Breve homenaje a los jugueros mexicanos

Sin prisa, antes de comenzar el día, me siento en la barra de mi juguería de confianza –la de toda la vida– frente al parque de mi colonia, y me lleno de energía.

por Margot Castañeda

2.1.17

Sin prisa, antes de comenzar el día realmente, tomo asiento en la barra de mi juguería de confianza —la de toda la vida— justo enfrente del parque de mi colonia. Rogelio, el juguero, ya sabe lo que quiero: jugo verde con nopal, apio, jengibre, espinaca, limón, piña y manzana. Si no tiene jengibre, lo llevo yo y le pido que se lo aviente al extractor. Así cada día de la semana, o bueno, al menos los días que me paro temprano.

Rogelio tiene 20 años con su juguería. Cuando no está él, lo atiende su esposa y en las horas pico están todos los empleados, sacando los pedidos que no dejan de llegar, uno tras otro. Como Rogelio hay muchos jugueros en esta ciudad. Algunos tienen locales, otros operan en puestos callejeros fijos o ambulantes, y muchos tienen en común las barras coloridas, los vitroleros y los envases de vidrio con tapa roja donde guardan las frutas picadas, la granola y el salvado de trigo, listos para entrar a la licuadora, justo al lado de las filas de vasos, el exprimidor de naranja y, en algunos casos, las ruidosas máquinas para batir esquimos. Así desde hace al menos 80 años.

Los jugueros son tradición de este país. La clientela es variopinta: vecinos, oficinistas, deportistas que quieren desayunar sano, jóvenes que se quieren curar la cruda y quienes buscan remedios hippies para curarse la gripa; como yo, con mis jugos mañaneros de jengibre, limón y miel.

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Este es un fenómeno que no pasa en cualquier ciudad del mundo; en la de México existe una cantidad asombrosa de juguerías y jugueros, siempre eficaces, que expanden sabrosas dosis de vitaminas en forma de deliciosos jugos y licuados que no le piden nada a las recientemente hipeadas y carísimas líneas de jugos saludables, las cuales cuestan hasta 4 veces lo que un jugo tradicional.

La mayoría incluso ofrece desayunos saludables: ensaladas de frutas, sandwiches o barras de cereales caseras; y por lo general todos tienen mezclas especiales: el Vampiro, que es rojo como la sangre del betabel, con zanahoria y naranja; el Antigripal, con naranja, limón, guayaba, toronja y miel; el "Quema grasa", de nopales con apio y perejil; y la "Polla", con jugo de naranja, jerez, huevo crudo y canela, son los más comunes.

Echarse un jugo es la mejor forma de agarrar energía para el día y de paso alimentarse bien. Uno no necesita gastar $6 mil pesos en un tratamiento detox de jugos que te mandan en cajitas bonitas hasta tu casa; basta con encontrar un juguero de confianza y dejar que el golpe de la licuadora nos entregue un desayuno completo y feliz.

Aquí un breve homenaje a algunos de nuestros jugueros favoritos en la ciudad.