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Sexo

Visitamos la iglesia que rinde culto al pene

Según esta iglesia, Dios es muy falocéntrico.
Francis Cassidy. Fotografías de Keith Race

No parece muy sorprendente que un hombre gay descubra su amor por las pollas durante un viaje a San Francisco, que no deja de ser una ciudad con mucha cultura homosexual.

Sin embargo, cuando Francis Cassidy visitó la ciudad en 1979, este joven gay de Montreal descubrió a un grupo de hombres homosexuales que no solo admiraban los penes, sino que se reunían regularmente para rendirles culto. A finales de los 70, puso un anuncio en la revista The Advocate en busca de otros hombres con ansias de rabo.

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Cuando Cassidy —que más tarde trabajaría de asistente social— encontró la iglesia de Príapo, se dio cuenta de que no todo se centraba en las pollas. “Tenían un gran compromiso con la comunidad, ya que ayudaban a jóvenes homosexuales sin techo”, nos contaba. “Eran muy eficaces en eso”.

A pesar de ello, el templo de San Francisco no duró mucho y Cassidy decidió abrir el templo de Montreal. Desde que refundara este templo y lo situara en el sótano de su casa, Cassidy ha viajado a otras ciudades para formar parte de algunos desfiles del Orgullo Gay y ha ayudado a otros a crear sus propios templos. Actualmente, es el sumo sacerdote de la iglesia internacional, que tiene cientos de seguidores en todo el mundo.

Cassidy —ya jubilado a sus 72 años— cuenta que la filosofía de la iglesia es muy básica, ya que se centra en la conexión entre la sexualidad y la espiritualidad. Al haber crecido en un ambiente familiar católico y estricto en Quebec, no siempre supo muy bien cómo conectar con aquellos que sentían lo mismo que él. En cambio, las amistades que ha hecho en el templo le han brindado un gran sentido de importancia y conexión.

La iglesia se inspira en otras fes. “El origen de gran parte de nuestro culto al falo está en algunas tradiciones indias y la mayoría de nuestros seguidores antiguamente eran católicos, por lo que bebemos de distintas fuentes”. El mismo Príapo —hijo de Dionisio y Afrodita—, a quien este grupo debe su nombre, era un dios griego de la fertilidad que “personificaba el poder de la reproducción masculina”, según la página web de la iglesia.

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Desde la perspectiva del 2018 —y más aún pensando en el movimiento #MeToo—, rendir culto a una polla se puede haber quedado algo anticuado, además de ser una práctica falocéntrica (obviamente) y exclusivista. “Nosotros rendimos culto al falo, pero existen otros tipos de fes que pueden incluir el culto a la mujer. Aunque sea extraño, ha habido matrimonios heterosexuales que se han apuntado a algunos templos de Príapo”.

Cuando Cassidy inauguró la iglesia en 1979, solo estaban él junto con dos personas más, pero ahora asegura que son unos veinte en el grupo, de los que cinco o seis son seguidores comprometidos que acuden a cada reunión mensual.

El templo del sótano cuenta con una escultura de una polla gigante (construida por el famoso artista gay Peter Flinsch) y está decorado con lo que se puede describir como parafernalia fálica. Además, hay portavelas, estatuas, copas y, por supuesto, fotos y cuadros de miembros viriles. Todo esto se encuentra en el sótano de una casa situada en NDG, un barrio de clase media de Montreal.

Esta es la oración al pene que utilizan en el templo: “Yo creo en ti, hermoso falo, en tu fuerza, en tu poder y en tu capacidad de alcanzar el éxtasis cuando te chupan, te lamen, te maman o te masturban. Precioso, tú me traes la dureza, la energía y tu semen inmaculado”. Por otro lado, la iglesia rechaza cualquier prejuicio por parte de los fieles, ya que se basan en la creencia de que todas las pollas son iguales: “Creo en la igualdad de todas las pollas sin ningún tipo de discriminación, ya sean blancas, negras, grandes o pequeñas”.

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La oración también expresa la creencia en la “masturbación con pasión y devoción. Esta es mi forma de rezar y a Dios le encanta ser alabado”. En una sesión normal, en la que los participantes se reúnen para la adoración, cada uno de ellos se tiene que quitar toda la ropa, excepto el sumo sacerdote (Cassidy, que lleva una toga). Entonces, se recita un poema o un himno sobre Príapo o el pene.

Luego, los seguidores se saludan agarrando los miembros y testículos ajenos para luego besarse todos con todos. Después, se escuchan más lecturas y se da un sermón. Más tarde, se pasea una cesta, como en la mayoría de iglesias, en la que la gente puede contribuir económicamente al mantenimiento del templo para, finalmente, concluir la ceremonia con una “comunión carnal”, en la que “todos ofrecen su semen”.

Para participar hay que completar una prueba de acceso (esta no es una sociedad en la que cualquiera puede entrar). “Nos parece importante que los fieles se sientan seguros y que la gente se apunte por razones espirituales, no solo por el sexo”, comenta Cassidy. “Aquí conectamos con nuestro yo espiritual, con nuestro significado como personas y con nuestros falos”.

A pesar de que la libertad religiosa está amparada por la constitución canadiense, es complicado no pensar que todo esto suena como una excusa para hacer orgías. “De hecho, el término ‘orgía’ se utilizaba antiguamente para las reuniones sagradas y espirituales”, apunta Cassidy. “Tiene que ser espiritual, no solo sexual. La gente que quiera solo sexo ya se puede ir yendo el baño. Si solo buscas sexo, estás en el lugar equivocado”, añade.

Además, la iglesia de Príapo tiene varias normas de convivencia, entre las que destacan las prohibiciones de “borracheras en público, peleas, drogas duras, faltar al respecto al sumo sacerdote o la persona que designe, sexo anal sin condón y llevar ropa puesta” (el “Comité de Asesores Fálicos” puede añadir nuevas normas).

Cassidy cree que la iglesia de Príapo encaja perfectamente con la cultura liberal de Montreal. “Para nosotros, el pene es el camino hacia a la verdad y la felicidad divina. Todos tenemos un camino diferente y este es el nuestro”.

This article originally appeared on VICE CA.