CIUDAD DE MÉXICO – Hasta 7000 migrantes están intentando abrirse camino a través de Guatemala, debido a que dos huracanes devastadores dejaron a decenas de miles sin hogar en Centroamérica, y a una vaga esperanza de que el presidente electo Joe Biden tendrá una política más humana hacia su difícil situación.
Su esfuerzo por llegar a la frontera entre Estados Unidos y México, en la víspera de la toma de posesión de Biden, evidencia el complicado desafío que enfrentará el nuevo presidente estadounidense desde su día 1 en el cargo: adoptar un enfoque más humano hacia los migrantes y solicitantes de asilo sin desencadenar un éxodo hacía la frontera que pudiera poner en peligro su agenda política antes de que despegue.
Videos by VICE
El domingo, las fuerzas de seguridad guatemaltecas en la parte sureste del país lanzaron gas lacrimógeno y blandieron palos contra miles de migrantes para tratar de detenerlos en su camino hacia el norte de México y su frontera compartida con Estados Unidos. Videos y fotos del bloqueo mostraban un escena caótica y violenta: oficiales militares armados con equipo antidisturbios y escudos tratando de hacer retroceder a una gran multitud de migrantes, algunos de los cuales les respondieron arrojando piedras.
Para este lunes, las fuerzas de seguridad guatemaltecas parecían listas para la batalla al marchar y alinearse en formación mientras se preparaban para enfrentar a la caravana, cuyos líderes ondeaban banderas hondureñas y estadounidenses. Las fuerzas de seguridad comenzaron a empujar violentamente al grupo de migrantes hacia la frontera con Honduras. En el área, también fueron desplegadas las fuerzas de seguridad mexicanas para brindar apoyo y garantizar que los solicitantes de asilo no lleguen a México.
Se trató de la nueva normalidad: una respuesta militarizada a los desfavorecidos solicitantes de asilo centroamericanos, que viajan por miles en un esfuerzo por vencer a las fuerzas de seguridad y evitar que bandas criminales se aprovechen de ellos durante el viaje. Las caravanas suelen atraer a los migrantes más empobrecidos que simplemente no pueden pagar los $ 7000 dólares que cuesta contratar a un coyote que los pase de contrabando a Estados Unidos.
Entre la pandemia y los huracanes de noviembre, muchos de los que estaban en la caravana dijeron que habían perdido todas sus posesiones y no tenían nada que perder al intentar llegar a Estados Unidos. Más de un tercio de la población del país se vio afectada por los huracanes Eta, de categoría cuatro, y Iota, de categoría cinco, de finales del año pasado, que provocaron tormentas que hicieron desbordar los ríos, lo cual causó inundaciones en vecindarios densamente poblados.
“No pensábamos en migrar antes de los huracanes”, dijo Eduardo López, de 36 años, quien trabajaba en los campos de caña de azúcar en las afueras de San Pedro Sula hasta que llegaron las tormentas. Dijo que perdió su casa y que él y su familia pasaron los últimos dos meses durmiendo en lo alto de los diques. Las condiciones en Honduras lo motivaron a irse, dijo, pero también pensó que serían tratados mejor con Biden en la presidencia. “Creemos que él nos dará la oportunidad de cruzar la frontera con nuestras familias”.
Fue un sentimiento al que hicieron eco muchos en la caravana: que Biden es un buen hombre y ha prometido ayudar a los migrantes.
De hecho, Biden ha dicho que revertirá algunas de las políticas de inmigración más duras de Trump, incluidos los controvertidos “Protocolos de protección a migrantes” o MPP, que exigen que los solicitantes de asilo esperen en México mientras sus casos son procesados en Estados Unidos. Más de 50.000 refugiados han sido regresados a México bajo esa política. Lejos de brindar protección, la política envía a los solicitantes de asilo a las ciudades más peligrosas de México para esperar la resolución de sus casos, a menudo en precarios campamentos improvisados.
Pero el equipo de transición de Biden también ha puesto énfasis en el hecho de que la política de inmigración de Estados Unidos no cambiará de la noche a la mañana. La perspectiva de que 7000 migrantes centroamericanos se dirijan a la frontera de Estados Unidos justo cuando él hará su toma de posesión podría socavar su capital político.
Un alto funcionario del equipo de transición de Biden le dijo a NBC News que las personas en la caravana “al llegar a la frontera de los Estados Unidos no encontrarán que del martes al miércoles las cosas cambiaron por completo y las fronteras están abiertas y pueden entrar a los Estados Unidos”.
Los grupos defensores de los derechos de inmigración criticaron esa respuesta.
“Estados Unidos, y a partir del miércoles también la administración Biden, tiene la obligación legal y moral de brindar a quienes huyen de la persecución acceso significativo a protección en los Estados Unidos. Gobernar con la misma vieja retórica de disuasión es algo muy preocupante”, dijo Shaw Drake, abogado y asesor de políticas de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles de Texas.
Aún así, parece poco probable que la caravana sobreviva al asalto de las fuerzas de seguridad guatemaltecas y mexicanas. Bajo la presión de la administración Trump, los países de Centroamérica y México han realizado esfuerzos sin precedentes para detener a los migrantes que se dirigen hacia los Estados Unidos.
En octubre, el ejército guatemalteco se enfrentó a una caravana de migrantes hondureños con jeeps blindados y rifles automáticos, lo que los obligó a dispersarse y abordar autobuses de regreso a la frontera con Honduras.
Antes de eso, en enero de 2020, México tomó una línea de acción dura como respuesta a un grupo de alrededor de 4000 migrantes centroamericanos que intentaban atravesar el país rumbo a los Estados Unidos. Desplegó a la Guardia Nacional y el ejército para evitar que los migrantes ingresaran a México, e hizo sonar una grabación en los altavoces que decía que Estados Unidos no ofrecería asilo a nadie.
Este lunes, el presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró su deseo de que Biden contribuya a un plan de desarrollo regional en Centroamérica para que “la gente no se vea obligada a emigrar”. Pero agregó que quienes están en tránsito deben cumplir con las “leyes migratorias de cada país”.
“Esa es la postura nuestra: vamos a estar esperando, vamos a estar pendientes”, dijo López Obrador.