Música

Pasé mucho tiempo tratando de ser cool: Una charla con Daniela Spalla

Daniela Spalla dice que “las cosas terminaron bien”, calmada y sonriente. Luego toma aire y continúa. “Las rupturas no matan. Aunque claro, en su momento uno siente que sí lo harán”. La argentina se refiere al final de su más reciente relación amorosa, un desencuentro que la llevó a pasarla mal, pero también a escribir un manojo de canciones que, bajo la producción de Adan Jodorowsky, acabó empaquetando en un álbum titulado, elocuentemente, Camas separadas, y el cual finalmente vio la luz hoy 21 de septiembre.

“Terminé con mi novio y me preguntaba cómo iba yo a pasar el día, la noche, la semana entera. Dios santo. Hasta me decía, bueno ¿con quién salgo a comer?”, continúa la cantante; “y la gente a mi alrededor me decía: no te preocupes, a raíz de esto vas a hacer buenas canciones. Pero yo no buscaba eso, lo que necesitaba era volver con él. Al principio no podía escribir, ya luego fui uniendo sentimientos con palabras y terminé haciendo mi nuevo disco”.

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Spalla vivió tiempos crudos. No solo se le quebró el corazón, sino que deshizo tratos con su managment. “Sí, se me cayeron los dos pilares que me sostenían en México, la parte amorosa y la profesional, y justo en la misma semana”, asevera ella misma. “Me dolió mucho vivir ese proceso, fue desestabilizador. Pero yo sabía que iba a estar mejor, que habría una luz al final del túnel. Romper con mi managment me obligó a trabajar sola, a armar una gira por Facebook para demostrarle a mi antigua agencia que el problema no era yo, que claro que podía salir a tocar con mi guitarra y mi teclado”. Desafortunadamente, a lo largo de dicha gira, las cosas no fueron tan bien como su artífice esperaba; “hubo plazas donde la respuesta fue buena, pero en otros sitios, como Morelia, fueron cinco personas a verme. Supe entonces que no se crece por arte de magia, sino por trabajo, por puro trabajo”.

“Tengo claro que no importa cuánto duela lo que me pase, al final todo estará bien. Resisto, como un faquir”, cuenta la compositora antes de subrayar que jamás ha albergado dudas respecto a continuar haciendo música. De hecho, suelta que lejos ha quedado la incertidumbre que sintió cuando llegó por vez primera a México, en 2010, para mudarse definitivamente; “tenía miedo de estar sola, me daba terror pasarme días en la cama, llorando. Pero pasó todo lo contrario. La pura fiesta. Conocí gente y emociones nuevas, pero también generé proyectos: nació mi disco Ahora vienen por nosotros . Para Spalla, los cambios son necesarios, “como quitarle una capa de piel a la cebolla”, de ahí que se sienta orgullosa de Camas separadas, un plato que retrata con fidelidad lo que sintió en su época de quiebres amorosos y profesionales; aunque no se atrevería a definir la obra como un álbum deprimente: “las letras son tristes, melancólicas, pero al final hice un álbum con mucha luz”.

NOISEY: En este nuevo disco se nota un cambio en tu modo de cantar, Daniela, ahora es sosegado. Por otro lado, cada vez abandonas más lo que te anclaba al rock para acercarte a la balada romántica que en México tanto público tuvo en los años ochenta.
Daniela Spalla: Cuando escribí las canciones de este álbum escuchaba mucho a Calamaro, Sandro, Gilda y Babasonicos. Sentía la necesidad de volver a la música argentina, a esa música que cuando vivía allá no le prestaba mucha atención, pero sonaba por todos lados. Y me gustan Juan Gabriel y José José, por ejemplo. Ya no me causa nada de conflicto decirlo. Es decir, no sólo me gusta la música romántica, sino que hago música romántica. No me avergüenza. Pasé mucho tiempo tratando de ser cool, pero después descubrí que no tiene ningún sentido pretender.

¿Le contaste de esto a Adan, tu productor?
De que escuchaba a Juan Gabriel todo el tiempo y tal, sí, Adán sabía. De hecho le mandé referencias de lo que quería obtener con Camas separadas. Le hice una playlist en Spotify con la gente que ya conté, pero también con Los Gatos, Palito Ortega, Otis Redding, Mercedes Sosa, John Lennon y Beach Boys.

De los álbumes que Adán ha producido, ¿cuál fue el que te enganchó como para querer trabajar con él?
Me gustó especialmente Solstis, de León Larregui (al comienzo no entendía una sola palabra de lo que cantaba, pero terminé comprendiéndolo todo), y le contaba esto a Ximena Sariñana un día mientras comíamos cuando me sugirió hablarle. Lo hice y conectamos muy bien. Yo ya lo conocía porque fue a Buenos Aires un par de veces, armó una banda allá y acabé tocando en ella el teclado. Estuvimos en el estudio unos veinte días y nos sobró tiempo, la última jornada fue para escuchar el disco panza pa’ rriba cinco veces. Ah, hace rato hablabas de que sosegué mi voz, bueno, Adán me decía: “Tienes que agarrar a la gente de su corazón, prendarla de sus sentimientos”. Y para lograrlo tenía que cantar con mayor austeridad. Me gusta haberlo hecho.

Tres temas llaman la atención de tu nueva obra. “Viaje a la luna”, “Volverás” e “Insomnio”. Cuenta un poco de ellos.
“Insomnio” la hice sintiendo el vacío de la ausencia. Habla de cuando el corazón no tiene en quién enfocarse. ¿Y ahora con qué voy a soñar?, me preguntaba. Ese tema tiene influencia lírica de Calamaro. “Viaje a la luna” relata el querer escapar del sufrimiento, de mudarse a la luna sin peso alguno. Esa canción tiene una producción muy John Lennon, onda “Jealous guy”. De “Volverás”, qué digo. Lloré al cantarla en el estudio, no pude contenerme. El tema trata de cuando hay que perdonarlo todo. El momento que estoy viviendo precisamente ahora.

Vaya, puro dolor. ¿Y dices que es un álbum luminoso? Me gustaría saber qué va a pensar ese tipo al que le escribiste este disco.
Si es que lo escucha.

¿De plano?
No creo que lo escuche. Pero tal vez su futura esposa sí lo haga, quizá a ella le guste.

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