todos ustedes, no nos volvimos Venezuela. Nos gobierna un presidente que mandó a poner un expresidente, del que se burla todo el mundo y que sus mejores gracias son cantar y hacer cabecitas… Momento.