Hola. ¿Cómo estás?
Puede que estas palabras sean demasiado tensas. Puede que toda mi existencia sea demasiado tensa. Te escribo para que pongamos en común el relato de lo que creo que decimos cuando no decimos nada. Te invito a recordar aquel día que se repite cada varios días y que pasa desapercibido, pero impregna todo este silencio que nos deja situados en polos opuestos de la existencia.
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Te invito a las palabras que le pongo al silencio que nos caracteriza.
algún día / de algún mes / de algún año
Yo te miré con cara de “Hola, existo”
y vos me pusiste cara de “Qué bronca”
lo cual no me sorprendió, pero sí me indignó y como buen masoquista que soy levanté un poco la vista y puse cara de
“A ver, ¿por qué?”
tu respuesta fue una mueca de
“A mí no me preguntes, yo soy solo una cara anónima que representa a un montón de personas que están y que no están en tu vida, que te cruzan en un viaje, que te atienden en una institución, que te hacen una revisión médica mientras te misgenderean…”
lo cual no pude no interrumpir con una cara de: “Vos sabes lo que significa misgenderear?”
y tu respuesta fue una despersonalizada cara de “Yo no dije misgenderear”
yo, perplejo, aproveché la oportunidad y puse mi mejor cara de
“Misgenderear significa asumir erróneamente el género de otra persona. Un ejemplo es cuando entro a un consultorio médico y me piden el DNI y empiezan a llamarme con el nombre y género que dice en mi DNI. Las personas no binarias no tenemos la posibilidad de un DNI con nuestra identidad. Asumir desde el DNI es violento.
Otra cosa que pasa mucho es que los lugares más insólitos necesitan categorizarte en masculino o femenino antes de venderte cualquier cosa o prestarte cualquier servicio. Estás comprando un tupper y necesitan saber si lo envuelven en un papel de regalo rosa o azul, pedís una remera básica negra y es fundamental distinguir si es para hombre o mujer. Ni hablar de lo poco implementada que está la ley de identidad de género, prácticamente hay que llevarla impresa en la mochila para que te dejen firmar con tu nombre en proyectos o trabajos.
Podría haber seguido con una lista larga de ejemplos y situaciones críticas, pero en ese momento tus párpados se juntaron con tus cejas lanzándome indiscretamente una cara de
“Me hago el que entiendo, pero no es así” por lo cual me calmé y puse cara de “¿No entendés o no querés entender?”
En ese momento miraste al piso. Y yo, que tengo esta cara que te mira como si nada, que mantengo la calma ante lo desafiante, pero también ante lo minúsculamente desgarrador. Tomé aire y no sé porqué levanté las cejas con una mirada nueva e inocente como diciendo
“Hola, soy Marico”.
Supongo que aproveché el envión porque nos desconocimos. Y a veces, solo a veces, desconocerse es una invitación a conocerse realmente. Vos, cambiando el gesto, me pusiste cara de
“Marico, que extraño nombre, ¿de dónde viene?”
Seguro y contento puse una cara que pongo muy seguido, esa que es con hoyuelos y ojos vidriosos y es una forma bastante evidente de decir
“De marica, maricón, de gay”.
Instantáneamente te ofendiste, tanto que en tu cara solo se leía silencio. Te paraste, te pusiste a mi lado y esta vez entrecerrando los ojos me dijiste
“No estoy de acuerdo”.
Yo estaba a punto de ponerte mi cara de
“No necesito tu aprobación, pero sí tu respeto. Podrías cuestionarte tantísimas cosas y dejarme cuestionar tranquilo. Podrías sentarte a escuchar el relato de la transformación desde cierto aprendizaje y búsqueda del deseo, físico e intangible. Podrías detenerte y observar que a veces lo más sincero es preguntarse y resignificar algo que fue decidido por otra persona hace mucho mucho tiempo, antes de que tengamos este cuerpo, antes de que tengamos esta mente. Y sí, hablo del género. Algo tan tabú que ni siquiera te resuena. ¿Alguna vez le preguntaste a alguien CIS cuales son sus pronombres? vas a ver que muchas veces no saben la respuesta porque nunca se los preguntan”.
Estuve a punto, a punto de ablandarme y sincerarme, pero vos te adelantaste y mirándome fijo dejaste en claro que
“Te estás esforzando demasiado con esto de las miradas”.
Desde entonces estoy con la misma cara que lleva acumulados los mismos gestos. A veces pienso que si me fuera más fácil poner las palabras justas en el momento justo vos entenderías y acompañarías. A veces creo que parte de que todo sea tan difícil es que une, además de ocuparse de lo propio, tenga que ocuparse de procesos ajenos. El tiempo y la paciencia nunca están de mi lado, pero el curso de las cosas hizo que piense en vos. Que lo intentas una y otra vez. Que no sabes ni podes acercarte. Que sos todxs y nadie a la vez. Estoy abierto a tus tiempos. Quizás eso me signifique distancia en un principio, pero puedo recibirte cuando quieras registrarme
Así como soy.
Te saluda desde las reflexiones inconclusas,
Marico.
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