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ESPAÑA

El legado franquista en las fuerzas armadas españolas

Hace unos días una unidad del ejército español paró a comer en el conocido restaurante franquista 'Casa Pepe'. Una polémica práctica nada extraña en el seno de las fuerzas armadas donde la ideología franquista está aun muy arraigada.
Pedro Morenés en la conmemoración del 75 aniversario del empleo de cabo 1º. Acto de homenaje a los que dieron su vida por España. (Imagen vía Ministerio de Defensa)

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Fueron muchos los que pensaron que la ultraderecha desaparecería en España después de la muerte de Franco. Puesto que no parecía ser posible una derrota como tal, se pensó que el tiempo haría lo que debería haber hecho la sociedad española. Porque si el tiempo todo lo cura, ¿por qué no puede ser posible que todo lo borre?

Hace unos días una noticia ha vuelto a despertar los fantasmas de muchos ciudadanos que consideraban erradicada la ultraderecha de las fuerzas armadas españolas. Al menos como poder fáctico. Una unidad militar, la Brigada Paracaidista, se detuvo a almorzar en el conocido restaurante franquista Casa Pepe (Venta de Cárdenas, Ciudad Real).

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Vestidos con el uniforme militar y por orden de los mandos de la unidad, los militares tuvieron que comer rodeados de símbolos franquistas y fascistas. Tanto si querían como si no, y ello con total normalidad. Hay que recalcar que este tipo de paradas no pueden hacerse sin planificación previa y sin la aceptación de un mando de alto rango.

Lamentablemente, somos unos pocos los que denunciamos lo cotidiano de estas prácticas en España, lo arraigado de estas costumbres, ya que los medios de comunicación suelen ignorar señales tan inequívocas como la anterior. En el mejor de los casos, las mismas son presentadas como piezas sueltas cuando lo que correspondería sería presentarlas como un puzzle. No se puede noticiar un árbol ignorando el bosque que le rodea e incluso llegar a presentarlo como si de una especie endémica se tratase. No lo es.

¿Por qué España no juzga la apología del franquismo? Leer más aquí.

Manifestaciones similares no son muy difíciles de encontrar, ni siquiera tendríamos que retroceder mucho en el tiempo. En octubre de 2015, en el regreso a Almería después del último desfile de la Hispanidad (12 de octubre), la Legión hizo parada en el mencionado restaurante-museo franquista, "donde se expone nuestra admiración a Franco sin temores a la crítica" [según puede leerse en dicho local].

Si alguien piensa que deleitarse con la gastronomía y el escenario en Casa Pepe se trata de una costumbre anecdótica, serían suficientes un par de apuntes para demostrar que no es así. En primer lugar, desde mi experiencia personal —trece años en las fuerzas armadas españolas—, yo no tenía la más remota idea de la existencia de este restaurante hasta que me convertí en militar y tuve que viajar con mis compañeros de unidad.

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Nadie pareció escandalizado por aquello. Un segundo y revelador dato se puede encontrar en cualquier fotografía del mencionado local: la enorme cantidad de placas y objetos militares. Todos ellos han sido regalados por las unidades militares o componentes de las fuerzas armadas como tributo a dicho lugar, casi como parte de un ritual de peregrinación.

Alguno podrá alegar que, en cualquier caso, se trata de una visita más bien folklórica que otra cosa y que las manifestaciones franquistas son infrecuentes en las fuerzas armadas. Tampoco. En diciembre de 2015, hace unos meses, se supo de oficiales del ejército que toleraban banderas de la división azul en el Regimiento de Cazadores de Montaña 'América 66' (Navarra). Una bandera de dicha división, conviene recordar, contiene la cruz gamada o esvástica nazi.

Hace menos de dos años publiqué la fotografía de un símbolo franquista que los militares de la Guardia Real encontraron en el despacho de un teniente coronel. Por poner algún ejemplo más, aunque sería imposible enumerarlos todos, durante el encierro que sufrí en el Centro Disciplinario de Colmenar Viejo (octubre a noviembre de 2014) coincidí con un sargento de infantería destinado en Badajoz que llevaba un águila de San Juan (escudo de la bandera franquista) tatuado en la pierna y que hacía más por exhibirlo que por esconderlo. Era más orgullo que vergüenza lo que sentía.

Por si fuera poco, sabemos que la simbología franquista sigue presente en 126 elementos militares, según el propio Ministerio de Defensa. Ello hace que los soldados convivan con total normalidad con los símbolos franquistas. Es más, la confirmación de dicha cifra se produjo como respuesta a la pregunta del portavoz de la Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) en la Comisión de Interior del Congreso, Ricardo Sixto, en la que este recordó las diez menciones franquistas del escudo del antes nombrado Regimiento de Cazadores de Montaña 'América 66'. No es casualidad, por tanto, que haya sido esta misma unidad la que haya sido descubierta la presencia de la bandera de la División Azul.

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No solo se trata de símbolos. Las manifestaciones franquistas en los últimos años han sido casi constantes en las fuerzas armadas, incluso en militares de servicio. El teniente coronel Ayuso, juez militar nada más y nada menos, se despachaba a sus anchas en televisión afirmando que la Constitución era bastarda o que la Guerra Civil fue una cruzada.

En imágenes: un día con exmiembros de la Legión española en su manifestación más desacomplejada. Ver aquí.

La lista de exaltaciones filofranquistas o, en el mejor de los casos, antidemocráticas sería interminable: el exjefe del ejército del aire, Eduardo González-Gallarda Morales, propuso la ilegalización de Podemos en la revista "Tierra, Mar y Aire" [subvencionada por el Ministerio de Defensa]; la Asociación de Militares Españoles (AME), compuesta por altos mandos retirados, solicitó el 13 de septiembre de 2014 que el ejército interviniese en Cataluña para restablecer el orden o en 2012 solicitó el "Estado de Guerra" para Cataluña.

En este sentido, el General Ángel Luis Pontijas utilizó la revista "Ejército de Tierra" para atacar a Artur Mas; el ex JEME Luis Alejandre (responsable del Yak-42) llamó "ególatras, ambiciosos y trepas" a Trillo y Bono; el coronel Alamán advirtió de lo inconveniente de provocar a un león: "¿La independencia de Cataluña? Por encima de mi cadáver. Aunque el león parezca dormido, que no lo provoquen demasiado, porque ya ha dado pruebas sobradas de su ferocidad"; el Teniente General Mena afirmó que el ejército debería actuar si un estatuto de autonomía sobrepasaba los límites constitucionales; o el actual Jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), Jaime Domínguez Buj deslizó que el gobierno central era débil y comparó a Catalunya con las colonias perdidas en el siglo XIX.

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Desde el punto de vista institucional también se hace todo lo que se puede por venerar la figura del Generalísimo. Una muestra de ello podría ser la charla de Stanley Payne, que se produjo en marzo de 2013, en la que se ensalzó la figura de Francisco Franco, al que se le consideró salvador de la democracia, además de militar prudente y profesional. De nuevo, dicho acto filofranquista aconteció en un recinto militar, en este caso en el Centro Superior de Estudios de la Defensa (CESEDEN), el estandarte de la enseñanza militar.

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Por lo tanto, los militares rinden tributo al franquismo durante actos oficiales, están rodeados de simbología franquista, escuchan a sus jefes hablar en clave franquista y, peor aún, en los centros de estudios se ensalza la figura de Francisco Franco.

A la vista de los hechos expuestos, es obvio que el franquismo convive con los militares españoles con inesperado vigor, lo que se debe en gran medida a que el propio rey emérito, Juan Carlos I, ensalza la figura de Francisco Franco en varios documentales. En un primer documental, año 1969, afirmó para una cadena suiza que Franco resolvió la crisis de 1936 y en el documental vetado en España, año 2016, confesó que el dictador le rogó que preservara la unidad de España.

Sin duda, el mejor legado del dictador fue nombrar a su sucesor para asegurarse con ello que su imagen seguiría siendo venerada después de su muerte. Lo que jamás llegó a imaginar es que más de cuarenta años después, no solo no sería un personaje demonizado, sino que se le consideraría por demasiados como un militar profesional, prudente y salvador de la democracia… ¡Y por muchos años!

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