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Lo siento, la palabra ‘pussy’ no va a desaparecer

La historia de las palabrotas en Netflix

2020 fue el año del coño. City Girls y Doja Cat llevaron el lenguaje corporal a nuevas alturas en “Pussy Talk”, donde JT alardeó de sus propios orígenes: “This pussy from the hood, this pussy from the projects / This pussy so ghetto, this pussy speak ebonics”. La escritora Katori Hall adaptó su obra teatral off-Broadway, Pussy Valley, para convertirla en una compleja serie del canal estadounidense STARZ acerca de la fortaleza de las mujeres que trabajan en un club de striptease de Mississippi. Pero quizá el mejor y más húmedo momento del año se lo debemos a Cardi B y Megan Thee Stallion: con “WAP”, acrónimo de Wet Ass Pussy, nos dieron permiso a todas para cantar a todo pulmón sobre nuestros “coños mojados”, lo que ha enfurecido a conservadores y misóginos por igual.

“Cardi B y Megan Thee Stallion son un ejemplo de lo que sucede cuando los niños crecen sin Dios y sin una figura paterna fuerte”, tuiteó en agosto el candidato republicano al Senado de Estados Unidos, James Bradley, después de afirmar que escuchó la canción “accidentalmente”. La canción, según escribió, “lo hizo querer verter agua bendita en [sus] oídos”, que no es exactamente el tipo de inundación a la que se refieren Cardi y Megan cuando dicen “Grab a bucket and a mop” [Toma una cubeta y un trapeador].

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No hace falta decir que la palabra “pussy” [coño] incomoda a la gente. Y la nueva comedia de seis partes de Netflix, presentada por Nicolas Cage, History of Swear Words o La historia de las palabrotas, ha dedicado un episodio completo a develar cómo las mujeres convirtieron un apelativo usado para referirse a los felinos en una forma de reclamar su sexualidad. Se trata de una mirada esclarecedora a la historia oral detrás del término, la cual nos revela que la reacción negativa de Bradley a “WAP”, y otras reacciones similares, nos hablan más sobre el problema que la sociedad patriarcal blanca tiene con el hecho de que las mujeres negras usen la palabra “pussy” que de un problema inherente a la palabra en sí.

En la década de 1500, si escribías “wet-ass pussy” a lo único que te estabas refiriendo ara a un felino empapado, entonces, ¿cómo se convirtió el término en un eufemismo para las partes íntimas femeninas? Según el programa, eso sucedió en el momento en que la palabra se convirtió en sinónimo de feminidad: a fines del siglo XVI, la palabra “pussy” se había convertido en un término cariñoso para referirse a las esposas, un fenómeno que La historia de las palabrotas rastreó hasta una línea que apareció en un panfleto educativo sobre el matrimonio y la moralidad que circuló en Londres a finales del siglo XVI: “Every boy huggles his pretty pussy” [Cada chico abraza a su bella esposa] “. (Rastreé el término en línea hasta un manual de 1583 llamado The Anatomy of Abuses [La anatomía de los abusos], de Phillipe Stubbes).

A partir de ahí, La historia de las palabrotas rastrea la evolución del término, que pasó de describir a una mujer a describir sus genitales, a través de la palabra escrita y, por supuesto, de la música.

Casi un siglo antes de que Lil Kim posara haciendo una infame sentadilla en lencería con estampado de leopardo para su álbum Hard Core, las hermanas Barrison sentaron el precedente para poder revelar los tesoros que se encuentran entre nuestros muslos. En la década de 1890, estas bailarinas danesas itinerantes realizaron espectáculos para adultos, en los que provocaban al público levantándose un poco la falda para al final hacer una irónica revelación: debajo de sus vestidos, cada una llevaba un gatito [pussy] vivo en un compartimento especial de su ropa interior. En el siglo XX, la palabra “pussy” solo se volvió más sexual. Digamos que, en este sentido, la novela Trópico de Cáncer de 1934 de Henry Miller caminó para que Cincuenta sombras de Grey pudieran correr: “As she stood up to dry herself, still talking to me pleasantly, suddenly she dropped the towel and, advancing toward me leisurely, she commenced to rubbing her pussy affectionately, stroking it with her two hands, caressings it, patting it, patting it” [Después de ponerse de pie para secarse, mientras seguía hablándome con simpatía, dejó caer la toalla de repente y, avanzando hacia mí despacio, comenzó a restregarse el coño cariñosamente, pasándole las manos suavemente, acariciándolo, dándole palmaditas y palmaditas], escribió Miller.

En la década siguiente, el eufemismo “pussy” se convirtió en un motivo recurrente dentro de la música blues. Pero en ninguna otra parte de la historia del término causó tanta conmoción como cuando se infiltró en el hip hop.

El verso del grupo de rap 2 Live Crew de Miami: “Hey, we want some pussy” [Oye, queremos un poco de coño], de su álbum de 1986, The 2 Live Crew Is What We Are, puso un gran blanco en sus espaldas. Para 1990, era ilegal vender As Nasty As They Wanna Be, el tercer álbum del grupo, en el condado de Broward y otras áreas circundantes en Florida, y el empleado de una tienda de discos fue arrestado por cargos criminales por haberle vendido el disco a un menor. Los miembros del grupo incluso fueron arrestados después de una presentación por cargos de obscenidad.

El crítico literario Henry Louis Gates Jr. testificó a favor del grupo de rap de Miami en la corte, confirmando que la música rap, sin importar cuán sexual fuera, era artística. “Esto no es música de guitarra”, dijo el abogado del grupo Bruce Rogow en el juicio de 1990. “Esto no es música de violín. Esto no es música de piano. Pero es un tipo serio de arte, aunque sea diferente. Estas palabras, por más crudas que puedan parecerles a algunas personas, tienen valor artístico cuando las entiendes; cuando, en efecto, las decodificas”. Los raperos, que enfrentaban hasta un año de prisión y una multa máxima de $1000 dólares, fueron absueltos de todos los cargos. En 1992, el grupo logró revocar la decisión federal de 1990 que prohibía la venta de su disco.

La lucha del rap por su derecho a seguir los pasos de 2 Live Crew y ser “tan irreverente como quiera” pudo haber iniciado con los hombres, pero definitivamente terminó con las mujeres raperas.

A mediados de los noventa, el hip hop rebosaba de narrativas acerca del coño por parte de personas que, de hecho, tenían coño. Foxy Brown rapeó sobre su grandiosa vagina, y Lil Kim nos mantuvo adivinando cuántas chupadas se necesitaban para llegar al centro de una. “My Neck, My Back” de Khia prácticamente fue una guía paso a paso sobre cómo dar placer a todo el cuerpo de una mujer, y no solo a su coño, y en “Da Baddest Bitch”, Trina fue lo suficientemente atrevida como para hablar sobre el tabú de recibir sexo oral durante el periodo menstrual.

Esta camada de raperas tomó una palabra que históricamente se usó para etiquetar a las mujeres y le dio la vuelta. No solo redefinieron lo que significaba la palabra “pussy”; sino que además redefinieron el significado del placer.

Sin embargo, las mujeres negras que afirman su autonomía sexual, en el mismo suelo estadounidense que una vez las despojó de esa libertad, seguramente se encontrarán con reacciones negativas, ya se trate de las suposiciones religiosas de Bradley o de insultos misóginos en Internet. Por supuesto, esto plantea una pregunta válida: ¿Por qué la palabra solo causa indignación cuando es reclamada y reutilizada por los negros, y más específicamente por las mujeres negras? Es culpa del concepto erróneo de la pureza blanca, o la idea de que algo está contaminado si se desvía de la blancura. Al hacer música sobre el coño, y en particular sobre sus propios coños, las mujeres negras no solo están llamando la atención hacia un muy antiguo doble rasero, sino que además lo están subvirtiendo.

La historia resumida es esta: la palabra “pussy” no va a desaparecer. La hemos estado usando durante 500 años, y probablemente la usaremos otros 500 años más. El convertir la palabra en un arma y poner una brújula moral imaginaria en aquellos que eligen usarla solo hace que su impacto sea más fuerte. La palabra “pussy” aparece en este artículo 22 veces, y si eso te incomoda, probablemente debas ver los otros cinco episodios de La historia de las palabrotas. En 2021, la palabra “pussy” sigue siendo poderosa.

Kristin Corry es redactora senior de VICE.