Otra vez el más temible: El plan de 15 años que devolvió a Alemania a la cima

Alemania levantó dos trofeos la misma semana, el mundo volvió a sorprenderse porque pudieron armar no solo dos selecciones competitivas, sino también ganadoras y jóvenes. Löw es la cara actual del proyecto que hace más de 15 años inició la Federación Alemana de Futbol avergonzada por ser uno de los dos peores equipos de la Eurocopa de 2000 a la que llegó para defender el título. La derrota sacudió los cimientos de la Bundesliga y las autoridades decidieron que buena parte de sus recursos estarían destinados a la conformación de un plan de búsqueda y desarrollo de talentos.

Aunque a menudo se cita el año 2000 como el que fijó el cambio, la realidad es que la idea de hacer una reingeniería en la formación del futbol alemán se dio desde 1996, cuando el entonces técnico Berti Vogts le hizo saber a la federación alemana la urgencia de tal proyecto. La intención de Vogts era que hubiera un entrenador formado en la federación alemana trabajando en cada una de las federaciones regionales, y crear 115 centros de visoría y formación para jóvenes de entre 13 y 17 años. El proyecto costaría 1.25 millones de euros, y la federación alemana rechazó el proyecto en la primavera de 1998. Ese mismo año, Alemania cayó eliminada y goleada 3 a 0 en los cuartos de final frente a Croacia. Un mes después, la federación desempolvó el proyecto y lo aprobó. Se crearon 121 centros regionales que darían entrenamiento y desarrollo a 4,000 jóvenes de entre 13 y 17 años.

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La Eurocopa del 2000 marcó un nuevo desastre, que hizo que el futbol alemán redoblara esfuerzos y volviera más ambicioso su proyecto. En 2002, se instituyó una nueva regla para obtener la licencia para que un club juegue en las dos principales categorías del futbol alemán: los 36 equipos debían construir una academia para formar futbolistas. El costo fue asumido con recursos propios en el caso de los clubes con buenas finanzas o en su defecto, a través de un fondo común al que todos aportan, de esta manera, los equipos pequeños no se encontraron en gran desventaja. Algunos tardaron en asumir la responsabilidad, como Borussia Dortmund que estiró el tiempo hasta donde pudo, y otros, como el Werder Bremen que tenía academia en funciones desde 1978, iniciaron actividades poco después. Sin embargo, en los primeros dos años, los 36 clubes invirtieron 114 millones de euros en el proyecto.

Otro punto para equilibrar las fuerzas fue el establecimiento de un límite territorial de 70 a 80 kilómetros alrededor de la academia, el candado sirvió para que los grandes clubes no acapararan el talento de las regiones pequeñas

La federación alemana hizo lo propio con sus centros de formación y desarrollo. De los 121 centros iniciales, pasaron a 366. De 4,000 jóvenes de entre 13 y 17 años que eran desarrollados al principio, pasaron a 600,000 prospectos que iniciaban desde los 11 y 12 años, y que eran supervisados por 1,300 entrenadores certficiados por la federación alemana. El presupuesto anual pasó de 1.25 a 14 millones de euros.

En ese mismo 2000 hubo un cambio importante en las leyes para obtener la ciudadanía alemana, pues antes se tenía que comprobar una ascendencia alemana, pero la nueva ley le abrió la puerta a miles de inmigrantes que tenían viviendo al menos ocho años en el país. El universo de población elegible para ser detectada por los visores del futbol alemán se multiplicó. En ese 2000 el procentaje de jugadores alemanes en la Bundesliga era del 8 por ciento, y para 2014, ese procentaje había subido a 12 por ciento.

El plan no fue fortuito, minimizaron el riesgo a partir de los errores y aciertos ajenos. Las autoridades alemanas analizaron las metodologías implementadas por la Academia del Ajax de Holanda y el Instituto Nacional de Futbol Claire Fontaine; de allí tomaron las mejores medidas para adaptarlas a sus condiciones. La inversión anual comenzó con 47.85 millones de euros, actualmente es de 158.46 millones y está enfocada en niños desde los 9 años para seguir el proceso evolutivo que los deja a las puertas del futbol profesional. En total, se calcula que desde 2001 hasta 2015, los 36 clubes de las dos divisiones principales del futbol alemán han invertido 1,000 millones de euros en el desarrollo de nuevos talentos.

La inversión contempló primero la construcción de instalaciones adecuadas para la práctica deportiva, en donde cada división pudiera gozar de comodidades en el vestidor, canchas iluminadas y con buen mantenimiento, servicios de salud física y mental, además de coordinarse con escuelas de la zona para dar seguimiento a sus estudios. La formación es integral, la DFB tiene claro que no todos los jugadores que pasen los primeros filtros de desarrollo terminarán en las canchas de futbol, por eso los instruyen también para que en la búsqueda de un camino diferente eviten los obstáculos de una formación escolar deficiente. De acuerdo con un informe oficial publicado por los 10 años del inicio del proyecto, la proporción de graduados en la academia era mayor a la media nacional.

El proyecto se perfecciona constantemente. Desde 2005, cada una de las academias a lo largo del país está sometida a evaluaciones para certificarse. La empresa encargada, Foot Pass, vigila 250 criterios. Estos criterios van desde la infraestructura, donde cada instalación debe tener al menos cuatro canchas de entrenamiento, incluyendo una con pasto sintético; el personal también es revisado, y cada centro debe tener un director deportivo con licencia nivel A de la UEFA, un mínimo de dos entrenadores con licencia Pro de la UEFA, un entrenador nivel A, un entrenador de porteros y dos fisioterapeutas. La empresa certificadora observa los entrenamientos, hace entrevistas, atiende a la continuidad de la identidad del club y asigna una calificación de 0 a 3 estrellas, su posición en el ranking y un diagnóstico general que ofrece puntos a mejorar.

En el período inicial de certificación, entre 2007 y 2009, siete clubes de la Bundesliga recibieron la calificación máxima de tres estrellas. Para 2011, ya eran 11 los clubes que recibieron tres estrellas; y en 2014, 15 de los 18 clubes de la Bundesliga ya habían recibido las tres estrellas. Foot Pass otorga una estrella adicional para los centros que desarrollan un número alto de jugadores para el primer equipo. Hay un incentivo económico, pues cada equipo de tres estrellas recibe 400,000 euros, mientras que los que no tienen estrellas reciben solo 100,000.

Cuando Löw anticipó que el equipo que iría a la Copa Confederaciones estaría repleto de jóvenes, recordó que la importancia de esta competencia radicaba en el acercamiento a las formas de entrenamiento, los planteamientos y las tensiones de jugar a un alto nivel. Ese punto también es parte del trabajo en la academia, en la evaluación constante identifican el grado de madurez de los futbolistas. Una de las evidencias: Julian Draxler, un jugador de 23 años, capaz de ponerse el gafete de capitán con el carácter y la experiencia de un debut en Champions League a los 19 para liderar a un equipo de promesas.

¿Funcionó? En la Confederaciones, a diferencia de lo que ocurrió con la selección campeona en Brasil, dejaron de predominar jugadores del Bayern Munich y Borussia Dortmund en la plantilla. Löw abrió las puertas a los mejores elementos del Hoffenheim, que cerró en el cuarto puesto de la Bundesliga, y el Bayer Leverkusen, un ejemplo en el trabajo con los jóvenes aún antes de la conformación oficial de las academias. Al menos tres jugadores de clubes distintos levantaron la mano para ampliar las posibilidades del técnico en el Mundial: León Goretzka, del Schalke 04, Timo Werner, del RB Leipzig, Lars Stindl, del Borussia Mönchengladbach.

Dos de esos equipos invierten en las academias de mejor reputación en el futbol alemán, la del Schalke 04 que fue hogar de Mesut Özil, Manuel Neuer, Julian Draxler, Manuel Neuer, Benedikt Höwedes y la del Borussia Mönchengladbach, de donde también proviene el arquero Ter Stegen, cuyos jóvenes han colaborado para que el club participe en competencias europeas.

Al estilo defensivo alemán lo acusaron de aburrido a pesar de los éxitos hace varias décadas. Decían que les faltaba la cadencia latina, la magia sudamericana en los pies. Las opiniones son distintas ahora, sus equipos ganan y entretienen. Los planteamientos han cambiado desde los campos juveniles, en donde es necesario tener entrenadores de tiempo completo que también trabajan para completar sus carreras profesionales; los sistemas principalmente utilizados son el 4-2-3-1 y el 4-3-3, el objetivo es mantener coherencia en todas las categorías, imprimir la esencia de su juego. Para completar el trabajo físico y solucionar las carencias de antaño, los esfuerzos se enfocan en el aspecto técnico y en situaciones específicas uno contra uno.

Más allá del aprendizaje técnico, la DFB ha priorizado la unidad de sus jugadores. La riqueza multicultural de su país ha sido aprovechada en beneficio del futbol que no distingue del origen y la mayoría de los que ahora conforman los representativos se han enfrentado a lo largo de su vida para después competir por el mismo fin.

La entrega de resultados ha sido gradual y como lo vemos en sus recientes éxitos, el proyecto crece. Los primeros frutos aparecieron en el primer equipo en Alemania 2006, con Bastian Schweinsteiger y Philipp Lahm, quienes ahora se han retirado con el título mundial para dar paso a la siguiente generación. En Sudáfrica 2010 fue el turno de jugadores como Thomas Müller, Mesut Özil, Toni Kroos. En ninguna de las competencias mundiales fueron campeones, pero se acercaron al objetivo que definió Mario Götze en la final contra Argentina en Brasil 2014; cuando Julian Draxler jugó su primer Mundial, al igual que Matts Hummels, y Matthias Ginter fue parte del equipo aunque se quedó en la banca. Esta generación campeona de Confederaciones en Rusia seguramente colaborará en la plantilla que defenderá ese trofeo.

El resurgimiento del semillero de futbolistas alemanes es evidente en todas las cifras que se revisen de aquel revelador año 2000 a la fecha. Por ejemplo, un reporte publicado en 2011 confirmaba que los 36 clubes de las dos principales divisiones del futbol alemán gastaban en promedio el 36.8 por ciento de sus ingresos en fichajes, mientras que la media europea estaba en 65 por ciento. En ese 2011 se calculaba que el 52 por ciento de los jugadores de la Bundesliga eran canteranos.

Más de mil millones de euros después, los alemanes hacen jugadores y entrenadores, fabrican sus trofeos desde la búsqueda de talentos en pequeñas regiones y ya trabajan en la construcción de una Universidad del Futbol. Estará ubicada en Frankfurt, a lo largo de 15 hectáreas, será el corazón de la selección alemana con todo lo necesario para trabajar en los próximos títulos.