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Me ha gustado Cazafantasmas y no, no es el reboot más coñazo que has visto

En los intestinos del mundo cinéfilo, entre los fans más acérrimos, los puristas y los defensores de la moral narrativa hay un debate que hace quedar en un juego de niños a lo que se traen entre manos Rivera, Rajoy y los otros dos desaparecidos. ¿Qué es un reboot? ¿Dónde acaba el territorio del remake y empieza el de la reinterpretación? Y, sobre todo, ¿para qué coño sirve volver a encajar las piezas de una historia que (algunas veces) ya ha funcionado?

Antes de nada, vamos a consultar opiniones: ” Reboot es contar lo mismo de siempre partiendo de difusos nuevos parámetros destinados a joder/desjoder iconos clásicos”, nos dice José Arce de Pop Culture Spain. “Es una versión nueva de una saga/peli anterior, claro”, afirma Daniel Lobato de La Noche Americana y director del corto Hard Workers. Y terminamos con la declaración de Ignacio Estrada, de Cine y Comedia: “Un reboot es un reinicio de un saga donde el material debería ser nuevo y respetar la esencia del original, pero eso se puede contar en muy pocas ocasiones. La series Scream puede ser un ejemplo de reinicio manteniendo la esencia pero en formato televisivo”.

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Teniendo estas opiniones con nosotros y las ideas más claras, nos fuimos a ver un reboot. El reboot del año y el blockbuster más notable de lo que llevamos de verano. Sí, por fin está por nuestras salas Cazafantasmas. En plena época de revival-ochentero, con Stranger Things todavía coleando, el nuevo debate es si ha estado a la altura del clásico de palomitas (y mucho más) del que es un reboot. Y la respuesta es sí. Nosotros ya íbamos con ganas: un reparto de algunas de las mejores cómicas americanas actuales, algunas de la cantera inagotable de Saturday Night Life -que es como La Masía para el campo del mejor humor- emulando a los Murray, Aykroyd, Ramis y Moranis es ya un aliciente que calma mucho de entrada.

Ivan Reitman, el director de la original y responsable de mucha gloria en los ochenta, ejerce como productor y le ha encargado a Paul Feig parte del guión y la dirección. Así era difícil fallar. Feig es uno de los directores que mejor ha sabido entender ese mantra cansino de la nueva comedia americana y la ha renovado -siempre desde la óptica femenina, con lo que encaja con las nuevas Cazafantasmas– para llevarla a ese lugar donde el absurdo, la incorrección política, la mala hostia y lo fino se funden sin ningún tipo de traumas. Llegó desde la cantera de The Office (la de Steve Carrell) y ha entregado Espías, Cuerpos Especiales y, sobre todo, esa insuperable La boda de mi mejor amiga, con la que todavía lloramos de risa.

Otra vez con las geniales Kristen Wiig y Melissa McCarthy como actrices fetiche, ahora ha acertado a la hora de moldear el material original de fantasmas, mocos verdes y muñecos de golosina para acercarlo a su terreno, al de la amistad femenina, rindiendo algún guiño nostálgico a la original (escenarios o cameos) pero prolongándola hacia nueva dimensión. Y, no, no es infernal. Incluso los momentos de sci-fi son resultones, siempre teniendo en cuenta que los FX (como se llamaban por entonces) de la primera son más ochenteros incluso que la canción que anuncia los créditos de la película.

Nolan dirigiendo The Dark Knight

Ciao, nostalgia. Joder, que ya está bien de mirar a los ochenta con pena, y viva el espectáculo veraniego. Eso sí, como en los 80. Cazafantasmas ha venido a levantar un verano algo tristón, solo Bourne ha salvado la temporada, y también nos sirve de gancho para sacar del baúl de los recuerdos otros reboots. Antes de demostrar que muchos son innecesarios, que se deben a que hay menos ideas nuevas y que la taquilla manda, hay que ponerse en pie para hablar de la gran reconstrucción de la historia del cine, el que se conoce como Batman de Nolan, porque es una película de Nolan tanto como el superhéroe pertenece a DC y a autores como Frank Miller o Alan Moore. Con su Caballero Oscuro (desde Batman Begins ) supo concretar lo que Tim Burton solo apuntó con su mucho más luminosa Gotham City. Y Christian Bale fue por fin el hombre-murciélago tenebroso que todos soñábamos. El jodido, torturado, vengador y de ceño fruncido.

SUPERHÉROES CAÍDOS (O MEJOR, DERRIBADOS)

Fotograma de Superman Returns

Peor suerte ha tenido su primo Superman. Lo intentó con Superman returns Bryan Singer -sí, el de los X-Men-, con una película que ha ido directamente al olvido, al cuarto de los juguetes rotos cinéfilos, junto con la carrera de su protagonista: Brandon Routh. Y luego vino Zack Snyder, que con un enfoque casi místico -por momentos el de la capa parecía Jesucristo en sus años no documentados- se lío y nos lío a todos intentando la misma jugada que Nolan, la de mostrar una cara adulta de un tipo que siempre fue la sonrisa de la ciudad, el yerno perfecto y que se cayó de un planeta a la Tierra. Por cierto, para los que no lo recuerden, se llamaba El hombre de acero (normal lo del olvido) y supone otro tropezón más que notable. Con Superman, sin embargo, estamos a la espera de ver en qué acaba ese proyecto de La Liga de la Justicia.

El hombre de acero

Y de DC a Marvel, pero sin quitarnos la máscara de superhéroes. Sam Raimi supo moderar su habitual tendencia al exceso (que tanto festejamos en Evil Dead, otra saga revisitada) para engrasar las telas de araña de este personaje. La verdad que su película era un verdadero festín y recordaba a esos desmadres del Superman de los 70. Todo bien. Sin embargo, al pobre Peter Parker también le cayó encima la temible maldición del reboot y Marc Webb (500 días juntos) lo transformó en un superhéroe indie (en tiempos pre-milennials) ñoño y algo acomplejado en The Amazing Spiderman. Aún así, le dieron una segunda oportunidad (ya en la era millennial) y también volvió a fracasar con El poder de Electro, que solo se salva por la presencia de Emma Stone.

La unión de Spiderman al grupo de la nueva de Iron-Man parece haberle redimido algo de sus pecados recientes. Antes de abandonar los superhéroes, un guiño, pero muy tímido, a Los 4 fantásticos de 2015. Si la de diez años atrás era muy prescindible, ésta, directamente, se nos ha borrado de la memoria. Una pena, porque le dieron las riendas a Josh Trank, que creíamos que iba para genio después de firmar Chronicle, pero al que ahora ponemos en stand by. Resulta curiosa la forma en que las grandes majors le están dando los reboots a autores. ¿Séra por el efecto Nolan?

TERMINATOR Y ROBOCOP CAMINO DEL ASILO

Emilia Clark con Terminator

En la zona tibia de estos hostiazos cinematográficos encontramos a Terminator. La precuela del siempre temible McG de 2009 no estaba mal (con el ambicioso subtítulo de Salvation y Christian Bale al frente), pero la que estrenaron hace unos meses con Emilia Clarke ( Juego de Tronos) en el papel de Sarah Connor no tenía por dónde agarrarla, ni siquiera se salvaba por la aparición de Arnie otra vez en acción como el cyborg que una vez condujo una moto al ritmo de Guns and Roses. Aquellos sí que eran buenos tiempos, no hacía falta manchar el inmenso legado de James Cameron.

Algo parecido ocurrió con Robocop. José Padilha (Tropa de Élite) se presentaba como un director apropiado para meter mano al legado de Paul Verhoeven y Joel Kinnaman es un actor que mola bastante más que Peter Weller. Aunque para pasarse dentro de un traje metálico más de la mitad de la película y con la voz distorsionada poco importa el actor. El caso es que al brasileño le faltó entender el despiporre casi fascista que proponía el (siempre muy excéntrico) director holandés en la original. En tiempos de tanta corrección política, un héroe tan incorrecto como Robocop estaba destinado al fracaso. Las calles y los malos se quedaron sin su peor azote, porque la saga no ha continuado. Eso sí, la democracia continúa en peligros.

Y la lista sigue, ese Desafío Total con Colin Farrell pasadísimo de vueltas, un nuevo Conan, protagonizado por Jason Momoa, el futuro Aquaman, Tarzán, Las Tortugas Ninja, Pesadilla en Elm Street (uff, pobre Freddy), Viernes 13 o aquel incomprensible El Planeta de los Simios en el que Tim Burton se gastó toda la pasta en las caretas y prótesis del maestro Rick Baker y se quedó secó para contar una historia que nos parece cojonuda. Mientras intentamos olvidar todas estas películas, lo intentamos con fuerza, también esperamos con ganas el reboot de McGyver. Y es que no aprendemos. ¿La razón? Porque el primer capítulo lo ha dirigido James ( Expediente Warren) Wan, que también va a reflotar Mortal Kombat (sic) y porque nos parece uno de los personajes más icónicos de la tele. Ojo, dicho sin falsa nostalgia ochentera.