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el extraterrestre

Soy Leyenda: Miguel Indurain

Durante cinco años perfectos, Miguel Indurain emocionó a los aficionados españoles coronándose como el rey del Tour de Francia. Su carrera, sin embargo, tiene un punto negro que nadie ha logrado aclarar jamás.
Foto de Pool New, Reuters

La serie Soy Leyenda hace su primera parada en el mundo del ciclismo y como no podía ser de otra manera, el primer protagonista es Miguel Indurain. Tienes las entradas anteriores de la serie aquí.

El calor

El Tour de Francia es sinónimo de vacaciones de verano, siestas después de la sobremesa y ventanas abiertas al sofocante calor de julio. Eso, si lo sigues desde casa, por supuesto.

Las temperaturas que tienen que aguantar los ciclistas en la ronda gala varían mucho entre las etapas marítimas en la Costa Azul y las de montaña en las altas cumbres de los Alpes. Ser capaz de soportar el calor y competir bajo un sol abrasador, sin embargo, es una de las grandes características que diferencian a las estrellas de este deporte del común de los mortales.

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Miguel Indurain era de los que daba lo mejor de sí mismo cuando el mercurio del termómetro subía hasta niveles inhumanos. Por esto 'El Extraterrestre' pasó de gregario a estrella… y de estrella a leyenda.

Más leyendas: Rivaldo

Nacido en la localidad navarra de Villaba en 1964, Indurain empezó a destacar en el filial del equipo Reynolds a principios de los años 80; en 1984, este mismo equipo le permitió debutar como profesional. Su eclosión no fue inmediata, sin embargo: no se pasa de ser un don nadie a ser el mejor ciclista español de la historia en un día. Ni siquiera en un par de años, de hecho.

El ciclismo, como el calor en la ropa, va calando poco a poco. No es un tópico que este deporte es una carrera de larga distancia y resistencia: la trayectoria del ciclista se tiene que medir bien para no sobrecalentarlo y acabar quemándolo.

Miguel Indurain, desde el principio, dejó claro que su mejor baza eran las contrarrelojes, y por estas empezó a despuntar en el pelotón internacional. No destacó en sus primeras grandes vueltas —Giro de Italia, Vuelta a España y Tour de Francia— porque no resistía a la montaña: de hecho, se tuvo que retirar en alguna de ellas.

Indurain subiendo al Alpe d'Huez seguido de Vladimir Poulnikov y Luc Leblanc en el Tour de Francia de 1994. que significaría su cuarta victoria consecutiva. Imagen vía usuario de Flickr

La manera de correr de Indurain cambió sensiblemente, sin embargo, a partir de 1987: el navarro pasó por la consulta del famoso médico Francesco Conconi y este aseguró a los jefes de equipo que Miguel tenía madera de campeón. Gracias al test del médico italiano, Indurain empezó un entrenamiento específico para adelgazar, ganar fuerza muscular… y aprender a rendir mejor en la montaña, por supuesto.

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El entrenamiento específico y sus dotes innatas lo llevaron a conseguir sus primeros triunfos en la alta montaña y sentó las bases necesarias para llegar, un día no muy lejano, a coronarse en el Tour de Francia.

La misma duda de siempre

Entre 1991 y 1995, Indurain ganó cinco Tours consecutivos: en este apartado solo le supera Lance Amstrong, que ganó siete consecutivos, pero le fueron retirados después de condenarle por dopaje. En estos cinco años también ganó dos Giros de Italia, varias clásicas y múltiples vueltas menores: no es raro que empezara a conocérsele como "El Extraterrestre".

Fueron, sin duda alguna, sus mejores años como profesional y una época que todo aficionado a este deporte recordará por los grandes intentos fallidos de desbancar al tímido y tranquilo corredor del equipo Banesto. Pero también fueron los años en los que primero el equipo Banesto y después el propio Indurain tuvieron como médico a Sabino Padilla.

Miguel Indurain sufre en el Tour de Francia de 1996, el que le devolvió a la tierra como humano y significó el inicio del fin del mito.

El doctor Padilla se convirtió en el ángel de la guarda de Indurain y se dedicó casi exclusivamente a controlar todo lo que no fuera pedalear en la vida del navarro. Padilla tenía fama de ser un especialista en medicina deportiva y había bebido de las mejores universidades: los resultados del niño de sus ojos fueron espectaculares.

La fama, sin embargo, no siempre fue positiva, y Padilla empezó a ser conocido por su flirteo con el gran fantasma del ciclismo profesional: el dopaje. Padilla experimentaba sin parar en un tiempo en que las leyes antidopaje eran mucho más laxas que ahora. Cada país legislaba como quería; por decirlo finamente, España no destacaba por encabezar la lucha contra el dopaje.

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Indurain 'solo' dio positivo en un control en 1994, pero fue absuelto porque desde el equipo se argumentó que la sustancia que le habían dado —prohibida en Francia pero legal para la UCI— era para combatir el asma que sufría el ciclista navarro desde pequeño.

Miguel Indurain en la última contrarreloj individual del Giro de 1993, el segundo consecutivo que ganó. Imagen vía Youtube

La sombra del dopaje no abandonó nunca a Indurain, aunque parece haber un pacto de silencio al respecto: apenas se habla de su oportuna retirada a tiempo. El navarro dijo adiós en la etapa de Covadonga de 1996: no quería correr la Vuelta después de haber perdido el Tour y no le agradó que lo obligasen. En enero de 1997 anunció que se retiraba. Haya relación o no, poco después saltó a la luz el Caso Festina.

Miguel Indurain es el mejor ciclista español de todos los tiempos y nadie quiere que salga manchado por el dopaje… pero, sin querer ser malicioso, sorprende que se retirara justo antes de que se empezaran a hacer análisis de sangre sistematizados y antes que se igualaran todas las legislaciones. Nadie le podrá decir nunca nada, sin embargo… y por eso es un mito.

El momento: Alpe D'Huez, Tour de Francia 1990

Miguel Indurain estaba fuerte. De hecho era el más fuerte, pero no era el líder. En el Tour de Francia de 1990, el jefe de filas del equipo Banesto era Pedro Delgado, que claramente no estaba al nivel de su compañero navarro. Un joven gregario pedía paso a gritos. Indurain, sin embargo, calló como un buen compañero, esperó, tiró, volvió a esperar y volvió a tirar de Perico antes que este, derrotado, aceptara el cambio de generación.

En la onceava etapa de ese Tour, cuando tenían que subir al Alpe d'Huez, Indurain actuó como buen gregario y esperó a Delgado para tirar de él a pesar de haberse fugado y tener fuerzas para luchar por la victoria. Ambos acabaron perdiendo 12 minutos y 50 segundos.

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Seis días más tarde, en la etapa que todo el mundo esperaba el contraataque de Delgado para intentar ganar la vuelta francesa, la historia dio un giro total. El corredor español ganador del Tour de 1988 se hundió en la desesperación y no ofreció batalla a Greg LeMond y Claudio Chiappucci.

De las cenizas de Delgado, sin embargo, nació Indurain, El Extraterrestre, que no solo se llevó la victoria de etapa sin levantarse del sillín en ningún momento sino que, por fin y de manera definitiva, consiguió el reconocimiento del mundo del ciclismo.

El líder de filas, Delgado, acabó el Tour en cuarta posición e Indurain en la décima. Al corredor navarro lo separaron 12 minutos y 47 segundos del primer clasificado, el americano Greg LeMond. En la etapa en que la carrera gala subía al Alpe d'Huez, la que Delgado se hundió por completo, Indurain perdió 12 minutos y 50 segundos.

El navarro, sin embargo, no se ofuscó. Acabó la temporada convertido en el nuevo cabeza de filas del equipo Banesto. Al año siguiente empezaría su periplo por la ronda francesa que acabaría con cinco victorias finales en París.

Declaración final

"En el Tour somos 180 humanos y un extraterrestre".

Gianni Bugno, ciclista italiano humano

En el Tour de Francia de 1992, el corredor italiano Gianni Bugno aceptó que era imposible ganar la ronda gala si Indurain tomaba parte en la salida. Por esto, y después de ganar un Giro de Italia y dos Campeonatos del Mundo, Bugno cambió al forma de entrenar y no se centró en llegar a julio con la mejor forma posible.

Para el italiano, machacarse no valía la pena: El Extraterrestre dominaba la carrera entera y no dejaba que nadie se interpusiese entre el y el cajón más alto del podio en París. Lance Amstrong más tarde coincidió con Bugno en una declaración que se hizo famosa y que describía perfectamente el sentir de los demás ciclistas profesionales de la época: "Indurain no es humano", dijo.

El autor no aguantaría ni diez segundo el ritmo de Indurain, pero en Twitter aún se defiende bien. Puedes seguirle aquí: @21pauriera