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¡a por el patrón!

El club más amable de Inglaterra se rebela contra su 'dictador'

La afición más considerada del fútbol inglés ha cambiado de cara de repente: cansados de los abusos del nuevo dueño de su club, que les ignora completamente, los fans han decidido organizarse y luchar contra el despotismo.
Foto: Will Magee

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Al llegar al estadio del Charlton Athletic —The Valley— en una cálida tarde de sábado bañada por el sol pienso que es imposible que este sea el escenario de algunas de las protestas más encendidas de esta temporada.

A pocos minutos del tren y escondido en una esquina suburbana del sureste de Londres, todo parece estar en calma y tranquilidad alrededor del mediodía… pero esta preciosa estampa está manchada por la presencia policial.

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Los vendedores de hamburguesas descansan tomando el sol sentados en unas hamacas delante de sus furgonetas. Un par de vigilantes fuman apoyados en una valla y unos cuantos aficionados hacen cola para conseguir entradas, conversando afablemente, mientras que los directivos del club intercambian saludos con unos aficionados conocidos. Este es el agradable ambiente por el que el club es conocido.

Cuando me encuentro con Alan Davis —un miembro prominente de la Coalition Against Roland Duchâtelet, C.A.R.D.— su ira y frustración es palpable; rompe claramente con el idílico paisaje en el que creía vivir.

La agrupación C.A.R.D. funciona de paraguas para todas las organizaciones de aficionados que tienen el objetivo común de echar del club al actual propietario. El hombre en cuestión, Duchâtelet, es un multimillonario belga y fundador de un partido político socioliberal llamado Vivant.

Es, sin duda, un personaje interesante, un hombre con una ideología política de nicho que además resulta ser el principal accionista de cinco clubes de fútbol europeos: el Sint-Truidense belga, el FC Carl Zeiss Jena alemán, el Újpest FC húngaro, el AD Alcorcón español… y, desde enero de 2014, el Charlton Athletic inglés.

Desde luego, el suyo es un nombre controvertido en el mundo del fútbol. Fue el dueño del histórico Standard de Lieja, pero se vio obligado a venderlo después de la marcha de diversos jugadores y de su mala gestión. Los seguidores, furiosos, protestaron… de una forma similar a lo que ocurre hoy en el Charlton.

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Alan ha sido una parte muy activa de C.A.R.D. desde que creó un fondo económico de ayuda para que los aficionados pudieran continuar sus esfuerzos para manifestarse en contra de Duchâtelet. A día de hoy, unos meses después de su creación, el fondo ha reunido más de 25.000 euros. Los aficionados del Charlton claramente no tienen miedo a rascarse los bolsillos.

Me encuentro con Davis fuera del estadio antes de partido contra el Birmingham City y charlamos acerca de la jerarquía actual del club. Alan me dice que los fans de Charlton, llamados Addicks, son de los más "amables y leales" de la Football League, la segunda división inglesa: "Los Addicks son famosos por tener suaves modales, por no liarla en el tren y porque cuesta mucho hacerlos enfadar… así que aún es más difícil lograr que se enojen durante un tiempo largo. Y ahora, sin embargo, lo han logrado", apunta Alan.

La incompetencia de la gestión del Charlton ha causado una auténtica revolución entre los fans del club

Alan Davis, miembro de C.A.R.D.

¿Por qué los miembros de C.A.R.D consideran a Duchâtelettan incompetente? El hecho de que hayan pasado seis entrenadores en solo dos años por el Charlton podría tener algo que ver. Después de la marcha de una leyenda del club como Chris Powell en marzo de 2014 —aparentemente, por haberse negado a hacer jugar los fichajes del propietario—, los aficionados del Charlton han sido testigos de decisiones cada vez más decepcionantes de los nuevos entrenadores.

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Los entrenadores que han llegado desde 2014 tienen diversos puntos de unión con Duchâtelet: un pasado en el fútbol belga, poca experiencia en la liga inglesa… y una aparente incapacidad para encontrar soluciones a los problemas de juego del Charlton. Dos de ellos, José Riga y Guy Luzón, ya habían trabajado para el antiguo dueño del Standard de Lieja antes de conseguir el puesto en The Valley.

Como consecuencia, los Addicks son los penúltimos clasificados de la segunda división inglesa con solo 36 puntos en 42 partidos. La etapa de Karel Fraeye como "técnico provisional" en el club fue particularmente desastrosa: el equipo solo ganó dos de catorce partidos. El dato no sorprende tanto si tenemos en cuenta que Fraeye procedía del VW Hamme, un club belga… de tercera división.

La constante de echar y fichar a nuevos entrenadores, junto con la venta de algunos de los mejores jugadores del club, ha dejado el Charlton en la ruina deportiva. No es el fantasma del descenso lo que ha dañado irreversiblemente la relación entre el propietario y la grada —en la temporada 2008-09 ya bajaron a la tercera división—, sino las miserias por las que Duchâtelet hace pasar al club y sus aficionados.

Los problemas de comunicación entre los directivos del club y los aficionados son enormes. "El propietario ha desviado tanto el foco que ya no hace ni caso a los aficionados que dan soporte al club", lamenta Davis. Ese tono protector se resume en un comentario de uno de los directores ejecutivos, Katrien Meire, en un foro de fans: inocentemente, Meire escribió que solo el dos por ciento de los aficionados estaban interesados en la protesta.

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Como era de esperar, estas palabras inspiraron una reacción masiva en el siguiente partido del club, con protesta previa y pitada incluidas.

Duchâtelety sus directivos, de hecho, han quedado en evidencia por culpa de unas desastrosas decisiones en las relaciones públicas durante las últimas semanas —como cuando acusaron a los fans de querer hacer quebrar el club con las protestas. Además, antes del partido contra el Birmingham City, el club publicó un comunicado con la Policía Metropolitana en el que asociaban las recientes protestas con un incidente aislado de vandalismo de un partido contra el Crystal Palace en septiembre de 2015.

A eso de las 13.30h, una hora y media antes del inicio del partido, un gran grupo de manifestantes llegan al estadio. Muchos llevan puestas sudaderas de C.A.R.D, otros llevan traje, y uno trae consigo unos altavoces que hacen sonar a todo volumen la canción Under Pressure —un mensaje para Duchâtelet enviado por Queen y David Bowie—.

Los aficionados forman un piquete, toman posiciones en las calles adyacentes al campo y reparten panfletos y balones de espuma para lanzar justo al inicio del partido. Además, el C.A.R.D. también reparte las alineaciones del partido con un comentario sobre el "liderazgo incompetente" del club y una petición de los aficionados para retrasar la renovación de sus abonos de temporada.

Como era de esperar, la pesadilla de los comunicados del presidente vuelven a perseguirlo.

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Aunque la gran mayoría de los seguidores aceptan los panfletos, no todo el mundo parece estar interesado en los motivos de la protesta; algunos se molestan por las constantes interrupciones del partido. Parece que el lanzamiento de balones de playa que tuvo lugar unas semanas antes no fue del gusto de todos.

Otros aficionados simplemente no están interesados en los motivos: solo quieren ver fútbol y no preocuparse de lo que sucede fuera del terreno de juego. El problema es —según las teorías de los que protestan— que la gestión del club del propietario puede llevar a la entidad por un camino de difícil retorno.

Unos días antes del partido hablé con Rick Everitt —editor del fanzine Voice of the Valley sobre el desafío de lograr que el mensaje de C.A.R.D. llegara a los aficionados. Él es seguidor del Charlton desde hace más de 45 años, está muy preocupado por el club y también cree que hay alternativas viables a la dirección de Duchâtelet.

"Desde finales de octubre en adelante, con Karel Fraeye como entrenador provisional, fue evidente que el propietario nunca iba a crear una estructura de club sensata", explica Everitt. "Además, el propietario ha demostrado ser incapaz de comportarse de una manera apropiada y profesional".

"Siempre hay gente que viene a pocos partidos o que no se meten en política, pero a su vez se plantean qué pasa y se interesan en saber lo que realmente ocurre. Tu objetivo es transmitirles que hay personas que luchan por hacer mejorar el club", añade Rick.

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Apoyen o no la protesta de lanzar pelotas de playa, parece que la mayoría de aficionados han entendido el mensaje. La protesta, sumada a una fuerte presencia en las redes sociales, ayuda a que el trabajo del C.A.R.D. —con sus programas y folletos, más la presencia de la Voice of the Valley— sea difícil de ignorar. Rick estima que entre el 75 y 80 por ciento de los aficionados que van al campo se han interesado por la protesta.

Al menos, esa misma sensación da cuando se pita el inicio del partido entre el Charlton y el Birmingham: claramente, los aficionados se hacen ver.

Los jugadores miran y empiezan a recoger las pequeñas pelotas que los aficionados lanzaron como sigo de protesta. Imagen vía PA Images

Los ensordecedoresgritos pidiendo la marcha de Duchâtelet llegan acompañados de una lluvia de balones de espuma sobre el terreno de juego. Solo los tiran una minoría de aficionados, pero en general el ambiente parece consentirlo: muchos lo aprueban y muestran su soporte con voces de algarabía. El partido se retrasa cinco minutos, ya que los jugadores de ambos equipos deben ayudar a los trabajadores a limpiar el terreno de juego.

El Charlton desafía las apuestas y se lleva los tres puntos con un gol en el último minuto de Jorge Teixeira. Curiosamente, parece que si los aficionados protestan el equipo gana: contra el Middlesbrough, por ejemplo, también hubo protesta y se llevaron los tres puntos. Es un triunfo vital, pero las victorias de los dos equipos contra los que se juegan el descenso, el Fulham y el Rotherham, dejan a los Addicks sumidos todavía en la zona de descenso.

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Ganen o pierdan, los problemas fundamentales del club aún preocupan a los aficionados. A pesar de que los malos resultados pueden parecer el motivo por el cual los seguidores protesten, persiste la sensación que no tolerarán más la mala gestión.

Si hay alguien que sabe realmente lo que se siente al estar alienado por el régimen actual es Richard Wiseman. Como secretario de los Charlton Athletic Supporters' Trust, la organización oficial de aficionados del Charlton, Wiseman podría esperar un nivel razonable de diálogo con la administración de Duchâtelet. En su lugar, Richard me explica que "no se han ni planteado tomarnos en serio".

"El primer propósito de nuestro organismo es vehicular una comunicación sana y equilibrada entre el club y sus seguidores," dice Richard. "Hemos tratado de desarrollar esa relación con Duchâteletdurante dos años dos y pico, pero no hemos tenido éxito".

A pesar de que el Supporters' Trust cuente con 1.100 miembros, una mesa y una dirección electa que los legitima para representar a los aficionados, Wiseman explica que el directivo Katrien Miere no ha querido saber nada de su organización. La comunicación de Duchâteletcon el Trust, por su parte, ha sido prácticamente nula.

"Él mismo se considera un visionario", dice Richard. "Si todo el mundo está caminando hacia la derecha y él está caminando hacia la izquierda, se piensa que está cumpliendo con su papel como sólo él puede hacerlo".

Cuando le pregunto a Wiseman si piensa que las protestas realmente pueden echar la administración de Duchâtelet, él me responde con una referencia concisa a una de las primeras incursiones del empresario en la política belga: el predecesor de Vivant, un partido liberal llamada BANAAN. La traducción de esas siglas significa que "es mejor buscar alternativas que no hacer nada en la apatía".

Las palabras de Wiseman parecen resumir la situación de los aficionados del Charlton. "Nadie tiene ni idea de si lo que estamos haciendo va a expulsarlo o no", dice. "Pero si el club se va al carajo, si pierde la categoría o incluso peor… bueno, al menos, al mirar hacia atrás podremos decir que lo intentamos".

PD: Tras la publicación de este artículo, el Charlton Athletic respondió con un comunicado sobre las últimas protestas. En su declaración dicen lo siguiente:

"El club está muy triste por la situación que ha llevado a los seguidores a protestar. Cada seguidor tiene el derecho de expresar su opinión y estamos decididos a hacer todo lo posible para trabajar conjuntamente con los aficionados para reconstruir nuestra relación y asegurarnos de que se mantienen los sentimientos de este club".

_El autor de este artículo no lanzó pelotas al campo, pero el _Chartlon Athletic_ le robó igualmente el corazón: @W_F_Magee_