Cuando los Panteras Negras, las bandas latinas y los rednecks se unieron contra la policía
Jack Boykin "Junebug" y Jimmy Curry de los Goodfellows durante una propuesta contra la brutalidad policial. Todas las imágenes cortesía de editorial La Felguera

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Cultură

Cuando los Panteras Negras, las bandas latinas y los rednecks se unieron contra la policía

Descubrimos una de las alianzas más inesperadas de la historia.

Finales de los 60. En una de las épocas más violentas en los Estados Unidos, varios grupos aparentemente antagónicos se unieron en Chicago para luchar contra un estado que les oprimía económica y policialmente. Se trataban de los Panteras Negras, las bandas latinas y los rednecks hillbillies sureños emigrados al norte.

Esa unión del puño negro con la bandera sudista dio lugar a Rising Up Angry, una organización que duró 6 años y, aparte de promover proyectos sociales y la paz entre las bandas, publicó un periódico llamado igual que ellos, en el que dieron voz a los pandilleros de Chicago, gente unida bajo nombres tan evocadores como Egyptian Cobras, Young Comancheros, Black Angels o —y estos te sonarán— Latin Kings.

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La bandera sureña junto al emblema de los Panteras Negras durante una conferencia de prensa conjunta entre panteras y patriots

La editorial La Felguera acaba de editar Sucios, grasientos, rebeldes. Una revolución greaser, un libro en el que, aparte de explicarnos el origen y todo el proceso de creación de este movimiento, se recopilan artículos y portadas de Rising Up Angry, la publicación gracias a la cual podemos tener una crónica de primera mano de cómo fue uno de los movimientos antisistema más inesperados de la historia.

Para saber un poco más de toda esta historia, decidimos hablar con Servando Rocha, editor del libro y autor de su prólogo.

Felipe Luciano (mostrando a un hombre el periódico 'Palante' de los Young Lords Party), junto a otros dos miembros de la organización en Newark (1970). Imagen de Liberation News, cortesía de La Felguera

VICE: En el libro dices que esta historia es casi un secreto. Desde luego que lo ha sido aquí, en España, hasta ahora pero, ¿también en Estados Unidos?
Servando Rocha: Sí, en realidad es muy poco conocida la historia y el papel de los greasers revolucionarios, del periódico Rising Up Angry en Chicago. Comenzó a ser conocida a partir del primer libro publicado sobre ellos, Hillbilly Nationalists, Urban Race Rebels, and Black Power: Community Organizing in Radical Times, de Ammy Sonnie y James Tracy. La razón es difícil. En Estados Unidos, a pesar de los grandes fenómenos y organizaciones, han ido redescubriendo su propia historia en un proceso que ha llevado su tiempo. También por cuestiones coyunturales.

La experiencia que contamos en nuestro libro, con la selección de textos del increíble periódico Rising Up Angry, ha despertado mucho interés en EE. UU. porque muestra el insólito papel de los greasers y hillbillies, del Sur, en la construcción de ciudades como Chicago. Se desconocía en gran medida la unión entre dos símbolos en un principio antagónicos, la bandera confederada y el puño negro, pero así fue. Esto implica una redefinición de la misma política que, en ocasiones, se sale de lo previsible. Todo discurso ortodoxo está condenado a ser mentira. Buscamos soluciones fáciles, pero la historia de los grupos activistas a veces no es pacífica.

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¿Cómo llegáis vosotros a ella?
Cuando descubrimos a grupos actuales y muy polémicos como Redneck Revolt, que reivindican la historia de grupos como los Young Patriots, que son el germen de Rising Up Angry, o de periódicos como Rising Up Angry. Nos sorprendió ver grupos fuertemente armados con fusiles semiautomáticos AR-15, mayoritariamente formados por hombres aunque también habían varias mujeres, que se presentaron en agosto de 2017 a la protesta antirracista de Charlottesville.

Encapuchados o con el rostro cubierto con pañoletas y fusil al hombro, se plantaron frente a los fornidos grupos paramilitares fascistas, bandas del KKK y organizaciones neonazis que acudieron a la ciudad. El final fue una tragedia. Fue el horror puesto en marcha, televisado, narrado al minuto. Un manifestante murió y hubo una veintena de heridos. Periódicos del Klan habían afirmado días antes que para ellos Charlottesville sería la antesala de los campos de concentración, el sueño del retorno al totalitarismo: "Next stop: Charlottesville. Final stop: Auschwitz", afirmaron en un manifiesto.

Junto a la imagen marcial de los manifestantes ultraderechistas, las cámaras se encontraron con otros grandes protagonistas. Llevaban carteles que rezaban "Defendiendo nuestras comunidades" o "Cuelga a tu miembro del Klan local", entre otros. Todos lucían banderas sureñas confederadas, se hacían llamar rednecks, hillbillies y white trash y mostraban orgullosos sus armas automáticas.

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Habían surgido hacía poco en Kansas con el nombre de Redneck Revolt, aunque muchos de sus miembros pertenecían al John Brown Gun Club, un club de tiro integrado por izquierdistas blancos de clase trabajadora. Los racistas armados tenían un adversario importante. Fuego contra fuego. Charlottesville fue un punto más en una serie de protestas por todo el país donde Redneck Revolt acudió armada bajo el lema Make Racists Afraid Again ("Haz que los racistas sientan miedo de nuevo"). Inicialmente publicamos un artículo sobre ellos en la web de Agente Provocador.

El armado y sobre ruedas 'Stone Revolutionary Grease' fotografiado para Rising Up Angry por Michael James. Cortesía de La Felguera

El momento en el que surge esta alianza en realmente complicado. ¿Cuál era la situación de Estados Unidos en ese momento?
Los Panteras Negras habían cambiado de rumbo en su política de alianzas. En 1969 deciden crear un frente unido contra el fascismo. Afirman que el fascismo gobierna el país y están convencidos de que se producirá un enfrentamiento armado en cualquier momento. Hay tiroteos y asesinatos cada semana contra militantes negros, pero también contra puertorriqueños. Entonces deciden crear la Rainbow Coalition (Coalición del Arcoíris).

Los grupos con los que más estrechamente trabajarían serían otros: los Young Lords, surgidos de las pandillas puertorriqueñas y que controlaban algunas esquinas de Chicago; la Guardia Roja, formada por maoístas de San Francisco; y, sobre todo, un extraño grupo surgido en Chicago que respondía al nombre de Young Patriots (Jóvenes Patriotas) y que estaba integrado por numerosos hillbillies y rednecks revolucionarios, greasers amantes de las armas que contaban historias de padres y madres rápidos con el fusil, de cabañas perdidas en medio de los montes y la ancestral desconfianza en el Gobierno.

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'Greasers' en el Kankakee River State, Illinois, 1969. Foto de Michael Ames, cortesía de La Felguera

Aún no han surgido grupos armados, algo que pasará en breve con el Black Liberation Army, el brazo armado de los Panteras Negras, y los Weathermen, que son los principales grupos. Al mismo tiempo, los legendarios Motherfuckers de Nueva York abandonan la ciudad y se marchan a Nuevo México en busca de esa acción.

Es el año en que los 70 explotan. A partir de ahí, la actividad es frenética, pero también todo se viene abajo. En breve la represión será muy despiadada, se multiplican los cultos y sectas, se suceden los asesinatos de la familia Manson.

¿Por qué ocurre todo precisamente en Chicago y no en otro lugar? ¿Cómo se pusieron de acuerdo grupos aparentemente tan aislados y heterogéneos?
Los hillbillies, a finales de los 50, se establecieron en el Uptown, uno de los barrios más pobres. Colocaban sus banderas confederadas en talleres, bares y fábricas, pero no lo hacían con una connotación racista, sino de orgullo de clase. Les recordaba sus orígenes proletarios.

Luego se fundó JOIN, una organización que se dedicó a combatir la pobreza y a denunciar los planes urbanísticos, en lo que ya entonces era la famosa gentrificación. Cuando llegan los programas sociales autogestionados de los Panteras Negras, se radicalizan. Había decenas de pandillas, algunas muy peligrosas. La ciudad escondía otro mapa gobernado por estas bandas, que cada semana se mataban entre sí. Algunos de los futuros Rising Up Angry y Young Patriots, todos ellos hillbillies, deciden entrevistarse con muchos de sus líderes. Tienen respeto entre las pandillas, porque algunos son pandilleros, como los Goodfellows, de donde saldrá directamente el colectivo editorial de Rising Up Angry.

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Además, se han enfrentado a la policía y a grupos neonazis. Y entonces deciden algo que se verá más tarde en películas como Warriors, que en realidad refleja hechos reales, como fueron los sucedidos en la Nueva York de los primeros 70, con los inicios del rap y hip hop o grupos callejeros como los Ghetto Brothers, también metidos en la música. Pero en Chicago pasó antes. Fueron los primeros en hacerlo, en proponer dirigir su odio contra un objetivo común: la policía, que en nuestro libro aparece cada cinco palabras por medio del omnipresente "cerdos".

¿Y cómo entraron en contacto?
Se iniciaron reuniones en parques y esquinas, algunas fueron desastrosas pero otras no. El tema del territorio era algo muy complicado. Los Panteras Negras lo estaban también intentando con auténticos ejércitos urbanos como los Blackstone Rangers. Basta ver una foto de sus cientos de miembros (se calcula que podían ser hasta cuatro mil) perfectamente armados y con uniformes para comprender que era un auténtico paraestado. Gente como Fred Hampton tenía mucho respeto entre las pandillas negras y propuso treguas y alianzas. No era fácil. Un pequeño problema podía generar choques y muertos, mientras la policía había puesto precio a sus cabezas y a los integrantes de la Coalición del Arcoíris.

¿Cuáles eran los objetivos?
Detener la violencia entre bandas, controlar a la policía, destruir el capitalismo, sentir que la ciudad les pertenecía de verdad.

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Imagen de Michael James para 'Rising Up Angry', cortesía de La Felguera

¿Cuál fue el papel de las mujeres en todo esto?
Su papel fue fundamental. Al igual que los panteras, Rising Up Angry creó varios programas Serve the People, como The Fritzi Englestein Free Peoples Health Clinic, una clínica autogestionada ubicada en una iglesia, donde tuvieron mucho protagonismo las chicas del grupo. Las feministas que participaban en Rising Up Angry, a diferencia de otros grupos de mujeres, decidieron organizarse en grupos mixtos. En las frecuentes fiestas comunitarias (Soul Dances) que servían para unir a las bandas, se las veía en los servicios de seguridad o mediando en las frecuentes peleas, unos roles tradicionalmente masculinos.

También se enfrentaron físicamente a grupos de neonazis. Asesoraban a las chicas del barrio en cuestiones de salud y sexualidad. Las clínicas abortivas estaban controladas por mafias. Las mujeres, cuando acudían a ellas, debían pasar por todo un calvario. Las chicas del grupo lo denunciaron y colaboraron con "Jane", el nombre en clave de las líneas calientes de la ciudad, que en realidad era la sección de Chicago del Women’s Liberation. Durante dos noches semanales, médicos voluntarios atendían gratuitamente a quien acudía.

A raíz de leer el libro, he visto la película Wild in the Streets . ¿Qué relación tiene con la alianza entre Panteras Negras, bandas latinas y hillbillies?
La película les marcó. De hecho, de ahí viene el nombre del colectivo y el periódico. Rising up angry es una frase tomada de la canción "The Shape of Things to Come": “There is a new sun. Rising up angry in the sky”, que se escucha en una su banda sonora.

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Los Goodfellows y muchos otros la vieron durante un encuentro. La idea era la misma que la que sobrevuela con la unidad entre bandas. Es curioso comprobar que, si ponemos en relación Wild in the streets con West Side Story, dos de las películas que más marcaron a la juventud mundial, hay una gran diferencia.

Por un lado hay casi una década entre una y otra, pero Wild in the Streets es mucho más agresiva y violenta, más contemporánea y despiadada. De alguna forma son protopunks, por lo que no sorprende que Circle Jerks, la banda hardcore, la versionase y cambiase su letra. La portada del disco que sacaron con ese nombre muestra una muchedumbre de punks. Unos y otros se reconocieron en esa película.

En el prólogo rememoras las primeras escenas de de la peli de Cash. ¿Qué relación tiene él con el movimiento?
Johnny Cash representa al héroe del Sur, al que canta la realidad. No miente, porque no puede mentir. Y lo hace también con la ambigüedad que tuvo Cash. Fue un patriota a su manera, pero su país era el de los pobres, presos y desposeídos, de los perdedores. En ese sentido, se convirtió en un icono para ellos, lo mismo que había sido Hank Williams.

¿Qué representó en esta historia la creación de un periódico como Rising Up Angry ?
En aquellos años se publicaron cientos de periódicos contraculturales. Rising Up Angry, además de publicarse con un hermosísimo diseño y con portadas espectaculares, es el primero en dar voz a los sin voz, a las pandillas. La sección “Stone Greaser Grapevine”, que salía en cada número, es una joya. Está dedicada a las bandas, que fueron retratadas por Mike James, uno de los fundadores y con quien contactamos para este libro. Las fotografías son impresionantes y, muy posiblemente, sin estas imágenes y este periódico no habrían testimonios gráficos de aquella fascinante Chicago.

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Coche de reparto de 'Rising Up Angry'. Foto de Michael James, cortesía de La Felguera

¿Qué criterio habéis seguido para hacer la selección de los textos de Rising Up Angry que incluís en el libro?
Le dimos una prioridad muy grande a la relación con bandas y el intento de unir a todas ellas. Esto nos parecía realmente sorprendente. Una alianza "pre-Warriors" para hacer la revolución, en la que creían sin duda alguna, es algo bastante único e inaudito. Por eso, aunque aparecen también otros textos que hablan de otros asuntos, gran parte del material gira alrededor de eso que fue muy especial entre los greasers radicales, en su unidad entre la bandera confederada y el activismo.

¿Cómo y por qué murió este movimiento? Porque, ¿fue así? O simplemente se transformó. ¿Qué queda de él? ¿Redneck Revolt?
Redneck Revolt reivindican ese pasado. Se pasean con banderas confederadas antirracistas, lo cual sorprende a muchos, sobre todo en Estados Unidos, que tiene sus propias particularidades históricas como país. No tienen miedo en amenazar con la violencia armada a grupos racistas y extremistas especializados en eso mismo. De alguna manera tienen un oponente a tener en cuenta.

Bill "Preacherman" Fesperman (con sombrero de cowboy) pronuncia un discurso durante un mitin conjunto entre los Young Patriots y los Panteras Negras en Chicago en septiembre de 1969. Foto del Washington Post, cortesía de La Felguera

¿Crees que una alianza así sería posible ahora en Estados Unidos?
Ya está sucediendo. El movimiento Black Live Matters está logrando unificar muchas luchas. Lo importante no es integrar todos los nombres y realidades en una misma lucha, sino respetar las especificidades de cada movimiento pero aprender a coordinarse juntos, porque el objetivo es el mismo: cambiar el mundo.

¿Y en España?
Ojalá, pero primero habría que reinventar la idea de barrio y de comunidad, de ciudad. Esta es una época en que no para de hablarse de “comunidad” pero ni tan siquiera sabemos quién es nuestro vecino. Nos condenan a enfrentarnos entre nosotros. Habría que ir perdiéndoles el respeto y, de alguna manera, hacer que "sientan miedo". Pero cada país tiene sus propias realidades. Primero habría que ver al otro con una mente más abierta. Porque el otro no existe, es una patraña. El otro es uno mismo.

Miembros de los Latin Kings de Chicago a mediados de los setenta. Foto de Robert Rehak, cortesía de La Felguera

¿Qué relación ves entre el surgimiento de estos grupos en EE. UU. y el de grupos armados en España y en Europa alrededor de la misma época?
A finales de los sesenta y comienzo de los setenta empezó a hablarse de activismo armado. Tenía unos antecedentes claros en la revolución cubana o angoleña, o en grupos como los Tupamaros o los radicales brasileños, pero aquella radicalidad no se parecía mucho a la de grupos posteriores como la RAF o Brigadas Rojas, incluso a nuestros grupos armados. Hasta comienzos de los setenta no empieza a aparecer una y otra vez la palabra terrorismo. Entonces, la visión era muy distinta.

Se debatía sobre el significado de violencia y de terror. Cuando algunos de esos grupos se autonombraron vanguardia, se separaron de las mismas condiciones y movimientos en los que habían surgido y empezaron a parecerse a muchas de las cosas que decían detestar. Tiene que ser el amor y no el odio el motor para cambiar el mundo. La violencia, por sí sola, no es revolucionaria, y esto es algo que muchos no comprenden. Es una herramienta, algo que en ocasiones sucede, pero no es un programa en sí misma, un método. Esto es lo que hacen las bandas fascistas. Convertirte en especialista de la violencia solo genera algo monstruoso.

¡Gracias, Servando!