Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Guyana, el vecino oriental de Venezuela, se está transformando en un centro para el tráfico de oro a través de minas ilegales que son perjudiciales para el medio ambiente en Venezuela, Surinam y Brasil.
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El oro extraído ilegalmente de la Faja del Orinoco de Venezuela está eludiendo las sanciones de Estados Unidos mediante su contrabando a través de la frontera hacia Guyana, desde donde se abre paso hacia las cadenas de suministro internacionales.
En respuesta a las sanciones de Estados Unidos impuestas el año pasado por el gobierno del presidente Donald Trump, los compradores internacionales de oro se vieron obligados a dejar de adquirirlo del régimen del presidente venezolano Nicolás Maduro.
El oro procedente del noreste de la Amazonía, que se extiende por Venezuela, Guyana, Surinam y Brasil, se extrae de las minas en las profundidades de la jungla y llega a intermediarios que luego lo venden a las cadenas de suministro internacionales ubicadas en Georgetown, Guyana, donde se encuentran la mayoría de las empresas comerciales. A partir de ahí, el oro es utilizado en procesos de manufactura por algunas de las firmas multinacionales más grandes del mundo, según una investigación publicada la semana pasada por InfoAmazonia, un grupo de investigación que monitorea la cuenca del Amazonas.
“Mediante el uso de documentos falsos, los exportadores de oro autorizados de Guyana exportan oro venezolano en conflicto a refinerías de Europa, Norteamérica y Medio Oriente, quienes acaban por involucrarse con el metal tóxico, ya sea que lo sepan o no”, escribe en el reporte Bram Ebus, investigador principal de InfoAmazonia.
“Cuando el oro se procesa en barras brillantes, estampadas con los logotipos de las refinerías, se vende a corporaciones internacionales que incorporan el metal precioso a nuestros teléfonos, computadoras, automóviles y otros tipos de tecnología y maquinaria”.
Según la investigación, las empresas comerciales de Guyana suministran a refinerías de metales como Tony Goetz, de origen belga, y Argor-Heraeus, con sede en Suiza. El reporte también indica que estas refinerías están listadas como proveedores de Apple, Sony, Tesla y otras compañías similares que usan oro en sus placas de circuitos como conductores de electricidad. Incluso Starbucks, la empresa mundial de café, es cliente de estas compañías.
Algunas empresas, como Apple, han impuesto auditorías a sus cadenas de suministro en un intento por deshacer sus tratos con las refinerías que compran metales provenientes de zonas de conflicto. En febrero, la compañía cortó lazos con 18 fundidoras que se negaron a cumplir con una auditoría hecha por otra empresa. Sin embargo, el origen de los metales y minerales es notoriamente difícil de rastrear debido a la falsificación de documentos.
En 2019, el gobierno de Trump tomó medidas drásticas contra las exportaciones de oro de Venezuela y sancionó a la empresa minera estatal MINERVEN. “El régimen ilegítimo de Maduro está saqueando la riqueza de Venezuela mientras pone en peligro a los pueblos indígenas al invadir áreas protegidas y causar deforestación y pérdida de hábitats”, dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, en marzo pasado.
La minería de oro no regulada es una catástrofe ambiental. Cada año, la extracción de este metal libera más de 800 toneladas de mercurio al medio ambiente en todo el mundo. Por cada kilogramo de oro producido, se utilizan aproximadamente tres kilogramos de mercurio en el proceso. En estas minas ilegales, la mayor parte del mercurio termina en los afluentes de los ríos de Sudamérica, que luego desembocan en la cuenca del Amazonas. El mercurio, un metal pesado tóxico utilizado en los termómetros, impacta de manera negativa los ecosistemas marinos.
Las minas enterradas en lo profundo de la jungla venezolana con frecuencia están controladas por bandas del crimen organizado, como el grupo rebelde colombiano Ejército de Liberación Nacional (ELN), y por comandantes militares venezolanos corruptos. Según Ebus, las ganancias de estas minas fomentan una amplia gama de abusos contra los derechos humanos.
“En las regiones mineras ocurren masacres frecuentes, perpetradas por grupos armados estatales y no estatales”, advierte Ebus. “El sur de Venezuela está plagado de abusos contra los derechos humanos como desapariciones, asesinatos, tortura, trata de personas y trabajo forzado, todos relacionados con las actividades mineras”.
Los funcionarios de Guyana reconocen que el oro venezolano podría traficarse a través de intermediarios autorizados, pero afirman que es difícil rastrear el metal precioso.
Las medidas de Estados Unidos tenían como objetivo evitar que los altos mandos de Venezuela se enriquecieran con el comercio ilegal de oro del país. Pero los comerciantes de Guyana que distribuyen las barras a los compradores internacionales que solían adquirirlas de Maduro muestran lo fácil que es maniobrar para evitarlas.
Portada: Un trabajador derrite una amalgama de oro y mercurio para extraer oro en una mina de oro en El Callao, Bolívar, sureste de Venezuela, el 25 de febrero de 2017. Crédito: JUAN BARRETO/AFP vía Getty Images