
Kuchibhotla probablemente tenía el teléfono en el bolsillo cuando Adam Purinton, un hombre blanco, comenzó a insultarle a él y a otro chico indio llamado Alok Madasani. “¡Fuera de mi país!”, les gritó, y luego les disparó. Madasani cayó herido pero sobrevivió. Cuando la policía recuperó el teléfono del cuerpo de Kuchibhotla, ya estaba empapado en sangre.Unos meses más tarde, la esposa de Kuchibhotla, Sunayana Dumala, llevó el teléfono a una tienda de reparación de la zona, desesperada porque no se encendía y esperaba poder acceder a las últimas fotografías de su marido. Un técnico, cuenta Dumala, echó un vistazo al teléfono y le dijo que no podía hacer nada. Pero le dijo que Jones, que tiene una tienda de reparación de electrónica en un pequeño pueblo al norte de Nueva York, Honeoye Falls, quizás podría repararlo. Dumala envió el teléfono a Nueva York casi de inmediato.
Hoy en día, nuestros teléfonos son prácticamente extensiones de nuestros cuerpos, pero los tratamos como si no valieran nada. Los cambiamos cuando se rompen las pantallas, los reemplazamos por otro modelo mejor o los olvidamos cuando ya no nos sirven. Hacemos esto porque, en gran parte, las compañías que fabrican nuestros teléfonos a menudo nos dicen que no tienen arreglo: el coste es demasiado alto y el interior de nuestro móvil es demasiado complejo. En vez de animarnos a intentarlo, nos dicen que lo reemplacemos.Jones te diría que eso es mentira.Madre de cuatro, con un doctorado en Genética Molecular, Jones se ha convertido en la líder de una comunidad de microsoldadores que crece a diario. Son reparadores que no solo cambian pantallas de teléfono rotas o baterías que no funcionan, sino que son como médicos que diagnostican y reparan problemas eléctricos diminutos en la placa base (o placa lógica, como la llama Apple).Esta es el corazón diminuto de tu dispositivo que contiene chips y circuitos responsables de muchas funciones básicas. En cuestión de minutos, un microsoldador experimentado puede arreglar un cortocircuito en un iPhone que se ha caído en una bañera y resucitarlo. A menudo, Apple dice a sus clientes que tal cosa es imposible."Jones se ha convertido en la líder de una comunidad de microsoldadores que crece a diario. Son reparadores que son como médicos que diagnostican y reparan problemas eléctricos diminutos en la placa base"
Pero Jones no se limita a simples cortocircuitos. Ella se encarga de resucitar teléfonos que han pasado un verdadero infierno: atropellados por coches, recuperados de un avión estrellado o bañados en la sangre de su dueño. Ya no se trata de arreglar teléfonos para que puedan ser usados otra vez; se trata de recuperar los recuerdos más preciados de personas que ya no están o que se han perdido. En el caso de los iPhones, que tienen los datos encriptados desde la actualización de iOS 8, la única manera de recuperar esos recuerdos es encendiendo el teléfono e introduciendo la contraseña.Para aquellos que han perdido sus valiosos vídeos, fotos o mensajes, recuperarlos puede suponer una gran diferencia.“La gente llora por esto, todo el tiempo”, dijo Joe Ham, un microsoldador cuya tienda, Gadget Genieen el estado de Washington, es una de las pocas tiendas capaces de hacer una recuperación de datos de los aparatos de Apple. “Me dicen: ‘Lo necesito de verdad, lo he llevado a otras tres tiendas, eres mi única esperanza’”. Ham, que lleva toda la vida reparando aparatos electrónicos, nos cuenta que gracias a Jones, con la que había estado aprendiendo al otro lado de Estados Unidos, tuvo el valor de abrir su propio negocio."Ya no se trata de arreglar teléfonos para que puedan ser usados otra vez; se trata de recuperar los recuerdos más preciados de personas que ya no están o que se han perdido"
Tras cambiar la batería del teléfono y el puerto de carga, el teléfono aún no cargaba. Al final, “me di cuenta de que era un problema de la placa base”, dijo Jones. “Y me parecía que iba a ser un problema con solución”.Se compró un equipo de soldadura y un microscopio y comenzó a trastear con otros dispositivos que ya no funcionaban. Tardó dos años e incontables horas en foros de reparación, pero, finalmente, consiguió reparar el teléfono del retrete. Por aquel entonces, Jones había mejorado bastante reparando teléfonos y había comenzado MommyFixit, un servicio de reparación por correo que operaba desde su salón. Pronto, Jones reclutó a otras madres para que la ayudaran en el negocio.“Las mamás somos extremadamente hábiles”, dijo Jones. “Y se nos da muy bien arreglar teléfonos”.“No solo repara cosas, sino que además les enseña a otros cómo hacerlo”
Jones no solo es profesora, sino la portavoz de una comunidad que ella misma ha ayudado a crear. Respalda abiertamente la idea del derecho a reparar, la filosofía de que si tienes un dispositivo electrónico, deberías tener derecho a repararlo. Esto le ha traído problemas con Apple, una compañía famosa por su recelo a la hora de vender componentes sueltos de sus dispositivos o a compartir información con tiendas que no están autorizadas por ellos.“¿Cuánta gente habrá oído lo de: ‘Dile adiós a tus fotos porque no se puede hacer nada para recuperarlas’?”
Hablé con Apple para preguntarles qué tipo de ayuda ofrecen a un cliente que quiere recuperar sus datos de un dispositivo muerto y un representante me envió una lista de enlaces a las páginas de ayuda de la web de Apple en las que se detalla cómo crear una copia de seguridad en tu teléfono. No me dijeron nada sobre cómo recuperar mis datos y se negaron a comentar sobre las tiendas de reparación no autorizadas que ofrecen servicios de recuperación de datos.Jones sonríe constantemente y tiene una actitud práctica que te deja tranquilo en seguida. Su tienda es igual de acogedora: la entrada está decorada como un salón de una casa con una gran mesa, un sofá de segunda mano y bebidas gratis para los clientes que esperan a ser atendidos.Un cuadro de la Mona Lisa sujetando un iPad, hecho por el marido de Jones, recibe a los visitantes cerca de la entrada. El día que yo fui a verles, una mañana de octubre que no paraba de llover, me ofrecieron un té caliente y me llevaron a la parte de atrás. La hospitalaria entrada daba paso a un laboratorio clandestino con microscopios, herramientas y máquinas para soldar, un polímetro y varias fuentes de alimentación de corriente continua. En cada una de las mesas de trabajo había teléfonos y tabletas diseccionados.“Esto se parece mucho a la ciencia. Hay que resolver problemas, reconocer patrones y experimentar. Además, es rápido y no lleva meses. Por eso me encanta”
Cada móvil que Jones resucita es un rayo de esperanza para alguien que acaba de perder a un ser querido. Para Jones, la historia de Kuchibhotla siempre le quedará en el recuerdo.Originario de Hyderabad, India, Srinivas Kuchibhotla llegó a Estados Unidos para hacer un máster en Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Texas, en El Paso. Entonces, tenía una relación a distancia con Sunaya Dumala, que era de su misma ciudad.“Recuerdo que la historia de ese teléfono dejó un sentimiento pesado que se podía notar por toda la habitación”
A punto de darse por vencida, probó una última cosa. Jones había estado intentando encender el teléfono con el botón físico del aparato, pero un iPhone también se puede encender conectándolo a una memoria USB. Y así lo hizo. Cuando le conectó una pantalla, respondió al tacto, lo cual significaba que podía introducir un código. Podía recuperar todos los datos.“Fue verdaderamente increíble”, dijo Jones. “Estuve a punto de desistir porque no se encendía y había cambiado la placa entera”.Al día siguiente, Jones y Thomson llamaron a Dumala para decirle que habían restaurado el teléfono y recuperado las fotografías. “Nosotros estábamos llorando, ella estaba llorando”, dijo Jones. “Era inevitable. Y ella, entonces, estaba superagradecida por ganar al menos esta pequeña contienda en una batalla tan dura”.“La manera en la que lo solucionaron dice muchísimo de ellos”, dijo Dumala. “Se lo toman de manera personal. No me extraña que iPad Rehab lo lleven mujeres, porque sabemos el valor que tienen las relaciones personales y los recuerdos. No son solo datos. Es el valor humano”.Dumala aún vive en la casa que se construyeron ella y Kuchibhotla. Puesto que dependía del visado de este para vivir en Estados Unidos, tuvo que solicitar uno nuevo después del asesinato. Sin embargo, perdió todos los años que había esperado para solicitar la ciudadanía estadounidense con su marido y tuvo que empezar el proceso de nuevo, pero podría llevarle años por la cola infinita que hay de inmigrantes que llegan de la India.Pero Kansas es ahora su hogar y no piensa marcharse. Cuando no trabaja, lucha por la reforma de las leyes de inmigración. Ha creado una página de Facebook, Forever Welcome [Siempre bienvenidos], para honrar la memoria de su marido, en la que la que comparte historias de inmigración y difunde un mensaje de unidad y aceptación. Ahora planea convertirla en una fundación.El teléfono que Jones reparó descansa ahora en la mesita de noche de Kuchibhotla."Cada móvil que Jones resucita es un rayo de luz de esperanza para alguien que acaba de perder a un ser querido"